Periodismo: libertad o dependencia
La idea de periodismo independiente no es sinónimo de periodismo apolítico. Por eso es muy importante que los seguidores de un medio de comunicación conozcan el grado de independencia de cada periodista del entorno de ese medio. Incluso de sus ideas sociales y políticas.
Información u opinión
En el siglo XX el concepto de “medios de comunicación” era muy estático, formado por medios impresos, radiales o visuales. En cambio, en el siglo XXI la comunicación audiovisual dio paso a cadenas, redes y plataformas denominadas “multimedios”.
Otro cambio muy importante del nuevo siglo es que, a partir de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, la idea de periodismo informativo se fue diluyendo. Cualquier persona es un informador de la realidad. Con solo enfocar la cámara de su teléfono en el lugar indicado, puede transmitir al mundo los sucesos del momento en “vivo y directo”.
Es entonces es cuando los periodistas debimos transformarnos en analistas, columnistas, articulistas, editorialistas, inclinando la balanza de independencia a enfoques de opinión, donde los conceptos políticos de cada periodista afloran rápidamente.
En este caso, debemos asumir que cada multimedio tiene intereses sociales y políticos, ya que son un negocio económico y de poder. Pero raras veces influyen en las opiniones de los periodistas. La mayoría de los periodistas se enorgullecen de su independencia y de su objetividad. No dudo de ella, porque los dueños de los medios no necesitan “bajar línea” sobre lo que dicen o publican sus contratados. Porque en realidad para ahorrar confrontaciones, existe el llamado “reclutamiento selectivo”, donde solo contratan a aquellos profesionales afines a sus ideas y necesidades.
Formadores de opinión
¿Entonces, los medios dan forma a las opiniones de la sociedad o son los ciudadanos que buscan a los medios que los representan?
Hoy es fácil saber a qué ideología social y política responde cada multimedio. La idea de que las noticias son «puras» y un reportaje “insulso” quedó en el pasado. Los cánones de objetividad fueron erosionados. Incluso son los funcionarios del grupo político correspondiente los que sirven como fuentes principales de muchos tipos de noticias políticas, limitando el rango del debate. Dependiendo de la necesidad de acceso para regular información valiosa, van haciéndose eco de posiciones políticas bien demarcadas.
No hay duda de que los medios de comunicación promueven sus propias agendas políticas, pero es el público quien elige los medios a seguir, porque responden a sus necesidades ideológicas.
En realidad, esto no importaría si existiera una competencia vigorosa entre los medios, en igualdad de condiciones, con información precisa e interpretaciones para que los ciudadanos distingan lo verdadero de lo falso. Un criterio que les permita llegar a conclusiones sensatas, discerniendo entre lo inútil y lo engañoso. Sin embargo suele ocurrir que cuando la información y el análisis se alejan de los intereses generales y se vuelven partidarios, la ciudadanía podría verse sofocada y engañada.
En este punto existe una gran distancia entre las necesidades del “emisor” y el “receptor”. Mientras, los medios de comunicación hablan de internas políticas, informes estadísticos o la vida de la farándula artística, distrayendo a la población de sus verdaderas necesidades. La mayoría de los ciudadanos necesitan informarse sobre la realidad económica, las mejoras en salud y los problemas de seguridad. Es decir, aquellas promesas políticas de campaña que nunca se cumplen.