El proyecto es la vida, por Fernando Vegas

Si no entendemos que el proyecto de todos tiene que ser por la vida del ser humano como entidad individual, familiar y social, estaremos siempre corriendo el riesgo de perdernos en el camino de la existencia. 

No a los estereotipos políticos

Debemos superar los estereotipos políticos. Vemos a toda la derecha como conservadora, atávica y reaccionaria, aunque sabemos por experiencia que los hay quienes no son egoístas ni conservadores y posiblemente se consideran de derecha porque no pueden ser de izquierda ya que la juzgan nociva por el mal desempeño del socialismo dónde le ha tocado gobernar.

Por otra parte, los que somos de izquierda denunciamos acerbamente a los gobiernos de derecha y jamás hacemos críticas a los gobiernos socialistas porque siendo éstos izquierdistas por antonomasia, no podemos hacerlo pues  sería un acto de indisciplina imperdonable entre nosotros.

Este sólo hecho llama la atención porque para quienes desde 1789 para acá se denominan izquierdistas, debido a que los Jacobinos se sentaron a la siniestra de la Asamblea Nacional francesa de entonces, allí donde la gestión de gobierno es socialista todo es perfecto, tanto así que a quienes señalan defectos son tildados de inadaptados, cuando no de traidores, por el liderazgo interno del país, mientras el llamado progresismo del resto del mundo o le hace coro o guarda silencio.

Ni hablar de los que claman ser seguidores de Marx, comunistas y socialistas  que se ciñen a los dictámenes del egregio pensador sobre economía como entelequias que reposan estáticas para toda la eternidad. Olvidan la dialéctica marxista, el método que tomó Marx de Hegel para aplicarlo a la realidad de su época, y del que devino el materialismo histórico con su lucha de clases. 

Contradicciones y cambio

En apretado resumen, podemos decir que la dialéctica marxista establece que la dinámica de la vida se centra en las contradicciones y el cambio. Las acciones contradictorias generan cambios que se acumulan y producen un salto cualitativo, lo que quiere decir que los cambios tienen vocación transformadora.

No obstante, para los miembros de los partidos comunistas del mundo y para la mayoría de los partidos socialistas que se dicen marxistas, el socialismo es una elevada forma de organización económica, política y social sólo superable por el comunismo que es la perfección. Y esto es un dogma comparable al de la Divina Trinidad de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Sencillamente, lo crees o no lo crees.

Sin embargo, hay voces progresistas en el planeta que comienzan a mirar la realidad desde otros puntos de vista. Algunos provienen de la izquierda marxista como es el caso del filósofo, psicoanalista y cinéfilo Slavoj Zizek que combate las ideologías tradicionales, particularmente al viejo comunismo, y aboga por un comunalismo globalista que armonice con la ecología y renueve el Estado de Bienestar. 

La economista británica Kate Raworth, con su teoría del Doughnut (rosquilla) que presenta al planeta protegido con un círculo exterior que muestra los límites para auto sostenerse, porque la biósfera tiene una capacidad limitada para renovarse.

 

Nos enseña el techo ecológico de contención para la contaminación atmosférica, daño climatológico, reducción de la capa de ozono, pérdida de biodiversidad, reconversión de tierras, extracción de agua dulce, carga de nitrógeno y fósforo de los fertilizantes , contaminación química y acidificación de los océanos.

Garantías para todos

También describe un círculo interior que defiende un espacio seguro y justo para la humanidad, con una economía regenerativa y distributiva que garantice a todos el acceso al agua, alimento, salud, educación, vivienda, energía, redes, trabajo y renta, paz y justicia, participación política, equidad social e igualdad de género.

El sueco Johan Rockström, Director del Centro de Resilencia de Stocolmo ha insistido en el tema de la sostenibilidad global y lideró un equipo de científicos que en el 2009 estableció el marco con los nueve límites dentro de los cuales la humanidad puede funcionar sin vulnerar la capacidad que tiene nuestro planeta para renovarse: el clima, el ozono, suelo, agua dulce, uso de fertilizantes (nitrógeno y fósforo), pérdida de biodiversidad, aerosoles (pequeñas partículas en la atmósfera dañinas para la salud y el clima), la liberación de químicos dañinos y la acidificación de los océanos.

Mientras estos pensadores ven en perspectiva el desarrollo humano y nos señalan las vías, las medidas y los objetivos para salvar el planeta Tierra de cuya capacidad de autorenovación depende la humanidad, encontramos a una derecha que se centra en el monto del Producto Interno Bruto (PIB) de los países como indicador básico para determinar su nivel de desarrollo sin considerar otros factores como la tasa de empleo formal, la distribución del ingreso y el daño ecológico.

Para ellos los problemas sociales que se le presentan no se deben a las diferencias de clase, la pobreza o la marginalidad. Más bien se deben al extremismo izquierdista agresor, interno y externo que los estimula porque se identifican con su esencial base política.

