La Escuela Número Nueve
El video en YouTube es de pobre calidad y hay que mirarlo en posición horizontal. Pero lo que muestra es la imagen del entusiasmo. Un muchacho baila sobre el trasfondo de un muro de hormigón. Luego vienen más danzantes, y a su alrededor se forma un regular corro de gente batiendo palmas. «El 80% de la escuela estaba ahí, mirando… el 75% de la escuela son niñas», escribe la autora. Y sí: cien niñas gritan y aplauden mientras los muchachones bailan solos el paso llamado ‘jerk’.
Es en la Escuela Central Número Nueve, la nueva secundaria de artes visuales y de espectáculos (visual and performing arts o VAPA) en el centro de Los Angeles, ahora en su segundo año. Para quien no la ubica, es aquella con la torre como apéndice que exhibe a quienes circulan sobre el freeway 101. Para más datos, al otro lado de la supercarretera está la Catedral metropolitana. Tan cerca están que por un tiempo pensé que esa torre no era sino un puente inconcluso que uniría ambos complejos edilicios.
Para Jeremy, es su primer año aquí. Acaba de llegar allí, después de ocho años en una charter de Altadena. La vida le hizo un vuelco. Es como si hubiera germinado y crecido de golpe. Está más erguido, se interesa más por lo que le rodea y goza de la escuela VAPA.
Como todas las cosas nuevas del mundo, ésta aún no tiene nombre. Quizás porque todavía busca identidad.
La semana pasada con mi compañera asistimos a un evento de orientación para los padres. Durante tres horas recorrimos las salas de clase y nos reunimos con los maestros de Jeremy: de drama, escenotecnia, oratoria, danza, música. Pero también de algebra, matemáticas, biología, inglés y educación física.
A estas horas, los maestros parecen agotados. «Tengo 239 chicos en mi clase. A cada uno debo dar cinco calificaciones, esta semana. ¡Pero no alcanzo!,» confiesa uno. Luchan entre el deseo de ser relevantes, instruir a mis hijos con alta calidad, y la monstruosidad del sistema, un distrito escolar de más de 650 mil alumnos al que le cortan los presupuestos y que lucha contra un futuro incierto.
Luis López, el nuevo director de la secundaria, se dirige a los padres en el inicio del evento. Dice: ‘estoy disponible’. ‘Sus hijos están en buenas manos’. ‘La preparación para la universidad comienza en el primer año de la secundaria’. Sabias palabras. Luego se dirige a los padres en español.
El ciclo se repite en la clase del profesor Schiller. A medida que nos habla, María, una alumna, lo interpreta en el idioma de Borges. Hace una tarea excelente, profesional.
Veo dos tipos principales de alumnos. Los nuestros – latinos, afroamericanos, chicos de familias trabajadoras, y los también nuestros, los hijos de hippies blancos, de artistas y ejecutivos.
Me parece, con mi vuelo de pájaro, que esto define a «Nine», como le dicen los estudiantes.
López, con nueve años de experiencia al frente de escuelas, parece un docente por antonomasia, y yo recuerdo a los «directores» que tuve de mis escuelas secundarias, allá lejos y hace tiempo. Invisibles para los alumnos, eran una imagen de intimidación. Los padres estaban excluidos. Una era interventora de parte de la dictadura militar. Algo sucedió y ella misma desapareció del mapa, siendo reemplazada por un capitán. ¡Un capitán! Además, un policía de civil nos miraba desde la ventana durante largos minutos mientras recitábamos la clase, buscando quizás señales peligrosas de que estábamos pensando. Qué diferencia.
VAPA, la Escuela Secundaria Central Número 9, es ambiciosa. Este año preparan la obra de teatro The Crucible, de Arthur Miller, sobre los juicios a las brujas de Salem en Massachusetts, 1693. Habla del maccarthysmo, la intolerancia, la hostilidad hacia el prójimo. Muy actual. La quieren llevar al festival internacional de teatro de Edinburgo, en Escocia, con William Goldyn, el profesor de Oratoria, como su director. «Necesitamos recolectar 500 mil dólares para eso», dice uno de los profesores como si fuese cosa normal, y sí, esperan hacerlo.
Paseamos por el patio. Los niños se fueron, o aún no han llegado. Es una explanada maciza de concreto sin adornar ni pintar. Neutra. Podría ser un centro comercial o una cárcel. Pero es una escuela. Del centro surge un cono estilizado que recuerda la Torre de Babel. Es la biblioteca que todos recomiendan.
Se acabó la orientación. Nos vamos. ¿Y los videos en YouTube? Una delicia, porque muestran el lado de los estudiantes. Los chicos danzan el baile de La Llorona durante el día mundial de la sida. O cantan el uno para el otro en el patio de la escuela durante su hora de ‘open mic’.
Creativos, gozosos.
María, Jorge, Gabriel: este texto podrá interesarles: Reflexiones ociosas sobre arte, conocimiento y educación
http://brianholmes.wordpress.com/2010/10/27/juegos-corporaciones-y-lejanas-constelaciones/
Saludos, Alicia
encontré un minivideo sobre la Summerhill original, en Inglaterra, hace 80 años de la que son variantes las escuelas de Maria Montessori, Emma Goldman, el Nóbel de Literatura Rabindranath Tagore con su Shantinikitán (creo que la Yasnaya Polliana de León Tolstoy también inspiró al bengalí) y la Universidad de la Tierra de Gustavo Esteva, o Unitierra, según él mismo
Y bueno, ahora tengo que seguir corrigiendo exámenes
wow! muchas gracias…
estamos en diálogo…
esa es la onda…
yo también me tengo que poner a trabajar (traduciendo)
saludos
Alicia
Encuentro este video sobre Unitierra, Universidad de la Tierra, muy atractivo
Interesantísima y pertinente la información que proporciona Alicia; gracias
Hola, María. Gracias.
