Brutalidad policial y la caja con manzanas podridas

Desde 2005 solo 140 policías han sido acusados de homicidio en una corte. Apenas 7 fueron encontrados culpables

Hispanic LA estuvo muy requerida esta semana. El veredicto del jurado de Minneapolis, declarando que Derek Chauvin era culpable del asesinato y homicidio de George Floyd, fue noticia internacional. Y, como era de esperar, empezaron a sonar los teléfonos.

Hispanic LA en los medios

En Los Ángeles, fuimos entrevistados por María Leonor Inca, la muy carismática reportera de Noticias del Canal 62 y después por Vladimir Villegas, el ex viceministro de Relaciones Exteriores que desde Caracas conduce su propio programa. También fuimos parte de las noticias matutinas de Agenda Abierta que conduce Orlando Pérez en la cadena internacional TeleSur.

Una pregunta en común fue si el veredicto de ese jurado de seis blancos y seis minorías fue una victoria. Pensándolo mejor, ¿lo fue?

Celebración

Las pantallas de televisión mostraron a gente celebrando, abrazándose, llorando, a lo largo y ancho del país. Fue como una catarsis tras un año en el que en grandes centros urbanos de la nación y en otras capitales del mundo millones salieron a la calle a repudiar la brutalidad policial. Todo esto, en un contexto político en que el ex presidente Donald Trump mostraba más repudio que simpatía por los manifestantes.

En ese sentido, fue una victoria. Una victoria porque es inusual que el sistema de justicia criminal estadounidense encuentre culpable a un miembro de la fuerza policial.

La policía tiene la misión de protegernos; pero, no nos engañemos, está en el negocio de matar. Y mata a muchos. En la mayoría de los casos, no experimenta consecuencias legales.

Entre 2014 y 2020, fueron abatidas nada menos que 7,680 personas de las cuáles, como ya deben haber adivinado, nada menos que 25% son afroamericanos. Un porcentaje desproporcionado cuando se considera que los afros son solo un 13% de la población.

Impunidad

Pero volviendo a la cuestión de impunidad, a pesar de tantas víctimas de las balas policiales, desde 2005 solamente 140 miembros de la fuerza han tenido que rendir cuentas ante un estrado judicial acusados de homicidio. De ellos, apenas 7 fueron encontrados culpables. Bueno, ahora 8 con Derek Chauvin.

Así que cuando hablamos de brutalidad policial, no podemos seguir con esta falacia de que estamos hablando de unas pocas manzanas podridas. Parecería que la caja entera está podrida.

Es más que evidente que hasta los policías honestos se ven atrapados en esta cultura interna asfixiante. Se protegen carreras, colegas, amigos, a pesar que se sabe que su conducta no es ética y que a veces es claramente ilegal. El código de silencio (´Blue Wall of Silence´) genera una solidaridad que, en esencia, es inmoral, criminal.

Problema institucional

Por eso es hay que celebrar el veredicto. Y, sí, es una victoria, pero una victoria parcial porque a esta película ya le hemos visto antes. Hay que seguir marchando, protestando, demandando, porque esto no es un problema individual. No es George Floyd solamente. Es Duante Wright, Breonna Taylor, Eric Garner, Michael Brown y cientos y cientos más.

Y no es solo un problema afroamericano, como bien sugirió la vicepresidenta Kamala Harris, sino que es un problema de todos.

Hablando de todos, los latinos, por supuesto, también tenemos nuestra lista de muertos y nuestra memoria. Adam Toledo, Andrés Guardado, Carlos Oliva, Manuel Díaz y la lista sigue.

Este es un problema sistémico que tiene huellas genéticas en la historia de un país con instituciones esclavistas; un país con instinto conquistador, avasallante y expansionista representado en la ideología del Destino Manifiesto; y un país con instrumentos jurídicos como el Tratado de Guadalupe Hidalgo que le da un marco legal a la opresión y sometimiento de los latinos en el sudoeste estadounidense.