‘Lucha contra el imperialismo’

Por otra parte, la izquierda se afinca en su lucha contra el imperialismo abanderado por los EE.UU. Todo lo sujeta a eso. El imperialismo que busca maximizar los beneficios del poder económico sacando abusivas ventajas de las riquezas naturales de los países del tercer mundo, se aprovecha de su mano de obra barata, interviene en su política interna, hace y apoya guerras, expande sus mercados torciendo brazos, lo que no ponemos en duda,  resulta que también es el causante de  los deficientes servicios públicos, el ineficiente desempeño de la economía (PIB), la insuficiente producción agrícola, la pobreza crónica y hasta la corrupción que carcome a la extensa burocracia de los países socialistas.

Nunca, en ningún caso,  estos vicios son imputables a  los gobiernos revolucionarios que implantan el socialismo.

Hay que reconocer que la derecha tiene algún tiempo preocupada por la creciente población del mundo. A raíz de la Declaración de Roma de noviembre de 1996 sobre la seguridad alimentaria de los habitantes del globo, comenzaron a fortalecerse grupos de inspiración Malthusiana que hablan abiertamente de la reducción del número de personas del planeta impidiendo o reduciendo su reproducción.

Se enfocaron en los grupos humanos más pobres cuyo Darwiniano instinto de supervivencia los hace más fértiles, lo que en su momento demostró el brasileño Josué de Castro en su Geografía del Hambre, mediante pruebas que realizaron a hombres y mujeres del miserable noreste brasileño y de zonas urbanas, encontrando en los primeros una riqueza de sus gónadas sexuales que no igualaban los segundos.

Inducen y provocan guerras

Pero la idea de frenar el crecimiento poblacional degeneró en la intención de reducir la población y es así como han sucedido y aun ocurren guerras locales, regionales, externas, internas, convencionales, de guerrillas, limpiezas étnicas, actos terroristas, bombardeos con daños colaterales, plagas de virus naturales y de laboratorio. 

Existe un entramado de intelectuales, científicos, políticos, ONGes y hasta gobiernos que hacen inteligencia y contrainteligencia para inducir y provocar guerras y actos terroristas, inventar armas químicas y biológicas, diseminar enfermedades contagiosas todo con el afán de recortar el número de habitantes del planeta porque dicen que no hay capacidad para alimentar a todos.

Quienes pagan a estas personas ignoran olímpicamente que los causantes de los desastres ecológicos actuales que han llevado al calentamiento global, a la desertificación de tierras que antes fueron fértiles, el agotamiento de fuentes de agua y el envenenamiento químico de ríos y lagos, son ellos mismos porque todo se debe al maltrato que sus empresas han propinado a la naturaleza por años con el único fin hacer a sus propietarios groseramente ricos.

Mientras tanto, qué hace la izquierda. Sí, hay quienes escriben en los medios y participan en los foros del mundo denunciando lo antes aludido, pero el grueso de la izquierda forma parte de muchas de esas guerras que involucran motivos nobles (¿qué otra cosa puede ser salir en defensa del débil y el hambriento?), pero también intereses y egos que terminan por desaguar en el mismo pozo de los que seguramente dan apoyo financiero, de armas y cobertura mediática persiguiendo fines que se asemejan más a Malthus que al Ché.

Renovación del socialismo

¿Para qué el esfuerzo? ¿Hacia dónde estamos conduciendo a los que con legítimas razones van detrás de la “utopía” que proponemos y cuyos resultados no son satisfactorios?

¿Es qué los ejemplos de socialismo real no son suficientes para que entendamos que hay que renovar y reconstituir un socialismo que honre los derechos individuales y colectivos, practique la democracia abierta, respete el medio ambiente, admita el mercado como fórmula necesaria para la circulación de bienes y servicios, se haga cargo de los servicios públicos y deje los demás sectores de la economía a una iniciativa privada regulada para evitar excesos, revierta los impuestos en obras civiles pero también en gasto social para redistribuir la riqueza, en lugar de potenciar la redundancia burocrática?

Más aún, en la parte programática hay que actualizar la oferta revolucionaria que debe ir más allá de los clásicos principios de libertad, igualdad y fraternidad que heredamos de la Revolución Francesa. Primero, definiendo cada concepto. Libertad política como el paraguas que protege libertades individuales y colectivas. Igualdad de derechos ante la ley y el acceso a condiciones básicas de vida. Fraternidad, referida a privilegiar las relaciones de solidaridad. Y, en segundo lugar, ampliándola para incluir las metas de progreso y bienestar para la humanidad. 

Hay que hacer uso del método dialéctico marxista para reformular la síntesis que resuelve la básica contradicción entre patronos y obreros. Las relaciones de producción del siglo XXI no son iguales a las que Marx estudió a mediados del siglo XIX.

El ejemplo de Nicolás Maduro

El ejemplo de socialismo más reciente corresponde al gobierno de Maduro en Venezuela, que  quebró a PDVSA, una de las primeras empresas petroleras del mundo. También arruinó las industrias básicas del hierro, acero y el aluminio, redujo en 75% la producción agrícola y ganadera, todo ello a consecuencia de una gestión errada y corrupta que nada tiene que ver con las sanciones económicas de los EEUU contra el gobierno, penalidades éstas que comenzaron a implementarse en el 2018 y que hoy día, es verdad, con efecto completo tienen al gobierno casi seco de ingresos y que para cubrir sus gastos está afanado en la extracción de oro, diamantes, coltán y otros elementos en el llamado “Arco Minero de Guayana”.

