Entre los latinos hace falta unidad como la de los afroamericanos
Como comunidad, nos hace falta madurez política que nos permita formar nuestros propios juicios y tomar acción, sin ser maniatados por los medios o intereses externos
Un jurado en Los Ángeles sentenció a Mark Ridley-Thomas, exconcejal de la ciudad de Los Ángeles, exsupervisor del condado del mismo nombre, exasambleísta y exsenador estatal en California, y líder de la comunidad afroamericana, por siete delitos graves: soborno, conspiración, cuatro cargos de fraude electrónico y un cargo de fraude postal, en un plan en el que obtuvo beneficios de la USC para él y su hijo, mientras era supervisor en el condado de Los Ángeles.
El apoyo a quien luchó por su comunidad
No obstante, la comunidad afroamericana, en general, no dejó de apoyarlo hasta el final. Incluso, cuando fue encontrado culpable, muchas personas con las que trabajó por más de tres décadas, entre familiares y colegas, no creyeron que el funcionario haya sido responsable de todos los cargos que se le imputaron. De hecho, piensan que Thomas es inocente.
Especialmente porque el exfuncionario del sur de Los Ángeles nunca ha aceptado la culpabilidad y repetidas veces ha dicho que posiblemente no era correcto lo que hizo, pero nunca cruzó la línea roja de la ilegalidad.
Los partidarios de Thomas han acusado a los fiscales y al FBI de deshonestidad; además, durante su juicio se sugirió el racismo contra los afroamericanos como motivo del caso, pero todo fue inútil. El lunes pasado, el juez federal Dale S. Fischer condenó a Mark Ridley-Thomas a 42 meses de prisión, una multa de 30,000 dólares y a tres años de libertad condicional.
Ese día, más de 100 personas estuvieron presentes en la corte para escuchar la sentencia, y de acuerdo a algunas columnas y reportes periodísticos, la mayoría de la gente estaba triste y muchos hasta lloraron al escuchar el veredicto final.
En la sala del juez había diversas personalidades, como el intelectual Cornel West, quien llamó al funcionario un “hermano de vida” y lo calificó como “uno de los grandes servidores públicos en la historia del estado”.
Sheila Kuehl, exsupervisora de Los Ángeles, describió a Thomas como “un hombre bueno y honorable”, mientras que Jackie Goldberg, presidenta del distrito escolar de Los Ángeles, dijo que el funcionario era un “guerrero por la justicia social”.
A lo largo del caso criminal hubo tal respaldo de la comunidad y de sus colegas, que llegaron a juntar hasta $1.5 millones en un fondo para su defensa; se realizaron conferencias de prensa exigiendo que se le dejara libre, y pastores de varias iglesias oraron por el exsupervisor.
La comunidad latina eligió otra respuesta
Desafortunadamente, este tipo de apoyo no se replica entre la comunidad latina.
Gil Cedillo lo vivió en carne propia. Fue un funcionario que luchó por la comunidad latina por casi tres décadas y a quien en gran medida se le deben las licencias de conducir de las personas sin documentos en California; además fue autor del Dream Act que permite a los estudiantes sin documentos acceder a financiación pública y privada para poder seguir con sus estudios universitarios, entre muchos otros logros.
No obstante, el estar presente en una conversación con tonos racistas, y su falta de acción en ese momento, fue suficiente para que algunos miembros de la comunidad y algunos de sus colegas lo quisieran destituir inmediatamente, y luego aventaron su legado al basurero de la historia.
A finales de 2022, en los últimos meses de la carrera política de Cedillo, muchos de sus colegas no querían ser vistos hablando con él o tomarse fotografías con el que en un tiempo también fue activista, senador, asambleísta y un verdadero líder para la comunidad latina. Ahora simplemente era tachado como un racista que debía ser castigado, como si él hubiera sido la persona que hizo los inapropiados comentarios, pero no hizo nada para detenerlos, muchos argumentaron.
Necesitamos madurez política
Ojalá fuéramos como los afroamericanos y, antes de condenar, ver todo el contexto del funcionario, no para ignorar lo que hizo, sino para reparar el daño en la dimensión adecuada, pero sin echar por la ventana toda una carrera y ejemplo para muchos.
Como comunidad nos hace falta madurez política que nos permita formar nuestros propios juicios y tomar acción, sin que seamos maniatados por los medios o intereses externos, que en muchas ocasiones simplemente quieren sacar beneficio político de cualquier situación desafortunada.
Estoy seguro que si la comunidad latina fuera más unida y así como los afroamericanos, mostráramos nuestra solidaridad con conocimiento de causa hasta el final, seríamos más fuertes y avanzaríamos más rápido en beneficio de todos.