Trump y Milei, iguales pero diferentes: ¿apertura o cierre de importaciones?

Comparten un discurso político de cambios drásticos, pero sus posturas sobre el comercio exterior difieren en esencia

Establecer una política comercial es una de las decisiones más complejas y estratégicas que enfrenta cualquier nación. En el corazón de este debate está la tensión entre la apertura de importaciones, lo que beneficia a los consumidores al proporcionar bienes más accesibles y variados, y el cierre de importaciones, lo cual protege a los productores locales y salvaguarda empleos e industrias. Esto sigue siendo un tema de intenso análisis en la teoría y práctica económica.

Los fundamentos teóricos de la apertura de importaciones

La apertura de importaciones es una política alineada con la tradición del libre comercio,. Esta perspectiva se origina en el concepto de ventaja comparativa. Este fue formulado por David Ricardo en el siglo XIX, y plantea que los países deben especializarse en la producción de aquellos bienes para los que son más eficientes y comerciar con otros. Ricardo argumenta que el comercio internacional aumenta el bienestar global al permitir una asignación óptima de recursos y una mayor productividad.

En el mundo contemporáneo, la globalización ha permitido a países como Alemania o Japón maximizar sus capacidades industriales, mientras que países como Bangladesh han aprovechado sus ventajas en sectores intensivos en mano de obra, como el textil. En este punto, la apertura de importaciones “supuestamente” beneficia a los consumidores, al poder adquirir productos de mejor calidad o menor costo.

Esto ocurrió en Estados Unidos durante las décadas de 1980 y 1990, cuando la competencia de bienes importados (particularmente automóviles japoneses) forzó una disminución de precios en el mercado local.

Como señaló Paul Krugman, en un entorno abierto, las empresas locales enfrentan una mayor presión para reducir costos y mejorar sus procesos productivos, lo que conduce a un aumento de la competitividad en el largo plazo. Países como China se han convertido en potencias económicas al integrarse en cadenas de suministro globales que requieren acceso a insumos importados.

Sin embargo, la apertura no está exenta de costos. Sectores menos competitivos a menudo sufren colapsos ante la llegada de productos extranjeros. Los colapsos generan desempleo y la desindustrialización de áreas vulnerables. El economista Joseph Stiglitz, en Globalization and Its Discontents, advierte que el libre comercio tiende a beneficiar a los consumidores de manera dispersa, mientras que sus costos son concentrados, afectando gravemente a ciertos sectores productivos.

Los argumentos teóricos del proteccionismo

Por otro lado, el proteccionismo se centra en la protección de las industrias locales frente a la competencia externa. Esta postura encuentra su fundamento en el pensamiento de Friedrich List, quien en El sistema nacional de economía política argumentó que los países deben proteger sus «industrias nacientes» para permitirles alcanzar competitividad frente a naciones más avanzadas, porque la apertura prematura al comercio puede sofocar el desarrollo económico de los países en vías de industrialización.

Estados Unidos en el siglo XIX aplicó altos aranceles para proteger a sus industrias locales. Esto le permitió desarrollar sectores estratégicos como el acero y los textiles antes de abrirse completamente al comercio global. Lo mismo ocurrió en Corea del Sur y Japón en el siglo XX, cuando ambos países implementaron políticas proteccionistas que restringían las importaciones mientras apoyaban con subsidios e incentivos fiscales a sectores clave como la automoción y la tecnología. Gracias a esto, empresas como Hyundai y Toyota surgieron en este contexto y luego lograron dominar los mercados internacionales.

Sin embargo, el proteccionismo también tiene límites, como advirtió Jagdish Bhagwati. Las barreras comerciales pueden perpetuar ineficiencias, protegiendo monopolios locales y desincentivar la innovación. El proteccionismo también a menudo, se traduce en precios más altos para los consumidores, lo que reduce su bienestar general.

Donald Trump versus Javier Milei

Tanto el presidente de Estados Unidos Donald Trump como su contraparte argentino Javier Milei desarollan un discurso político compartido que aboga por cambios drásticos en la economía, pero sus posturas sobre el comercio exterior difieren en esencia debido a sus contextos económicos y sus diferentes principios ideológicos.