Se trata de un área de más de 100.000 km2 que está siendo desbastada por el uso indiscriminado de equipo pesado y el envenenamiento de sus ríos, sin ningún tipo de regulación, bajo la acción de una minería dirigida y protegida por bandas armadas que son la ley del lugar y continuamente amplían los espacios expulsando a los indígenas Pemones de su hábitat natural.

El gobierno de Maduro ni siquiera puede tildarse de dictadura en las que como mínimo no hay caos social ni el hampa se desborda. Más bien se trata de un régimen despótico que no tiene respeto alguno por los derechos humanos pues reprime a diestra y siniestra, tiene más de 500 presos políticos civiles y militares con juicios paralizados y casi todos en condiciones carcelarias de aislamiento.

Entre otras severas restricciones, la libertad de expresión está severamente limitada. Verbigracia, en días pasados dos funcionarios policiales del Municipio El Hatillo de Caracas observaron el movimiento de soldados boina roja pertenecientes a la Casa Militar del Presidente de la República frente a una casa en la cual celebraban una fiesta, presumieron que Maduro estaba en la celebración y lo dijeron por twitter, osadía que les costó caro porque fueron detenidos, sometidos a juicio y reducidos a casa por cárcel bajo condiciones de silencio pues si hacen cualquier declaración pública retornan a una celda.

El fardo de una revolución fallida

¿Por qué el pensamiento progresista y de izquierda del mundo tiene que cargar con el  pesado fardo de una revolución fallida y pervertida como la de Nicolás Maduro?

Hay que limpiar la vitrina socialista para mejorar la exhibición que deseamos presentar a los ciudadanos del mundo. No somos el centro del universo, miremos a nuestro alrededor, existen mentalidades progresistas, inteligentes y constructivas generando soluciones para la humanidad, como los citados Slavoj Zizek, Kate Rawworth y Joham Rockström, también Javier Peña, Fernando Valladares del Proyecto Hope y muchos más.

O nos decidimos a acompañar la fronda de cambios o el futuro de los Partidos Socialistas Revolucionarios será el del Partido Carlista Español: meramente simbólico.

La derecha es vigorosa y sus sectores más radicales están al frente de EE.UU., el país más poderoso del mundo, más aun, tomó asiento en la Casa Blanca la temida derecha supremacista blanca, no obstante,  está dirigida por un líder del populismo conservador que poco compone y mucho pelea, poco convoca y mucho rechaza, poco unifica y mucho divide. En nuestra opinión ésto ofrece un flanco débil para que el mundo democrático y de izquierda le enfile las baterías, porque las banderas de la libertad, la justicia, la paz y el respeto a los pueblos están de este lado de la historia. 

Sin embargo, ante una situación como la que atraviesa Venezuela la izquierda dejó el campo a Trump para criticar el despotismo Madurista, lo que de paso aprovecha para atacar las ideas justicieras socialistas. La contramedida de la izquierda es la solidaridad automática, defendiendo a capa y espada al tirano, lo que es insostenible. En ese duelo Trump tiene la mano ganadora porque el 80% de los venezolanos rechaza al gobierno del PSUV y las simpatías del mundo democrático se inclinan por la sufrida población de este país. Esto nos inclina a dar una hipótesis que no es halada por los cabellos porque, el desarrollo actual de la campaña con Biden encabezando la preferencia de los electores, podría llevar al gobierno a decidir medidas definitivas para acelerar la salida del gobierno de Maduro, sería el As en la manga del presidente Trump.

 

Fernando Vegas T.

FERNANDO VEGAS T. Nació en Caracas, Venezuela en mayo de 1946. Casado con Violeta Clavaud. Tiene cuatro hijos e hijas, todos profesionales. Estudio Grammar y High School en los EEUU.  Obtuvo el título de Abogado en la UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV) de Caracas, el 18 de mayo de 1971. Tiene un Magister Scientiarum en Integración Internacional Económica en la misma UCV y una Especialización en Solución de Conflictos en el INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS PARA LA DEFENSA NACIONAL (IAEDEN) de Venezuela. Entre los años 1971 y 1979 fue profesor de Sociología del Derecho en la Escuela de Derecho de la UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV). Es autor de dos novelas publicadas por Editorial Planeta: “LA VENGANZA DE LA MEDIA LUNA”, 1999, y “ALIANZA PERVERSA”, 2004. También: “COLOMBIA, LA PAZ SE NEGOCIA NO SE CONQUISTA”, Editorial Panapo, Caracas, 2007. Entre 2005 y 2015 fue magistrado del TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA de Venezuela como miembro de la Sala Electoral. Durante el período 2013-2014 presidió la Sala Electoral y fue Primer Vicepresidente de la Junta Directiva. FERNANDO VEGAS T. was born in Caracas, Venezuela on May 11, 1946. Married with Violeta Clavaud. Has four professional sons and daughters. He studied Grammar and… More »

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