Allanamiento de Mar-a-Lago: inicia una nueva crisis

Es cierto: el allanamiento de la vivienda del expresidente Donald Trump por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) es un acto sin precedentes en la historia del país. Nunca se había lanzado una investigación criminal contra un expresidente que ameritara una medida tan extrema. La secretaría de Defensa debe haber estado convencida de que el magnate cometió crímenes graves, al igual que el juez federal que autorizó el allanamiento. 

Hurto de documentos secretos

Pero hasta este momento no se sabe fehacientemente en qué contexto se efectuó el “raid”, aunque trascendió que el expresidente se llevó consigo de la Casa Blanca documentos ultrasecretos y no los ha devuelto. Si ese fue el motivo, se sabía hace casi dos años que miles de documentos habían ido con los camiones de la mudanza de Washington DC a Florida a la lujosa nueva residencia de Trump, sin justificación, sin derecho y violando estrictas leyes federales. 

Son varias las investigaciones que se están llevando a cabo simultáneamente contra Trump. La del Comité que estudia el ataque al Congreso del 6 de enero de 2021; la del departamento de Justicia por lo mismo; otra en el estado de Georgia por su intento de subvertir el deseo de los votantes; una en Nueva York por presunto engaño al fisco y esta, que llevó al allanamiento. Quizás haya más.

Dos de las investigaciones están en manos de un gran jurado, institución legal con amplias atribuciones de solicitar testimonio e investigar en profundidad.

La mala suerte de Hillary

Como se recordará, durante la campaña presidencial de 2016, Donald Trump y sus acólitos humillaron a la candidata demócrata Hillary Clinton por haber utilizado su computadora personal en casa mientras trabajaba con documentos clasificados. 

Los ataques derivaron en cánticos de “Lock her up!” por los seguidores del hoy expresidente. 

Pero ahora vemos que la falta cometida por Clinton fue una nimiedad comparada con lo que Trump ha estado supuestamente haciendo desde que dejó el poder, al retener documentos secretos tan clasificados que ni siquiera se pueden describir en lugar de entregarlos como dispone la ley a los Archivos de la Nación. 

Como lo ha hecho infinidad de veces, el hábil Trump siempre utilizó las acusaciones en su contra para acusar a sus rivales de lo mismo o peor. Pero peor ya no es.

Trump camina hacia la Casa Blanca

Se estima entonces en que las sospechas contra Trump fueron lo suficientemente graves para tomar la decisión.  De lo contrario, y si la investigación no prospera, le estarían dando más munición a Trump para volver a la Casa Blanca en 2024. 

Nadie está por encima de la ley, un dicho clásico que hasta ahora exceptuaba a Donald Trump. 

Críticos y aliados del expresidente deberían dejar que la investigación siga su curso hasta sus últimas consecuencias y que sus conclusiones lo exoneren o no. 

En lugar de ello, la reacción republicana al sorpresivo allanamiento – la Casa Blanca expresó no haber estado al tanto – ha sido explosiva y agresiva, y está solo en sus comienzos. Incluye una amenaza dudosamente legal del líder republicano de la Cámara Baja Kevin McCarthy al secretario de Justicia Merrick Garland. Alguien en el Congreso sugirió desmantelar la FBI, y lo aplaudieron.

Fox News vuelve al redil

La cadena Fox News, sobre la cual se decía que había estado recapacitando – o lo hizo su dueño, Rupert Murdoch – respecto a su apoyo total a Trump, lidera el ataque, usando como tantas veces lo ha hecho, la exageración, la incitación y directamente la mentira.  

Los críticos compiten por quien es más extremista en su protesta. En plena ofensiva, claman ser víctimas de una  persecución política. Detrás de los micrófonos se felicitan mutuamente porque de la nada surgió un tema que los unifica, les hace respaldar al Gran Líder sin que sienten resquemores, dudas o simple verguenza, y esperan que todo les salga bien.

En plena coordinación con Trump, exigen explicaciones cuando la verdad es que saben, o deberían saber, que si no se han publicado es porque hacerlo podría comprometer la investigación, que es lo que precisamente quieren. 

Todo eso sin que sepan en realidad de qué se trata, y con un ojo apuntando a las elecciones nacionales de noviembre. 

Más polarización, más confrontaciones

La presión política contra este tipo de investigación es enorme, y quienes quieren encubrir a su caballito de batalla Trump porque les asegura su reelección, pingues negocios, favorece su ideología de supremacismo blanco o simplemente porque lo adoran se van a encargar que sea tal que la convierta en la última.

Esta actitud solo llevará a más polarización y más confrontaciones. Que, creen ellos, redundará en una resonante victoria electoral. En unas elecciones que por sus intentos de fraude, posiblemente lleguen a ser las últimas que cuenten con la confianza del electorado. 

No ovlidemos que desde que inició su meteórico camino a la presidencia en 2015, Trump anunció que si llegaban a atacarlo, o acusarlo, o enjuiciarlo, ello desataría una ola de protestas populares sin precedentes de sus millones de seguidores.

Al mismo tiempo, la FBI y el Fiscal General Merrick Garland deberán a la brevedad ser lo más transparentes posible sobre lo que justificó la búsqueda y lo que posteriormente descubrió el allanamiento, para revelar la verdad y así detener la victimización de Trump. Mantenerlo en el misterio solo pinta con tintes más oscuros la imagen de la policía federal como un órgano al servicio de los políticos de turno… lo cual no se puede negar, si analizamos la historia del país. 

Estamos al inicio de una nueva crisis, que indudablemente se intensificará y durará al menos hasta las elecciones del 8 de noviembre.

Los detalles que se publiquen en los próximos días serán cruciales para el curso de esta crisis y posiblemente para el resultado de los comicios.

 

 

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