Lamesuelas, lisonjeros, oportunistas
Pocas cosas aborrezco tanto como la adulación rastrera hacia los políticos. Ni siquiera me gusta que los llamen «autoridades», sino administradores de turno, con un mandato popular bien específico.
Esta asociación entre adulación y política me parece perversa, enfermiza de ambas partes, pues gobernar no tiene ninguna relación con la necesidad de la lisonja.
Ver el espectáculo circense de alabanzas hacia el presidente de Chile Sebastián Piñera y sus ministros, tras el exitoso rescate de los mineros chilenos, me hizo cerrar los ojos y envolverme en mi solitario caparazón. Llegué a la conclusión de que buena parte del mundo se está moviendo en torno al poder de la zalamería gratuita. Cada persona necesita una alabanza mentirosa para henchir su pecho y mirar al frente. Nadie se basta por sí mismo. Nadie quiere ver su propia miseria en un espejo muy limpio.
Los únicos que se merecían la recompensa de un fuerte abrazo eran los mismos familiares de los mineros, que ante el accionar indolente y descreído del gobierno durante los primeros días del derrumbe, decidieron tomarse la mina y empezar a cavar con sus propias palas y uñas. Sólo entonces el gobierno se vió obligado a actuar.
El mérito, además de los familiares, es de miles de personas que entregaron generosamente su tiempo, su conocimiento, su entusiasmo y su plena confianza de que se lograría el rescate. No es el mérito de un grupo de pelafustanes que se paró a última hora en una tarima para apropiarse de los aplausos y felicitaciones de la población mundial.
Apropiarse del poder político y económico, y sobre todo conservarlo, lleva aparejada la necesidad de manipular al resto, de hacerle olvidar que también puede gobernar, de que considere el acaparamiento de la propiedad como algo natural, de empequeñecerlo hasta el lastre de la estática admiración servil. El populacho se acostumbra a ser servil y el cabronaje aprovechador se solaza y perfecciona sus tácticas para perpetuarse. Increíblemente, esta caracterísitca adulatoria se reproduce con amplitud y circunspección en la vida diplomática. Vale decir, la conducción y el destino de millones de personas a veces depende de que la lisonjería del enviado haya sido suficientemente histriónica hacia el diplomático con más base de presión.
Gracias Manuel, Concha, Lorena y Pedro. Sé que nuestra forma de ver y patalear el mundo contiene grandes confluencias y legítimos matices.
Cuánta razón en tus palabras. Te entiendo porque siento como tú, pienso como tú y reacciono como tú. Nada más patético que el inmerecido autobombo de «autoridades» . Dan ganas de huir para siempre y refugiarse en ese país imaginario que todavía no se ha construido pero que algunos llevamos dentro.
Me gusta ver voces como esta que discordan del sempiterno coro de alabanzas. Creo que lo unico que podria encomiarsele al señor Piñera es al menos haber «mostrado un poquito mas de interes» (al estilo de la mujer del Cesar) por el destino de unos infelices trabajadores ante las camaras de TV en lugar de irse a jugar golf, de vacaciones o simplemente continuar elucubrando maldades contra el pueblo, como la mayoria de los otros «lideres». Simplemente, hizo su trabajo un poco menos mal que la mayoria, y por contraste, parece brillar. Lamentablemente, aquello de que las «autoridades» (muy bien dicho amigo Muzam) son empleados del pueblo que los eligio, en la inmensa mayoria de los casos es solo letra muerta…
Muy bien, me gusta estar en lo opuesto siempre, creo que esto es la respuesta dialectica que podria equilibrar y hacer avanzar a cualquier gobierno que tenga buenas intenciones. La politica, historicamente y hoy en dia, y en la mayoria de los casos, ha sido algo intrincado (para no usar epitetos de sucia, oportunista y de aferrameinto del poder). Creo que en lo que paso en Chile, me refiero al rescate y salvamenteo tecnicamente casi perfecto si es que sabemos que en lo politico y mediatico fue un aprovechamiento burdo y a veces aberrante, el salvamento de los mineros es lo que mas importa, por supuesto, pero estoy seguro que en lo adelante iran saliendo cosas turbias, que develaran aristas que no imaginamos. Soy periodista tambien, pero no puedo negar que me molesta enormemente no solo toda clase de manipulacion de derecha y de izquierda, sino tambien ese afan voraz de tratar de sacar una poremisa a toda costa y caer en un enjambre libertino, como de auras o zopilotes, sobre una presa que puede ser muy preciada politica y monetariamente. Felicito a Jorge Muzam, porque siempre que lo leo me doy cuenta de que en realidad dispara en todas direcciones. Un abrazo, Manuel
Es una muy mala costumbre, estimada Lorena, creer que cualquier acción emanada de un politico profesionalizado tiene que recibir un agradecimiento servil. El trabajo usualmente es bastante poco y la paga es mucha, y con el dinero de los contribuyentes que sí se sacan la cresta trabajando.
Pero las adulaciones van y vienen, no se detienen, al contrario, parecen incrementarse cada día, en un círculo de farsas donde cada uno busca sacar su pequeño o gran beneficio.
Una observación políticamente incorrecta la tuya, pero comprensible y que comparto plenamente. Vivo eso en el día a día, no hace falta pasar por situaciones tan extremas para detectar ese despreciable comportamiento.
Un ejemplo menor: el intendente pone un basurero o arregla un foco del alumbrado público y HAY QUE salir a saludarle y felicitarle por interesarse en el bienestar de la comunidad… Yo pienso y digo: «hace su trabajo, que siga así». Sin embargo, la gente se acostumbró a adular y destejar sin criterio creyéndo que así recibirán más, o que es lo correcto. No entienden lo que uno intenta decirles o señalarles: es su obligación hacer lo mejor para todos. Se enojan y consideran a actitudes como la mía o la tuya como una falta de respeto y por demás sobervia.
Así están las cosas.