Los demócratas se alejan de la reforma migratoria
El partido se desliza hacia el lugar que antes ocupaban los republicanos, que hoy abrazan el odio y el extremismo
A medida que nos acercamos al 5 de noviembre y la decisión sobre quién será nuestro próximo presidente se libra una pelea encarnizada por un pequeño segmento de los votos: los del medio, los indecisos, los que simpatizan con ambas agrupaciones o de igual manera las rechazan. Lo llaman: el centro. Así sucede de manera natural y se repite en cada ciclo electoral.
Una posición de centro que fluctúa a la derecha
El resultado por lo general es que las posiciones de los principales candidatos fluctúan en las últimas semanas previas a los comicios y se adecuan, se acercan, al centro.
Pero en los últimos años ese centro ha cambiado de posición a su vez, y se ha desplazado violentamente hacia la derecha, especialmente en el tema de la inmigración.
Este tema no solamente cubre cómo ven los políticos, o pretenden ver, esa cuestión, es decir, en qué medida el país abre o cierra sus puertas al flujo de nuevos inmigrantes que se agolpa a sus puertas.
Porque los inmigrantes ahora, como lo dibuja brutalmente Trump, son de tez oscura. Son pobres. Son refugiados que huyen de la violencia y la miseria. Son de escasa educación y preparación. Y especialmente: son latinos.
Entonces, cuando tratan de la inmigración, se mezclan las necesidades del país de nueva mano de obra, por ejemplo, y el racismo que ocupa más y más partes del partido Republicano en nuestra era.
Y es así cómo se mezclan en el ideario migratorio ideas, conceptos, verdades y mentiras y desembocan en un caso en la demanda de deportar inmediatamente a once, no, quince, no, veinte millones de “ilegales”.
La mano dura deja a la reforma migratoria en el olvido
La carrera hacia el ideario fascista populista del partido de Donald Trump arrastra tras sí a los demócratas. Caen en el mismo remolino. La razón es lo dicho: la pelea por ese centro, ese puñado de indecisos que quizás decidan la elección.
Esto explica el porqué el tema migratorio casi desapareció de la reciente convención nacional demócrata. Explica su casi ausencia en las plataformas, resoluciones y debates.
Y también explica por qué la posición de Kamala Harris y otros líderes del partido ha fluctuado hacia la mano dura, al nacionalismo crudo, a la negación de la reforma migratoria con vías hacia la ciudadanía como solución al problema.
Para comparar, hace cuatro años, en la tercera noche de la Convención Nacional Demócrata, que tuvo lugar en Chicago del 19 al 22 de agosto, la inmigración fue el tema central, con “una serie de historias personales sobre cómo las políticas de la era Trump habían trastocado la vida de los inmigrantes y sus familias”, explica Christian Paz en Vox. Las olas de simpatía no se redujeron a los Dreamers: en el evento una madre indocumentada narró cómo cruzó el río con su hija, una bebita enferma. Una tendencia similar se proyectó en los congresos de 2008, 2012 y 2016.
En cambio, en 2024 ni siquiera hubo llamadas a tratar mejor a los migrantes y a expandir las protecciones del asilo. Por el contrario, los oradores de la tercera noche apoyaron políticas más duras para los solicitantes de asilo. Incluyendo a los latinos entre ellos (otros, como Alejandra Ocasio-Cortéz, abrazaron la identidad del pueblo estadounidense).
Sólo alusiones sin posturas para generar un cambio
Es que tenían que equipararse a la convención republicana, en Milwaukee del 15 al 18 de julio, cuando abundaron las pancartas que decían “Deportaciones Masivas Ya”. La descripción más común entre quienes tocaron el tema fue que vivimos una “invasión”, en términos militares, desde la frontera sur.
Por eso, el punto central repetido hasta el cansancio por latinos y no latinos que arengaron a la concurrencia fue que si Kamala Harris es electa, aprobará de inmediato “el paquete migratorio acordado en el Senado” y que, recalcan, Trump ordenó archivar.
No es casualidad que hayan elegido ese “paquete”: fue un esfuerzo bipartidista, dictado en mayor medida por senadores republicanos y que representa las inquietudes pretrumpianas de ese partido. Hubiera derivado en una ley aceptada por el GOP: pero el de antes.
Claro, no faltaron las alusiones a que los padres de la candidata presidencial fueron inmigrantes. Pero esas alusiones no son posiciones.
Pero la plataforma del partido para 2024 – un documento que se olvida generalmente ni bien finalizan las sesiones – “apoya deportaciones más rápidas de inmigrantes económicos y normas de asilo más estrictas, incluida la capacidad de dejar de procesar esas solicitudes de asilo”.
Lo dicho: estas vacilaciones, estos retrocesos, no son sino un reflejo del cambio en la opinión pública, después de años de machacar el peligro de los “invasores” hambrientos del sur. Un cambio liderado por los republicanos y que se expresó en las posturas extremistas de la convención, como muchos otros lemas de Trump.
El voto latino sin latinos
Pero los números no engañan. Una encuesta de Gallup publicada en julio de este año, dice exactamente lo siguiente: “Un número significativamente mayor de adultos estadounidenses que hace un año (el 55% frente al 41%) desea que se reduzca la inmigración a Estados Unidos. Es la primera vez desde 2005 que una mayoría de estadounidenses desea que haya menos inmigración, y la cifra actual es la mayor que sostiene esa opinión desde el 58% de 2001”.
En resumen: si bien los demócratas tienen todavía la delantera en cuanto al voto latino, es relativamente poco lo que ofrecen en términos de avance de la comunidad y lucha contra el odio. Pero aunque hayan desaparecido o mermado las alusiones a la reforma migratoria y el lenguaje no sea español, es mucho más benigno que la hostilidad abierta y la violencia prometida por los activistas republicanos.
Además, a pesar de la ausencia de promesas electorales dirigidas a los intereses de las familias latinas, hubo un esfuerzo por reconocer, correctamente, que el término “latino” es contradictorio, por las diferencias entre nosotros y al mismo tiempo por enfatizar, también correctamente, que somos parte del todo estadounidense.
En la propaganda republicana – que abandona toda pretensión de decir la verdad – Kamala Harris se convirtió en una vendepatria, encargada de abrir la frontera al enemigo en virtud de su papel como “la zar de la frontera”. Si el inmigrante es el enemigo, Harris es la Quinta Columna.
Finalmente, cuando la campaña de Harris lanzó su primer anuncio televisivo dirigido a los votantes latinos, faltó una palabra que no tenía que faltar: “latinos”.
Este recurso cuenta con el apoyo total o parcial de fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la California State Library en asociación con el California Department of Social Services y la California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs como parte del programa Stop the Hate . Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener ayuda, visite CA vs Hate