Amenazas y deseos frente a realidades

La toma de posesión de Donald Trump, sus anuncios y primeras medidas, captaron la atención mundial. Un discurso inaugural fanfarrón, grandilocuente y amenazante reveló, sin embargo, las debilidades de un imperio que se esforzaba en mostrar, como cada cuatro años, poderío y unidad.

El discurso de Trump, más decimonónico que de mirada futurista, evoca una “edad de oro” pasada y admite veladamente, con amenazas y provocaciones, que ese tiempo no regresará. La edad de oro del expansionismo imperial estadounidense, que ocupó la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, y que se consolidó como fuerza de relevo británica a partir de la segunda guerra mundial, es hoy inexistente.

No se trata de subestimar al imperio sino de justipreciarlo. Derrotado estratégicamente en su objetivo de evitar el colapso de su hegemonía mundial, golpeado en su capacidad productiva y hasta en su desarrollo tecnológico militar, presumiendo de riquezas energéticas que sabe escazas y menguantes; el sistema que viene a liderar Trump está seriamente herido y amenazado.

Su mirada aislacionista es el reconocimiento de un país socialmente quebrado, con millones de personas sin hogar, con ciudades fantasmas que hablan de un pasado poderoso pero evaporado, que solo deja miserias; el problema de la droga no sería tal sin el mayor mercado consumidor del mundo, puertas adentro de EEUU. Su discurso, que pretende atemorizar a sus adversarios, refleja sus propios miedos, revelando su estratégica actitud defensiva.

Puede amenazar con deportaciones masivas (y muchos serán seguramente deportados, como ya sucede con colombianos y brasileños tratados como delincuentes, amarrados con cadenas por los supremacistas) pero su apuesta es irreal. Sin esas manos trabajadoras el país se hunde. Los bajos salarios relativos de los migrantes indocumentados, es decir la plusvalía generada por ese caudal millonario de mano de obra barata y sobreexplotada, es la que permite a los productores locales mantener e incrementar sus tasas de ganancias, conteniendo a su vez los precios de productos de consumo masivo.

En el caso de los latinos, no se trata sólo de una cuestión rural. En 2023, un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)[1] demostró que la población latina en EE.UU. alcanzó en 2021 un producto interior bruto de 3,2 billones de dólares, lo que la convertiría en la quinta economía del mundo si fuera un país, después de EE.UU., China, Japón y Alemania, y supera economías como las de Reino Unido, Francia, Italia y Canadá.

Acción y reacción

Podría creerse que para el régimen salvadoreño es una buena noticia la llegada de Trump a la Casa Blanca y de Marco Rubio al Departamento de Estado. Sin embargo, llegan tarde. Llegan cuando las evidencias de la crisis del régimen autoritario y criminal en El Salvador da las primeras muestras de agrietamiento.

Cinco años de un poder autoritario y autocrático, controlando cada esfera del Estado, ha producido un innegable desgaste que se demuestra en la caída de los niveles de aceptación y en las expresiones de resistencia y pérdida del miedo de la población. El régimen autocrático está agotando su capacidad de control social. Aunque falta mucho, la acumulación de fuerzas en el campo popular se fortalece.

El bukelato ha aplicado, hasta hace poco tiempo exitosamente, la fórmula de desviar la atención popular de las reacciones adversas resultantes de sus acciones.

El recurso sirvió también para establecer agendas mediáticas propias, muchas veces asegurando oscuros métodos de enriquecimiento y apropiación de espacios, como sucedió con empresas del clan en el poder, que se fueron apropiando del centro histórico capitalino, y de zonas de desarrollo turístico del resto del país, o sirvieron de testaferros para empresas extranjeras.

Para avanzar en estos proyectos, lo primero que se implementó fue la expulsión de la ciudadanía que habitaba, laboraba y ocupaba históricamente y con derechos adquiridos, esos espacios públicos anhelados por los grandes especuladores financieros e inmobiliarios, asociados a miembros del bukelato.

Con la alcaldía capitalina y su Cuerpo de Agentes Municipales (CAM) al servicio de esas élites corruptas, utilizan la policía municipal para cometer todo tipo de tropelías y abusos de autoridad, expulsar a vendedores ambulantes, robar o confiscar sus mercancías, perseguirlos, golpearlos, gasearlos con absoluta impunidad.

No solo sucedió con las ventas ambulantes. También eliminan negocios históricos de la ciudad, obligados a cerrar sus puertas porque ya no encajan en el diseño inmobiliario de estas nuevas mafias, que recuerdan el accionar de los grupos criminales en Las Vegas, para instaurar su imperio del crimen y el vicio. El lenguaje de modernidad y progreso solo oculta el crimen organizado, esta vez de cuello blanco. El neón de entonces son las luces led de hoy.

La diferencia con los primeros cinco años del bukelato es que en estos últimos siete meses se han observado más respuestas y reacciones populares, de todo tipo y carácter, que en buena parte del periodo anterior. Esta misma semana se produjeron enfrentamientos y resistencias de los vendedores, negándose a dejar que matones uniformados les confisquen mercadería, roben su dinero o sus documentos.

Como suele suceder, el pueblo se llevó la peor parte de golpeados y gaseados, pero el régimen está empezando a mostrar abiertamente su rostro represivo y clasista. Las redes sociales, que tanto le interesan, dan testimonio de esos cambios.

Lo mismo sucede en el interior del país, donde la minería pretende ser impuesta a garrote y fuego, militarizando comunidades y manteniendo a los dirigentes ambientalistas como rehenes. Se vuelven a equivocar. Pueden seguir usando el régimen de excepción contra el pueblo, pero no lograrán con ello aminorar la rebeldía expresada contra el retorno de la explotación minera al país.

