El Super Bowl en el desierto, por Maritza Félix
ARIZONA – El centro de Phoenix parece siempre una obra en construcción. Los últimos 10 años han sido de caminar entre andamios y cercos metálicos y ver cómo edificios se erigen en las esquinas, cada vez más altos y magnánimos. El proyecto de rehabilitación del centro de la ciudad comienza a tomar forma lentamente, a pesar de la pandemia y la inflación.
La alegría de todos
Sin embargo, en febrero se pararon los taladros. La zona de construcción de convirtió en una jungla deportiva. El evento más importante de Estados Unidos volvió al desierto: El Super Tazón se repite en casa. Más de 100 mil turistas de diferentes partes del mundo siguen llegando al Valle para anotarse un “touch down” afuera y adentro del estadio de los Cardenales de Arizona. De aquí al domingo, nadie duerme.
No es la primera vez que nos toca ser anfitriones, ni la primera vez que me toca cubrir la euforia de la afición. En el 2008, estuve de turista, y estos últimos dos, como prensa. En el 2015, la estrategia cambió: albergar el Super Bowl fue un esfuerzo colaborativo, ya que Glendale sería la casa del partido y Phoenix el convidante de las fiestas, eventos y celebraciones alrededor del torneo.
Hace ocho años, el centro de la ciudad no lucía como hoy. Había algunos lotes vacíos que fungían como estacionamientos, que se convirtieron en escenarios de conciertos y programas de televisión. Las calles se cerraron para hacer una fiesta deportiva que se extendía por cuadras, desde el estadio de beisbol hasta la estación de policía, del centro de convenciones hasta la Corte Federal. Era un caos organizado. Eran las ganas de estar, ser y disfrutar, a pesar de no tener boletos para el partido. Hoy se siente casi igual.
El miedo de muchos
Esta es, quizás, la mejor época del año para visitar la Capital de Arizona. Está soleado y se siente como en primavera en pleno invierno. En unos días comenzarán a florear los saguaros y los atardeceres se tornan aún más rojizos y mágicos. El paisaje es como una de esas obras de arte que te quitan el aliento, pero en vivo, con una vibración natural que nos hace contener el aliento de a poquito, sin darnos cuenta. Por eso vienen tantos.
Pero hay un fantasma que ronda y muta: la pandemia y la violencia. A unos aún temen al virus y otros más sienten pavor por la seguridad. Hemos tenido tantos tiroteos masivos en Estados Unidos, que es difícil soltar el cuerpo en multitudes. El miedo es real.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y representantes de cada una de las agencias del orden público en Arizona indicaron que este será uno de los eventos deportivos más seguros en la historia. “Tenemos la mejor tecnología y la experiencia que se necesita”, comentaron, aunque no quisieron dar pormenores del equipo, las tácticas de vigilancia y la inteligencia que usarían para prevenir un ataque.
En cuestión de salud, es un reto personal. La mayoría camina sin cubrebocas y el distanciamiento social no es obligatorio. Nos cuidan y nos cuidamos. No hay más. No se puede dar marcha atrás.