Con ñ de español
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La semana pasada dos noticias circularon en los medios estadounidenses: la población hispana de este país llegó a los 50 millones, una cifra superior a la que los cálculos del propio Censo de Estados Unidos habían estimado, y la cadena BrandSmartUSA empezó a vender las primeras computadoras laptop Dell Inspiron con Windows 7 y un teclado en español, es decir, con la posibilidad de escribir acentos y eñes sin necesidad de oprimir alt+ctrl+nosequétanto.
Me llamó la atención el excelente timing del segundo anuncio, justo cuando todo el país está hablando del crecimiento poblacional de los hispanos durante la última década. Esta compañía, con excelente visión empresarial, ha decidido “atacar” el mercado de aquellos que hablan y escriben en español, un 16% del total de la población de Estados Unidos que en los próximos años no hará más que aumentar en comparación a otros grupos étnicos.
BrandSmartUSA no es la primera empresa que ha reconocido el crecimiento de la población de habla hispana como una oportunidad para hacer negocios. Prácticamente todas las grandes empresas comerciales de Estados Unidos cuentan ya con un departamento de mercadeo para el público que prefiere hablar en español, desde luego enfocándose en los estados con elevados índices de población latina.
Desde las grandes automotrices como Toyota, Nissan o Chevrolet, hasta las empresas de entretenimiento como Disney o como la cadena televisiva CNN –a pesar de que con frecuencia da espacio en su programación a producciones con línea antiinmigrante: los negocios no requieren de green card–, la tendencia del mercadeo en español va a la alza.
Corporativos tan poderosos como Universal Studios cada año celebran un evento de todo un día dedicado exclusivamente a cultivar sus relaciones con la prensa que trabaja para medios en español, y las compañías de telefonía celular, la banca y las empresas financieras diseñan campañas que apelan exclusivamente a esta población.
A pesar de que esta realidad demográfica, económico-comercial, e incluso política ya resulta incuestionable –recordemos la importancia del voto latino en la elección presidencial de 2008 y el giro que dieron todas las campañas, incluso las republicanas, incorporando materiales propagandísticos en español–, existen aún sectores importantes en Estados Unidos que se empeñan en cuestionar a quienes abogan por el desarrollo de una generación bilingüe, que pueda hablar y entender tanto inglés como español.
Iniciativas como la impulsada por la organización English Only buscan anular el uso de otro idioma que no sea el inglés en los servicios prestados por las agencias gubernamentales del país, argumentando un gasto innecesario de recursos públicos en los servicios de traducción e interpretación, siendo que el idioma oficial de Estados Unidos es el inglés, y que es deseable que quien vive aquí lo hable y lo domine.
A esta tendencia se suman políticos que han encontrado en la segregación de quienes hablan español una forma de congraciarse con los sectores más conservadores de su electorado, utilizando el argumento de la falta de integración de los migrantes que vienen de países latinoamericanos como un estandarte para simpatizar con los grupos de tendencia antiinmigrante.
Pero a pesar de las repetidas ofensivas, resulta evidente que a estos grupos se les acaban los argumentos. Los hispanos que llegan a Estados Unidos conservan el uso de su lenguaje materno, pero son capaces de incorporarse a la vida productiva, económica e incluso política de su nuevo país. Sus hijos desarrollan como lenguaje principal el inglés, pero debido a que el español se habla en casa, adquieren la habilidad para hablarlo y entenderlo y con ello enriquecen su cultura y su experiencia de vida, además de duplicar sus posibilidades de inserción en el mercado laboral.
Si los números no mienten –y los recuentos demográficos y comerciales indican que no–, en los próximos años estas generaciones de hispanos en Estados Unidos jugarán un rol cada vez más importante en el desarrollo de su país, al grado de que serán quienes sostengan a las generaciones que les anteceden, incluida la de los baby boomers cuyo retiro zozobra ante la crisis del Seguro Social.
No pretendo con esto, desde luego, abogar por el uso exclusivo del español entre quienes viven en Estados Unidos. Considero que es no sólo deseable, sino indispensable, que quienes viven en este país dominen el idioma inglés para ser capaces de incorporarse de lleno a su vida productiva y para el pleno ejercicio de sus derechos y obligaciones. Lo que sí considero un anacronismo es que en un mundo global, aún se cuestione a una comunidad por preservar el uso de su idioma materno.
Son los niños y jóvenes que hoy hablan español en casa e inglés en su escuela, quienes impulsarán la reactivación económica durante los próximos años –algunos posiblemente utilizando una Dell Inspiron con Windows en español- y serán parte importante de la construcción del Estados Unidos de los años por venir. Por ellos, y por los padres y abuelos que buscaron una mejor vida para ellos, bienvenido el uso de la ñ de español.
Fuente: El Universal.