Aquí también la reacción es masiva y abierta, desafiante. Carteles, manifestaciones, auto-convocatorias, conferencias de prensa, plantones, recogida de firmas, pinta, pega y entrega de volantes, mantas y lonas, mensajes de la alta jerarquía de la Iglesia Católica. Múltiples expresiones populares que renacen en reacción al autoritarismo.

El régimen muestra un desgaste que inexorablemente lo irá acorralando, en tanto no tiene intenciones de cambiar su curso de acción extremista, elitista y de espaldas a las mayorías populares, y –como suelen hacer las dictaduras- verá en la represión abierta, el único camino.

Al mismo tiempo, el ocultamiento de información tiene sus límites, porque lo que no se dice se supone. Esta semana se conoció la denegación de información acerca de la minería; el gobierno aduce que se trata de “secretos comerciales” y que deben por tanto mantenerse en reserva. Sobran los comentarios.

Los distractores no funcionan. Ya casi nadie habla de las nuevas y “modernas” multas de tráfico que impondrán por doquier; pierden relevancia las «moratorias» inventadas a último momento para rescatar décimas de popularidad; tampoco los $110 que el populismo reaccionario decidió “regalar” hace una semana. La gente no quita el dedo del renglón minero.

Tampoco parece hacer efecto la amenaza de quitar el derecho constitucional a la Deuda Política, al menos en el caso del único partido político de izquierda, el FMLN. La infamia del chantaje no impedirá luchar por el respeto de una malherida Constitución.

Pero, si finalmente el régimen actúa a su estilo, aplastando leyes y violando una vez más la Carta Magna, la ausencia de financiamiento estatal no impedirá el trabajo político del partido, su desarrollo territorial y su caminar junto al pueblo en cada una de las justas luchas que éste abrace. A 19 años del paso a la inmortalidad del líder histórico del FMLN, Schafik Hándal, es justo recordar su legado de lucha, haciéndolo práctica cotidiana.

Causas de una caída continuada

La semana pasada, una encuesta mostraba claramente la caída en popularidad del autócrata. Es mucho más evidente el deterioro de su partido y de sus legisladores, desprestigiados día a día, al ser reconocidos como personajes sin voluntad propia, que apoyan, sin discutir ni pensar, lo que se ordene desde CAPRES.

Esta semana se conoció otro estudio de opinión, a cargo de una encuestadora de la Universidad Francisco Gavidia (UFG)[2]. Aquí la caída de Bukele es marcada. Una semana de diferencia, pero los resultados subrayan la tendencia. En este caso, la aprobación fue de 7.73. Alta, si se mide en términos absolutos, pero la caída es sustancial al ponerla en perspectiva.

La última vez que la encuestadora realizó la misma medición fue en octubre de 2024. La aprobación entonces fue de 8.43. La cifra actual representa la pérdida más abrupta en el historial que recoge la consultora. La nota previa más baja obtenida fue en febrero de 2020, con 8.21 de aceptación.

Esto no solo se explica por la minería, aunque sin duda aporta una caída importante, pero los datos de la economía familiar resultan cada vez más dramáticos. En diciembre el Banco Mundial (BM) publicó su informe “Mejorar vidas y medios de subsistencia: evaluación de la pobreza y la equidad en El Salvador”[3]

Según el informe, en la década de 2009 a 2019, el país logró reducir en 17 puntos porcentuales su tasa de pobreza. La pobreza extrema retrocedió en nueve puntos.

Sin embargo, desde 2019 hubo un aumento en la pobreza extrema y a partir de 2021 comenzó a aumentar la relativa. “En la actualidad, tanto la tasa de pobreza total como la de pobreza extrema se mantienen por encima de las cifras previas a la pandemia a pesar del crecimiento económico”, alertó el BM. Para 2023, en El Salvador había 600,000 personas que vivían en hogares extremadamente pobres, es decir, el 9.3 % de la población.

Pulverizando toda la propaganda oficial, tanto contra los gobiernos del FMLN como acerca de la supuesta prosperidad del bukelato, el BM reporta que los ingresos de las personas pobres se han reducido a partir de 2019 en El Salvador, donde ahora es más probable caer en pobreza y más difícil salir de ella.

Este país plagado de pobreza y luces led, de concentración indecente de riqueza en manos del clan familiar y sus amigos; este país vulnerable a todo tipo de desastres naturales, expulsor histórico de población, dependiente crónico de remesas, se prepara para enfrentrar la segunda era Trump.

El oficialismo finge alegría, pero sabe que cualquier maniobra de “su amigo del Norte”, será catastrófica para El Salvador. Las posibilidad del retorno masivo de migrantes, caída de remesas y uso del país como «fontera sur» anti-inmigrantes (política de tercer país seguro) parece una receta infalible para el desastre.

[1] https://www.swissinfo.ch/spa/los-latinos-en-eeuu-son-ya-la-quinta-econom%C3%ADa-mundial-seg%C3%BAn-un-estudio-de-la-ucla/48830932
[2] https://www.disruptiva.media/ix-estudio-de-humor-social-y-politico-del-cec-ufg-evidencia-rechazo-y-dudas-de-salvadorenos-a-la-explotacion-de-la-mineria-metalica-en-el-pais/
[3] https://documentos.bancomundial.org/es/publication/documents-reports/documentdetail/099120924111517508/p500656184284b02a1be07114d78eebc907

Autor

  • Raúl LLarull

    Raúl Llarull (Buenos Aires, Argentina). Periodista y comunicador. Militante internacionalista. Nacionalizado salvadoreño, es miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, de El Salvador.

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