El fracaso de la civilización, por Álex Ramírez-Arballo

Me queda claro, después de visto lo visto, que el problema esencial de México es moral. Se trata de una profunda distorsión ética que consiste en buscar por todos los medios posible pasar por el aro. De este modo entrar a como dé lugar al selecto grupo de los impunes. Esos que roban, matan, mienten públicamente, adulteran y manipulan desde las oficinas públicas; en suma, todos aquellos que pactan con la trampa y que yo llamo simplemente «El cártel de la corbata«.

Me queda claro también que las siglas y los colores de un partido no establecen una gran diferencia; a estas alturas de mi vida creo que el espectro ideológico es un mero accidente y que el escenario de la vida pública y social no se divide en izquierdas y derechas sino en «arribas» y «abajos».

No hay proyecto de nación, no mientan. Hay conspiraciones de grupos y familias, nada más. El poder es esa lengua que solamente comprenden los elegidos. Y créeme, amigo que me escuchas, eso no nos incluye ni a ti, ni a mí, ni a nuestros hijos.

Veo en México a una sociedad que reclama, pero que bien entiende que no tiene a quien reclamar. ¿Quién pone orden, quien reparte justicia cuando los encargados para hacerlo son precisamente aquellos a quienes queremos denunciar? En México hace tiempo nos hemos dado cuenta que la abuelita es el lobo.

Esto explica la frustración de un gran sector de la población que día a día descarga su ira en las plazas públicas o en las virtuales.

Esto demuestra, también, que el fracaso civilizatorio es el fracaso de la persona: un sistema político, un gobierno que no es capaz de crear escenarios propicios para que los seres humanos busquen legítimamente su plenitud existencial es un gobierno que ya no sirve para nada, y lo que ya no sirve, hasta donde yo entiendo, debe ir a parar al lugar que le corresponde: la basura.

En esto tenemos todos vela en el entierro. Por eso, como educador y escritor no tengo otro tema que el del desarrollo existencial, el crecimiento de la conciencia propia y comunitaria, el fomento de la sensibilidad, la solidaridad y el optimismo crítico. «Es la economía, idiota«, es uno de los mantras favoritos de la política norteamericana; yo diría: «Es la educación, idiota», porque solo ella nos provee de las herramientas necesarias para pensar y actuar, que es lo que se supone debe hacer un ciudadano. Parafraseando a Celaya debo afirmar sonriendo que la educación es un arma cargada de futuro.

Vivimos tiempos de crisis y eso, estoy convencido, es una buena noticia. Etimológicamente, la palabra crisis significa cambio inteligente, depuración y transformación.

Piensa en las palabras crítica, crisol y crisálida. Si acaso hay un cambio que desearía ver en México es el de la participación del pueblo llano, informado y libre, ajeno a los manoseos de los partidos políticos y los mesías iluminados de turno. Aquellos que en estos tiempos de confusión brotan como los hongos y que representan lo más nocivo de nuestra novelesca tradición latinoamericana.

No compremos espejitos, no compremos el humo hediondo de los populistas. La persona y solo la persona es el camino.

Álex Ramírez-Arballo. Profesor de cultura y literatura latinoamericanas en la Pennsylvania State University. Doctor y maestro en literaturas hispánicas por la University of Arizona. Poeta y escritor. En el mundo académico imparte cursos de lengua y literatura latinoamericana, así como un taller de composición para hablantes nativos durante las primaveras.
A la fecha ha publicado cinco libros de poesía, uno de crónicas y un libro de ensayos: Las comuniones insólitas (ed. UNISON 1998); El vértigo de la canción dormida (Ed. UNAM 2000); Pantomimas (Ed. ISC 2001); Oros siempre lejanos (Ed. ISC 2008); Las sanciones del aura (Ed. ISC 2010); en crónica: Como si fuera verdad (Ed. ISC 2016). Su libro de ensayos se titula Buenos salvajes –seis poetas sonorenses en su poesía (Ed. ISC 2019).
Ha sido ganador de premios de poesía a nivel local (Sonora) Libro Sonorense (2000, 2010, 2015 y 2017) y nacional, como el premio Clemencia Isaura (1999), los Juegos Trigales del Valle del Yaqui (2001), mención honorifica en el premio Efraín Huerta de poesía (2001), así como los premios binacionales Antonio G. Rivero (1998) y Anita Pompa de Trujillo (2006).
Ha sido articulista de El Imparcial (Hermosillo), La Opinión (Los Ángeles) y actualmente es escritor en la revista iberoamericana Letras Libres.
Sobre su obra poética, el Diccionario de escritores mexicanos dice: “La poesía de Álex Ramírez-Arballo se proyecta como una exploración dentro de los territorios del pasado, la oscuridad y la ausencia. Esta sensación de vacío surge porque los elementos verbalizados son definidos no por lo que son, sino por lo que un día fueron: la infancia, el amor, el lenguaje, etcétera. En sus poemas proliferan las imágenes relativas al fenómeno de la mirada, la enunciación poética, el inconsciente y los procesos del sueño”.

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