Donald Trump: el proteccionismo como eje

Desde su primer período de gobierno, Trump implementó una serie de políticas diseñadas para proteger la producción nacional estadounidense frente a la competencia extranjera, esto incluyó la imposición de aranceles a productos clave como el acero y el aluminio, además de gravámenes significativos sobre bienes provenientes de China.

Trump justificó estas medidas señalando el déficit comercial con ese país, al que consideraba una amenaza para los empleos estadounidenses y la autonomía económica. Para ello sus objetivos son incentivar las empresas a producir dentro del país mediante la protección contra productos más baratos del exterior y utilizar los aranceles como herramienta para renegociar acuerdos comerciales, como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Esto opera particularmente en sectores como el acero, carbón y manufactura pesada, donde la competencia china había desplazado parte de la producción local.

Las políticas de Trump tienen un impacto mixto en la población. En algunas regiones del Cinturón Industrial (Medio Oeste), la reactivación de fábricas impulsó la economía local, generando empleos bien remunerados. Pero los aranceles aumentan los costos de producción para las empresas que dependían de insumos importados, como la industria automotriz. Esto se traduce en precios más altos para los consumidores finales, es decir que causa inflación. Por último, China y otros países responden con aranceles a productos agrícolas estadounidenses, lo que perjudica a los agricultores, especialmente en los estados del sur.

En general, el proteccionismo de Trump busca proteger a la clase trabajadora industrial, pero tiene costos significativos en términos de inflación y tensiones comerciales globales.

Javier Milei: la apertura total al comercio

El presidente argentino Javier Milei, como defensor del liberalismo económico radical, “anarcocapitalismo”, propone un enfoque opuesto al de Trump. Para Milei las barreras arancelarias y las regulaciones son impedimentos al crecimiento económico porque distorsionan los precios de mercado. Su plan se basa en reducir a cero los impuestos sobre las importaciones para permitir que los bienes más baratos y eficientes del mundo ingresen libremente al país. Apuesta a terminar con la intervención en los mercados, dejando que las fuerzas de la oferta y la demanda regulen la economía, argumentando que abrir la economía obligará a las empresas locales a ser más competitivas o desaparecer, favoreciendo a los consumidores con productos de mejor calidad y menor precio.

Estas políticas de Milei tendría implicaciones significativas, especialmente para un país como la Argentina, ya que sin aranceles para protegerla, la industria argentina, que en muchos casos es menos eficiente que la extranjera, podría enfrentarse a una ola de quiebras. Esto afectaría a millones de trabajadores que dependen de empleos en sectores como textiles, alimentos y manufactura. Pero en contraposición, los bienes importados más baratos podrían mejorar el poder adquisitivo, especialmente en un país con alta inflación.

Sin embargo, las provincias argentinas dependientes de la actividad industrial, sufrirían las mayores pérdidas, aumentando las desigualdades económicas entre las regiones más y las menos desarrolladas. En un contexto como el argentino, con una estructura productiva frágil y una alta dependencia del mercado interno, las políticas de apertura total de Milei podrían generar un choque económico profundo.

En conclusión, la economía estadounidense que es una de las más diversificadas y competitivas del mundo, cuenta con sectores industriales robustos, grandes multinacionales, y una capacidad de innovación que le permite competir en los mercados globales. Las políticas proteccionistas de Trump se enfocan más en renegociar acuerdos y proteger sectores estratégicos específicos frente a competidores externos, como China.

En cambio, la economía argentina depende en gran medida de sectores tradicionales como la agroindustria y tiene una industria manufacturera que, en muchos casos, no puede competir en igualdad de condiciones con países más desarrollados. La apertura total de la Argentina al comercio exterior podría devastar a empresas locales que dependen de protecciones arancelarias para sobrevivir frente a la invasión de productos importados.

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Cesar Leo Marcus

Cesar Leo Marcus, nació en Buenos Aires, Argentina. Doctor (PhD) en Logistica Internacional y Comercio Exterior, y Máster (MBA) en Sociología Económica, fue profesor de ambas cátedras en las Universidades de Madrid (España) y Cordoba (Argentina). Periodista, publica en periódicos de California, Miami y New York. Escritor, publico 12 libros, y editor literario, director de Windmills Editions. Actualmente reside en California. More »
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