Por eso no sirve de mucho celebrar el veredicto y quedarnos de brazos cruzados, porque la brutalidad policial es solo una manifestación de la brutalidad económica, social y política a la que están y han estado sometidas, históricamente, las minorías raciales y étnicas.

Alrededor de 18.8% de afroamericanos viven por debajo del nivel definido como pobreza en EE.UU., comparado con un 10.5% de toda la población. Una diferencia monumental que ilustra las barreras infranqueables y oportunidades limitadas que tienen estos nietos y bisnietos de esclavos en el país más rico del mundo.

Reformas inmediatas

En el corto plazo, Estados Unidos requiere un cambio sustancial en su sistema de justicia criminal. Como ha sugerido Black Lives Matter y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional USA, las instituciones policiales, específicamente, deben ser desmilitarizadas y transformadas en instituciones orientadas a proteger a la comunidad.

No puede ser que una inspección vehicular, una disputa doméstica, se resuelva con una Glock 9 mm. No puede ser que tengamos policías emocionalmente inestables que, cuando interactúan con civiles, parecen volver a sus experiencias de batallas en guerras como Afganistán e Irak.

Basta recorrer algunos de nuestros barrios en Los Ángeles, Nueva York, Chicago, para ver como parecen ocupados por un ejército enemigo armado hasta los dientes.

El Senado debate, el presidente Joe Biden habla de un “gigantesco paso adelante”, pero las muertes continúan en Minneapolis, en Chicago, en Columbus. ¿Cuál será el nombre del próximo muerto? ¿En qué ciudad caerá abatido?

En la intersección de la Calle 38 y la Avenida Chicago, frente a Cup Food, han dibujado un ángel en el pavimento y debajo, entre velas y flores, en donde George Floyd se nos fue tras 9 minutos y veintinueve segundos de agonía, hay una inscripción, que la lluvia seguramente borrará, que dice: “No puedo respirar, no puedo respirar”.

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Perfil del autor

Nestor M. Fantini, M.A., Ph.D. (ABD), is an Argentine-American journalist, educator, and human rights activist based in California. Since 2018, Fantini has been co-editor of the online magazine HispanicLA.com. Between 2005 and 2015 he was the main coordinator of the Peña Literaria La Luciérnaga. He is the author of ´De mi abuela, soldados y Arminda´ (2015), his stories appear in ´Mirando hacia el sur´ (1997) and he is co-editor of the ´Antología de La Luciérnaga´ (2010). He is currently an adjunct professor of sociology at Rio Hondo College, Whittier, and at AMDA College of the Performing Arts, Hollywood, California. As a refugee and former political prisoner who was adopted as a Prisoner of Conscience by Amnesty International, Fantini has dedicated his life to promoting the memory of the victims of state terrorism of the Argentine civil-military dictatorship of the 1970s and is currently coordinator of Amnesty International San Fernando Valley. Fantini graduated from Woodsworth College and the University of Toronto.

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Néstor M. Fantini , M.A., Ph.D. (ABD), es un periodista, educador y activista de derechos humanos argentino-estadounidense que reside en California. Desde 2018, Fantini es coeditor de la revista online HispanicLA.com. Entre 2005 y 2015 fue el coordinador principal de la Peña Literaria La Luciérnaga. Es autor de De mi abuela, soldados y Arminda (2015), sus cuentos aparecen en Mirando hacia el sur (1997) y es coeditor de la Antología de La Luciérnaga (2010). Actualmente es profesor adjunto de la cátedra de Introduction to Criminology, en Rio Hondo College, Whittier, California, y de The Sociological Perspective, en AMDA College of the Performing Arts, Hollywood, California. Como refugiado y ex prisionero político que fuera adoptado como Prisionero de Conciencia por Amnistía Internacional, Fantini ha dedicado su vida a promover la memoria de las víctimas del terrorismo de estado de la dictadura cívico-militar argentina de la década de 1970 y actualmente es coordinador de Amnesty International San Fernando Valley. Fantini se graduó de Woodsworth College y de la Universidad de Toronto.

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