Iglesia y protestas: Trump puede dormir tranquilo

El establishment puede dormir tranquilo: no habrá revolución ni grandes levantamientos. La rabia inicial por el asesinato de Loyd se agotó. Ahora protestan miles sin agenda evidente. Y los religiosos se encargarán de esterilizar las protestas gracias a su acceso a los medios de comunicación, al poder y a los beneficios que da el manejo y la explotación de la fe

La iglesia católica fue muy importante para promover las grandes marchas del 1 de mayo en 2006 en Estados Unidos a favor de la migración. Sin embargo, no se escuchan sus voces en contra de la discriminación institucionalizada, aunque estén ofendidos por la foto de Trump sosteniendo una biblia frente a una iglesia. Lo primero que dijeron es que los ofendió que no les avisaran.

La iglesia, igual que muchas instituciones políticas, es heterogénea y en su seno hay corrientes y posturas, aunque en el fondo representan posturas conservadoras. La teología de la liberación fue perseguida con energía por el Vaticano, para asegurarse que no se rompa la narrativa y los compromisos con el poder político.

Llama la atención que la imagen dominante de la fe de los afroamericanos son las iglesias cristianas llamadas protestantes, las que también tienen muchas denominaciones. Algunos le reclaman a la iglesia católica el haber apoyado al esclavismo durante la colonia americana.

Lo importante es notar la preeminencia política y dominio de las iglesias que explica de buena manera la politización y movilización comunitaria.

Los pastores se apoderaron de las protestas por el asesinato de George Floyd y han convertido la protesta en un evento religioso. El pastor –comentarista en la televisión- lanzó un discurso fúnebre incendiario, pero el incendio se queda en la iglesia enterrado por el himno religioso que energiza a la gente, mientras la desactiva y desmoviliza políticamente. La película La hoguera de las vanidades basada en un libro de Tom Wolfe demuestra crudamente el apetito de riqueza de un pastor que inflama a la comunidad para aniquilar a un banquero blanco.

A final de cuentas el llamado de los pastores es: si quieres cambiar el sistema debes votar.

Y los afroamericanos votan, logran inclinar la narrativa en las campañas hacia temas que les preocupan. Una elección tras otra el sistema cambia, para empeorar. Las medidas policiacas los asesina y victimiza. Las judiciales los envían en grandes números a las cárceles. En las cárceles se mantiene el acoso y mal trato, están condenados a los niveles más bajos del bienestar económico. Y todavía encontramos la estúpida tesis de que son flojos porque el Estado de bienestar los mantiene sin trabajar. Por cierto, esta versión imbécil se maneja ahora diciendo que con los estímulos del Covid-19 la gente gana más sin trabajar y carecen de estímulo para volver al trabajo, argumento demolido por el premio nobel de economía Paul Krugman.

Mientras más se refuerza el liderazgo de los pastores más se debilita el de la comunidad, se inhibe el surgimiento de líderes sociales y una agenda política radical que revierta el sistema discriminatorio y racista institucionalizado y de gran injusticia económica. Los pastores dominan los espacios públicos. Las voces que se escuchan son las de aquellos que se cuelgan en el ministro cristiano Martin Luther King.

La intuición de Trump fue correcta: dispersó brutalmente a los manifestantes para caminar a la iglesia y enarbolar la Biblia para desplazar a los religiosos y erigirse como el único líder político. Su acto no era sobre la fe sino el intento de arrancarle a los religiosos el liderazgo político. El acto, por muy hipócrita que sea fue muy audaz y los clérigos respondieron con energía. En la palestra está el control de la sociedad.

Una de las mejores síntesis que he visto sobre el tema es una entrevista de Muhammad Ali (Cassius Clay) dónde indica cómo la religión (católica-cristiana) se volvió blanca y Jesucristo se volvió nórdico. Los ángeles son blancos, el bien es blanco y el mal negro. La noción penetró la narrativa social, en Star Wars la Princesa Lea es blanca y Darth Vader es negro. De paso, Ali indica que no hay razón para no conquistar hoy el bienestar que los religiosos te prometen para el otro mundo, dónde según el tendrás leche y miel, que, indica, es un laxante…

El discurso religioso es despolitizador. Embauca a la gente prometiéndole un mundo mejor mientras sus líderes gozan las riquezas de este mundo y negocian con el poder por perverso que este sea. ¿Quién no recuerda sin indignarse el Tedeum a favor de Pinochet? Su régimen, con el silencio de la iglesia, produjo 27,255 torturados, 2,279 ejecutados, 200,000 exiliados, un número desconocido de detenidos ilegalmente y encerrados en centros clandestinos y asesinados por la inteligencia chilena.

El establishment estadounidense puede dormir tranquilo: no habrá revolución ni grandes levantamientos. El saqueo y la rabia inicial de las protestas por el asesinato de Loyd –y de muchos más- se agotó.

Ahora, protestan miles sin agenda evidente. Ya las iglesias se encargarán de esterilizar las protestas gracias a su acceso a los medios de comunicación, al poder y a los beneficios que da el manejo y la explotación de la fe.

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Autor

  • Investigador visitante en UT Austin. Chair, International Advisory Board for Immigration Studies. U.S.-Mexico Research Program. UCLA. Director asociado de la revista Araucaria. Director del semanario El Reto. Testigo experto en juicios de asilo político y para frenar deportación de mexicanos en Estados Unidos. Posdoctorado en Historia, University of California, Los Angeles. Doctor en Ciencias Política (UNAM). 35 libros publicados y más de 1,000 artículos. Traducido al inglés, francés e italiano. Pionero en varias áreas de investigación: análisis de redes políticas, estudios sobre humor político, democratización en México, temas fronterizos (agua, migración y seguridad) y sobre Crimen Autorizado.

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