Poesía de los días malditos: 15 poemas sobre los héroes y las víctimas de la desgracia
Auxiliar de enfermería
En la desgracia viste bolsa negra de basura
resplandece la máscara contiene su propio aliento
huele a una semana de agonía
bailan las bolsas de basura la danza del coronavirus
hasta que la llaman
corre para mover al inerte absorto casi pasado, de camilla en camilla
porque le van a insertar el respirador que es casi constancia de la muerte
y al moverlo se desgarra su bolsa de basura negra
y las manos en guantes de cocina
de cuando preparaba pozole para la familia
Las campesinas
Y en esa desgracia una mujer se dobla como un junco
al enderezar la espalda su falda se llena de fresas
tiene la ropa mojada aunque no llueve un pañuelo le cubre la boca
los ojos recuerdan días de brillo
las mujeres del campo se abrazan
el virus les baila una cueca
se apuran para cumplir la cuota que nunca alcanza
Los costureros
No veo bien es la imagen borrosa película de los treinta tiembla en la desgracia
en la fábrica del sudor unos hombres con tijera amontonan resmas que caen al suelo
sus mujeres les dan forma de máscara quirúrgica los niños pegan
falsas etiquetas de marca registrada máscaras
conocidas respetadas aceptadas máscaras estirilizadas por la fuerza
que nos protegen
Desamparado con perro
En la desgracia un hombre en el suelo no sabe
si es más viejo que yo o si es joven frente a su carpa nueva
no sabe qué es el coronavirus no habla el idioma
pero contesta en inglés porque sospecha
al perro a su lado lo envuelve con una playera
calor de fin de abril la correa le corta el cuello
descansa en el suelo no sabe si es más viejo que yo o si es joven
Los jardineros
Afuera de mi casa el fortín donde solo entran y salen los gatos
fuera de mi casa hablan en voz muy fuerte los jardineros
y en la desgracia se pasan la cerveza de boca en boca
para pactar con el sello etílico del desprecio se tocan los hombros y empujan
porque a ellos señor no les pasa nada me señalan con el dedo y hablan en dialecto
y cuando me alejo encapuchado enmascarado
vuelven a la botella con el sello de la resignación
El enfermero
Un enfermero viste su uniforme de sepulturero verde
se cubre la cara hasta los dientes para detener la caravana de suicidas
reclaman libertad libertad armas de tiempos de la segunda enmienda
él no sabe dónde poner sus manos
no sonríe no goza tiene que volver sepulturero verde
enfermero que detiene a los suicidas
es el estudiante de la plaza de Tiananmen otra vez frente a los tanques
y yo acaricio su espalda a través del vidrio
porque se quiebra
El asilo de ancianos
En la desgracia el espectro de mi madre vuelve a revolotear
en un centro de convalescientes se mueren los viejitos en sus mausoleos
y aquí
llega el ejército de los buenos llega la caballería
reemplaza a las señoras de la limpieza que huyeron despavoridas
cierran las ventanas hacen las valijas de los viejos
para su viaje sin retorno
dejan la puerta abierta
Inmigrantes detenidos
Estoy en el centro de detención Elizabeth,
me oyes no nos dan razón,
estoy en la cárcel de Hudson
me oyes y ya no entran a las celdas
estoy en Adelanto y a mi niño lo llevaron
estoy en Otay Mesa respiramos el veneno me oyes.
Ven a buscarme ven a buscarme amor mío
Madre
Y a la cabeza de la resistencia enarbolando la bandera del todavía
las madres abrigan con la cobija que fue del deseo
hijos tensos hijos rojos
calman de noche sus sueños de madriguera y sus rabias de pajaritos
leen sus escritos acarician la espalda y dolores del no hay mañana
ya tarde inventan historias de fantasía y orgullo
y recuerdos compartidos del terruño
cuando su máscara propia esconde sus propios terrores
y en el vacío entre la cocina y el dormitorio caen exánimes
en el dulce sopor del amanecer.
Los sepultureros
Tres hombres oscuros con trajes blancos cavan el piso y escarban la tierra
y él aún se estremece de recuerdos
Tres hombres oscuros cavan en silencio en la desgracia
y sin descanso enmascarados cubiertos de arpillera
y quien ocupó el cuerpo revolotea espera
y con mirada buena acaricia a quienes le preparan
la última cama en el portal de los cielos
marchan sin deudos ni autos ni flores ni mi último saludo
tres hombres oscuros se persignan y salen corriendo
Los niños
Quienes sobreviven el respirador
vuelven a su familias se beben el virus
y lo revuelven entre ellos hasta al más pequeño
como si fuese la cicuta revuelven los niños caerán
mientras tanto dibujan soles y casas felices colorean
o escuchan el mismo cuento
les leen o bien rezan y nunca volverán a dormir.
Periodistas
Quiero brindar por mis colegas últimos
que vuelven a la carga
caminan con sus pies de cemento registrando
reportando la desgracia anotando
quiero brindar por los que escriben la matanza
los contaminados de siempre que escuchan latidos vivos en las profundidades
entran a campos de detención como si fuesen supermercados
Por eso te llamo para que no los olvides
Los enfermos
No pude verte ni despedirme
no me dijeron nada y desapareciste en los pasillos
fantasmas blancos revolotean sobre la faz de la sala de emergencias
la respiración es un silbido que pierde fuerza
no me dejan verte despedirme no me dejan hablarte
Entonces
busco una cara conocida que me dé el adiós
Los conductores
Recuerdo cuando manejaba el camión de los estudiantes
amarillo como trencito de juguete
en cada cuadra sube un niño que es un hombre
Tose
Tose
tose
y me detengo estoy solo con el hombre enfermo aspiro su aire
Recuerdo cuando manejaba el camión de los estudiantes
Al final de la ruta alguien me esperaba siempre
Poetas
Y yo
El más pequeño de los poetas
El prototipo del poeta fracasado
El que despierta con una losa encima que ya no se mueve
Yo saludo a mis héroes de la desgracia
Y abrazo a quienes luchan todavía
y con mi puño en el aire dibujo unas frases de esperanza
Y aplaudo, aplaudo solo y como loco, mientras miro pasar la vida,
Aplaudo por el mañana
Lake Balboa, 24 de abril 2020