Ahora matan a estudiantes de secundaria
Redacción ContraPunto
Al menos 34 estudiantes habrían muerto entre enero y junio del presente año, por ataques indiscriminados contra éstos en distintos lugares del país.
En lugar de concentrarse en sacar buenas notas y pensar en un futuro prometedor como profesionales, estudiantes de secundaria del país se encuentran con la incertidumbre de verse cara a cara con la muerte en cada esquina, en medio de la vorágine de violencia que envuelve al país.
Además de la estrechez económica por la que atraviesan las familias de capas medias y bajas, el panorama no es muy alentador para la población estudiantil, en un país donde la tasa de homicidio es de las más altas del hemisferio: 76 por cada 100,000 habitantes (En América Latina el promedio es de 27 por cada 100,000 habitantes).
Estudiantes de diversos centros educativos han sido blanco en los últimos meses de ataques con arma blanca, de fuego o, sencillamente desaparecidos y luego encontrados muertos.
En lugar de matemáticas, los puñales y los balazos
Los últimos hechos ocurrieron hace a penas 15 días. El 9 de junio, José Israel Mendoza de la O, estudiante de 8º grado del Centro Escolar Rosa Linda, de San Martín, al oriente de San Salvador, cayó abatido a balazos justo cuando salía de su jornada académica.
Otros estudiantes han sido atacados pero han corrido con “mejor suerte”. A finales del pasado dos estudiantes del Instituto Nacional Francisco Menéndez (Inframen) fueron atacados también con arma blanca por al menos 15 presuntos estudiantes del Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI). El hecho ocurrió sobre el kilómetro 11 de la carretera Troncal del Norte, en San Salvador.
Las víctimas de este hecho fueron Manuel de Jesús Portillo y Víctor Alexander Rivera, ambos de 18 años, quienes fueron llevados a un centro hospitalario. La Policía Nacional Civil (PNC) penetró a las instalaciones del Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI) y buscó armas entre los estudiantes. Hubo dos capturas.
Por años, ha existido una actitud de violencia entre estudiantes de ciertos institutos, principalmente aquellos del Estado, una violencia promovida por una rivalidad sin sentido que los empuja a atacarse mutuamente.
Esa violencia y rivalidad ha sido potenciada en las últimas décadas por el fenómeno de las pandillas, que buscan reclutas entre los estudiantes.
Entre febrero y la primera quincena de junio del presente año, las autoridades policiales y fiscales han reportado la muerte de al menos 34 estudiantes.
En Apopa se han registrado varios casos desde el 4 de febrero. Allí fueron encontrados los restos de dos niñas de 16 años, estudiantes del Centro Escolar “Alfredo Cristiani” de Popotlán.
Sus cuerpos estaban en dos bolsas plásticas que fueron abandonadas en la calle vecinal que de Apopa conduce a Quezaltepeque, cerca del ingenio El Ángel. Las víctimas fueron identificadas como Guadalupe Abigaíl López Sarmiento y Estrella del Carmen Márquez Ortega.
El 27 de abril, otros dos estudiantes identificados como Moisés de Jesús Romero y Saúl Stanley Coreas López, fueron asesinados en la colonia Madre Tierra. Ambos estudiaban en el Centro Escolar República de China.
A estos hechos se suma el caso de Carlos Francisco Garay Granados, de 18 años, quien fue atacado a puñaladas por un menor de 17 años identificado como Jonathan D. por el solo hecho de robarle la camisa alusiva al Inframen.
El atacante era estudiante del INTI y el caso causó polémica porque el momento del ataque fue captado por un fotoperiodista de La Prensa Gráfica y publicado por ese medio. Haber difundido el rostro del atacante conllevó al periódico a enfrentar un proceso judicial por haber violado la Ley Penal Juvenil, la cual prohíbe identificar a los menores infractores.
En mayo no hubo excepciones. El día 21 de ese mes, en Sonsonate, 60 kilómetros al occidente de San Salvador, la comunidad educativa local se conmovió cuando un grupo de delincuentes privó de libertad a dos estudiantes del Instituto Nacional Thomas Jefferson, de esa localidad y luego los asesinaron en las riberas del río Sensunapán.
Otro estudiante sobrevivió al ataque.
Un periodista radiofónico entrevistó al sobreviviente, quien dijo que los atacantes eran personas que aparentemente estaban bajo efectos de drogas. Los llevaron por la fuerza a las orillas del río y allí los atacaron con puñales.
El testimonio señala que los estudiantes identificados como Christian de Jesús Molina, de 19 años y Mónica Yaneth Cáceres, de 18 años, tras ser apuñalados fueron atacados con piedras por los victimarios. Así terminaron con la vida de ambos.
Es violencia social, no estudiantil, dicen las autoridades
En tanto autoridades del ministerio de Educación se mostraron preocupadas por los niveles de violencia que afecta a los estudiantes, pero no admiten que se trate de violencia estudiantil, sino de violencia social.
El ministro de Educación y vicepresidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, dijo que el plan concebido por el ministerio para evitar los hechos violentos dentro y en los alrededores de los centros educativos está funcionando.
En referencia al caso del estudiante de 8º grado en San Martín, Sánchez Cerén no aceptó que sea un caso que ejemplifique la violencia estudiantil.
“No fue (el crimen) en el centro educativo, sino en la comunidad, es un problema de seguridad pública nacional”, justificó.
Agregó que en el país todos conocen la situación de criminalidad “y no es nuevo que estén muriendo niñas y niños”.
Pero a juicio del funcionario, lo que sobredimensiona el fenómeno delincuencial ahora es la mucha publicidad que dan los medios de comunicación a los hechos de violencia lo que antes no se hacía sobre estos asesinatos.
El plan de seguridad en los centros educativos ha dado una convivencia más armoniosa según la percepción del ministro.
“La Policía está atendiendo los centros de mayor riesgo”, dijo y al referirse a la propuesta de crear una policía escolar señaló que la misma debe ser analizada por las autoridades de seguridad pública.
Una visión sociológica
Mauricio Trejo, jefe del departamento de Educación de la UCA, tiene una apreciación particular sobre estos hechos de violencia.
Dice que se ha generado un estado de vida violenta en el país y todos vivimos en condicione se agresión con escalas distintas.
Para él, el problema radica en la forma de tratarnos.
“Como tenemos una condición de stress de manera bastante alta por muchas condiciones en las que vivimos, el clima, inseguridad, salud, etc, un evento nos altera y saltamos”, dice Trejo para ilustrar nuestras reacciones violentas.
Luego viene lo peor, no se busca de manera concertada los problemas, la sociedad no es así, asegura el educador. Esa es una de las razones por las cuales los muchachos, que son más reactivos respecto de una persona adulta, tienen ese factor facilitador de violencia.
Pero en ese círculo de violencia hay otros elementos de cultura. Para hacerse entender, Trejo dice que algunos “estudiantes” le quitan la camisa a otro porque así consideran que son mejores que el bando rival, de entrada parten del prejuicio de que ser de otra institución significa que ésos son su rival y “yo” debo ser mejor.
Son códigos que se han aprendido a través del tiempo.
Para Trejo esto demuestra que en realidad esa forma de pensar de los que atacan a sus “rivales” no aplican más que esquemas mentales porque no hay otra evidencia que explique eso.
Pero seguir con ese problema en boga significa que aquí no se le quiere poner atención a esta situación de violencia, finalizó.
Texto publicado bajo permiso de Juan José Dalton, Contrapunto.
Imágenes tomadas de varios medios de comunicación de El Salvador.
Vídeo de YouTube.