El yuan chino y la hegemonia del dólar
Desde una perspectiva global existirían en total unas 180 monedas nacionales como instrumentos de transacción, equivalencia de intercambio y unidades de contabilidad. No obstante, sólo unas pocas de ellas son aceptadas y utilizadas como medios de intercambio mundial.
Cada una de las principales monedas de comercio planetario tiene zonas de influencias: el euro en Europa Occidental y Oriental, además de algunos países del norte de África, el dólar como moneda de supremacía internacional y en oriente la tradición del yen japonés y la emergente influencia del yuan chino.
Todavía existe alguna presencia de la libra esterlina, la moneda dominante hasta la I Guerra Mundial. En todo caso, la importancia de estas unidades es que tienden a constituirse en nichos de protección de activos ante condiciones de inestabilidad cambiaria, monetaria o bien ante el embate de inflación. El fortalecimiento de estos nichos de refugio de valores conlleva por lo general el debilitamiento en las condiciones de cotización de la moneda del país es decir de la depreciación y/o devaluación.
El punto para destacar aquí es que la estructura de activos monetarios chinos, la recompra que ha llevado a cabo Pekín de la deuda estadounidense y el gran tamaño de su economía, hace que el yuan tenga importantes avances en el comercio y las finanzas internacionales. Las implicaciones prácticas en los intercambios proyectan que la moneda china plantea retos para la divisa estadounidense como medio de transacción.
En las condiciones actuales, de conformidad con caracterizaciones que ha hecho el Fondo Monetario Internacional (FMI), el dólar estadounidense continúa siendo la moneda generalizada de intercambio comercial global. Sin embargo, ese dominio tiene tendencia a la baja. En 2000 la divisa manejada desde Washington representaba un 70% de las reservas internacionales. Hoy, 23 años después, ese indicador es de 60%.
Por otra parte, Pekín controla estrictamente el yuan y eso impide que pueda ser una unidad de convertibilidad abierta con otras monedas. De hecho la tendencia china es a mantener su moneda en condiciones de “debilidad” frente al dólar, lo que le brinda a la economía de la potencia asiática condiciones favorables de competitividad en los bienes y servicios que intercambia en los mercados internacionales.
A esto debe agregarse otra característica: el mercado financiero y monetario manejado desde Washington -especialmente en lo que corresponde a mercados de crédito y bonos- tiene asegurada una mayor liquidez y respaldo en comparación con otros países. Es claro que esto favorece la actual hegemonía del dólar.
Al comparar las influencias que puede tener una moneda en el medio internacional deben considerarse como mínimo estos factores: reservas de balanzas de pago; comercio de mercancías; niveles de deuda. Al establecer la caracterización correspondiente, la situación del dólar tiene claroscuros.
Las reservas se ven afectadas porque el dólar tiene aceptación como medio de intercambio internacional. Esto es muy importante tomarlo en cuenta, por ejemplo, cuando la Federal Reserve establece una política monetaria expansiva. Si los dólares buscan otros países como nichos más competitivos, los países que reciben esos flujos de moneda estadounidense verán apreciadas sus monedas.
De esa manera estas últimas economías tendrán dólares baratos y aumentarán las importaciones, lo que tenderá a hundir en números rojos las balanzas comerciales. En cuanto al intercambio de mercancías, es evidente que Estados Unidos muestra rezagos. China estaría exportando un 14% del total de mercancías del mundo seguido por un 12% de Alemania, mientras que Washington tendría ventas que son entre 10% y 11% global.
Respecto a la deuda, se encuentra fuera de toda duda que la deuda externa estadounidense tiene un peso de unos 122% del total de producción, con números que ascienden a casi 24 trillones (millones de millones) de deuda total. Es de observar que, al establecer comparaciones de deuda, las cantidades pueden variar si se incorporan criterios de poder paritario de compra (ppp, por sus siglas en inglés, purchasing parity power).
De una manera más coyuntural, pero no por ello menos significativa, afectan a los mercados financieros y comerciales del mundo los acontecimientos de la guerra Rusia-Ucrania. Aparte de las repercusiones relacionadas con abastecimientos de materias primas, de petróleo y cereales, de interferencias en las cadenas de suministros, se están consolidando como factores importantes, las sanciones económicas de Occidente a Moscú.
Producto de esto último, muchos países emergentes pueden ver estos castigos como una advertencia. Al respecto, es de no perder la perspectiva que las reservas rusas estarían llegando a unos 300,000 millones de dólares. Cifra nada despreciable. Esto hace considerar a otras monedas como alternativas de reserva e intercambio en el comercio mundial, situación que desde ya aprovecha China.
En particular desde 1995, Pekín ha fortalecido su presencia comercial en el mundo. Actualmente en Latinoamérica, China es un socio comercial muy importante para países como Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Perú. Una situación que no se tenía hace 25 años. Este poder comercial unido a las reservas de la economía asiática y su crecimiento económico son factores que fortalecen los desafíos que el yuan plantea como moneda alternativa de intercambio frente al dominio actual del dólar estadounidense.