Nuevo ataque contra inmigrantes: que son asesinos
La semana pasada el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) entregó al Congreso un documento sobre la relación entre la inmigración indocumentada y el crimen. El momento elegido para su publicación, faltando pocas semanas para las elecciones presidenciales y en medio de un clima de hostilidad insuflado por los republicanos contra los inmigrantes, despierta cuestionamientos y llama la atencion sobre el propósito político de los directivos en ICE. El informe fue requerido, semanas atrás, por el congresista republicano de Texas Tony González.
A primera vista, parecería que el documento muestra una estrecha relación entre actos criminales, incluyendo homicidios, y los inmigrantes en general. Los portavoces del gobierno tuvieron que corregir y desmentir esa impresión.
Trece mil inmigrantes indocumentados han recibido condenas por homicidio, 15,000 por agresión sexual, 56,000 por drogas peligrosas, 62,000 por agresión física; 18,000 por hurto; 14,000 por asaltos; 13,000 delitos relacionados con armas y 2,500 por secuestro.
Fue una oportunidad óptima para que Donald Trump acusara ayer a los demócratas en general y a la vicepresidenta Kamala Harris que intentan adrede destruir el país importando criminales. La manera de presentación de los datos también llama la atención.
En consecuencia, los datos fueron primera plana para medios antiinmigrantes o afiliados con el partido Republicano. Hasta que se revelaron los detalles.
La carta de ICE al Congreso parecía implicar que los números son actuales, cuando en realidad se trata de una recopilación de las últimas cuatro décadas, incluyendo los cuatro años de presidencia del mismo Donald Trump.
Decir que hay 13,000 indocumentados condenados por homicidio fuera de los centros de detención de ICE indicaría que están sueltos. Pero el número incluye también a quienes se encuentran hoy en cárceles locales, estatales y federales, y a los que terminaron de cumplir sus condenas y fueron deportados. ICE dijo desconocer estos números. El invento de 13,000 por parte de Biden es una mentira a sabiendas.
En muchos de los casos los crímenes fueron cometidos – y castigados – en los países de origen. En otros se trata de criminales que cumplieron sus condenas y que debían ser deportados, pero sus países de origen se negaron a recibirlos, por lo que, por decisión de la Suprema Corte en el caso Zadvydas v. Davis de 2001, el gobierno debe dejarlos en libertad.
Estas distorsiones recogió Trump y su aparato propagandístico.
“Se acaba de revelar que 13.000 asesinos convictos ingresaron a nuestro país durante su período de tres años y medio como Zar de la Frontera,” dijo ayer el expresidente sobre Kamala Harris.
La campaña de Trump se basa en el odio contra los inmigrantes alegando que son criminales. Pero en realidad – según numerosos estudios y estadísticas – los inmigrantes no cometen más delitos que quienes ya están viviendo aquí, sino menos.
De acuerdo con el New York Times, después de que la inmigración indocumentada cayera en 2020 la tasa de homicidios aumentó, y desde que subió en 2022, los homicidios se estancaron y luego cayeron.
Y según el National Bureau of Economic Research, los inmigrantes han tenido tasas de encarcelamiento más bajas que los estadounidenses nativos durante al menos 150 años.
Pero a Trump la realidad y la verdad no le importan. No pierde ninguna oportunidad para calumniar a los migrantes en general y los latinos en particular.
Obviamente debe impedirse el ingreso al país de criminales, independientemente de su lugar de origen. Que los números de inmigrantes relacionados con el crimen hayan aumentado en los últimos años refleja la crisis en sus países de origen.
En conclusión, no en vano dijo un portavoz del Departamento de Seguridad Interna que “los datos en este documento están siendo mal interpretados”. Y un funcionario del gobierno informó a NBC que la publicación de los datos fue una sorpresa para la Casa Blanca.
Al extenderse por cuatro décadas, el informe no proporciona un cuadro real de las últimas tendencias. Pero sí ha regalado un arma adicional de ataques e insultos a Trump, cuyo arsenal contra los inmigrantes inició en 2015 al calificarlos de violadores y ladrones y culminó recientemente al insistir que roban y comen perros y gatos de sus vecinos. Una acusación tan miserable que tuve que publicar aquí a uno de mis perros.