Cometí un par de errores que quisiera aclarar.
1. No distinguí (al contrario, confundí) las experiencias escolares más ligadas a la tradición de educación y comunicación popular y a las luchas comunitarias –obreras e indígenas, por ejemplo– por la autonomía y la autogestión, con las escuelas activas, que son escuelas privadas, urbanas, inspiradas por Montessori, Decroly, Makarenko, Freyre… y demás vanguardias educativas que tuvieron difusión amplia y auge en los 70’s en el D.F. Todas ellas son de inspiración más o menos antiautoritaria y, por supuesto, los urbanos pasaron por la lectura de la experiencia de Summerhill. Pero eso es lo que las distingue justamente, que es lo que yo quería subrayar. Hoy por hoy la escuela activa ya no emociona demasiado. Es cara y realmente no aporta mucha diferencia a lo que puede ofrecer otra escuela privada de corte liberal progresista. En cambio, las luchas por la autonomía y la autogestión, que vienen de abajo y son sostenidas por comunidades en el campo o la ciudad, son públicas, en el sentido comunitario (no estatista) y son parte de una búsqueda, de un proyecto abierto, y están construyendo y buscando las alternativas para el porvenir. No se presentan como modelos ya construidos y cerrados. La presencia o la base más o menos ideológica de tales proyectos puede gustarnos o no, pero me parece muy interesante que pueda existir el diálogo Norte-Sur (desde abajo), y re-conocerse las perspectivas latinoamericanas.
Saludos
Abrazos
y un linkcito interesante: http://books.google.com.mx/books?id=BWdhJq1neaAC&printsec=frontcover&dq=adriana+puiggros+sim%C3%B3n+bol%C3%ADvar&source=bl&ots=UxIaEHaB0J&sig=e29NPh5_pOFG_FOI4Wr0EuWeIx4&hl=es&ei=l6a4TOHvI46ssAO57bzcDg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CBQQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false
Lo que le ha faltado a la tradición anti-autoritaria de la escuela es mirar pa’l Sur. Específicamente las experiencias de comunicación y educación popular, a las escuelas autónomas y comunitarias.
Las escuelas de este tipo, en México (aquí les llaman activas), han resultado activistas y también mantenedoras del establishment.
Creo que hay que cambiar la idea de que debe haber un maestro a cargo de un grupo de muchachos. La relación, además, con el conocimiento, sigue reproduciendo el sistema de jerarquías varias en el mundo.
Creo que la escuela debiera ser menos una cápsula de formación e información libresca y más un espacio de múltiples interacciones con semillas y de cultivo comunitario.
A cargo de la educación de niños y jóvenes, sueño, debieran estar los padres, tíos, abuelos, artesanos, profesionales, artistas, trabajadores, campesinos y x miembros de la comunidad. Los maestros serían ya no los que cargaran con toda la responsabilidad, serían más facilitadores que detentores de la verdad, el orden, la disciplina y el Saber.
En mi sueño libertario el Estado no estaría a cargo, pero mientras el Estado siga siendo nuestro modelo y sistema de organización social, creo que el Estado tendrían simplemente la obligación de garantizar las condiciones para que la educación popular y comunitaria pudiera darse (ni planes, ni programas)..
Creo que hay una crisis de modernidad, de Estado, de educación pública, de relación maestros-alumnos, de paradigmas educativos.
Yo sueño con la igualdad radical en el proceso de formarse uno, como lo propusieron Jacotot hace cientos de años, y Ranciére en el sigo XX, en «El maestro ignorante».
En México (Oaxaca y Chiapas, entre otros) hay varias experiencias de educación comunitaria que son ejemplo de que se puede hacer una educación anti-autoritaria comunitaria. Por ejemplo, la Universidad de la Tierra, fundada por Gustavo Esteva.
Un artículo que renueva el tema de la formación del estudiante en su segunda etapa, la adolescencia, y me trae a la mente varias consideraciones no todas concordantes, pero espero que pertinentes y, si no, habré hecho perder el tiempo a quienes las lean.
Porque si bien es cierto que a los chicos les encanta este tipo de escuela creativa, lo es también el que esos experimentos «anti-autoritarios» se dieron en Inglaterra, tras la Primera Guerra Mundial, avalados por personajes como Sir Bertrand Russell y Dora, su (entonces) esposa, mientras partidarios de la Revolución Bolshevike.
En Inglaterra, las escuelas experimentales de tipo anti-autoritario se encarnaron en Summerhill, «where kids have freedom to be themselves» (donde los chicos tienen la libertad de ser ellos mismos), y deciden cada día «if they want to go to class or not» (si quieren asistir a clase ese día o no) fundada en 1921 por A. S. Neill.
Y de hecho continúa y dirigida por su hija («success is not defined by academic achievement, and you can play all day if you want to», el éxito no se define por el logro académico y el menor de edad puede jugar todo el día si lo desea); como un «país de las maravillas», un internado en el bosque, con piscina y todo, con mucho dinero y para un grupo especial de chicos. Este estilo de enseñanza donde hay horror ante el control «policíaco» del maestro represor, sí que dio buenos resultados en grupos super pequeños,de no más de doce estudiantes (blancos o del Lejano Oriente, y de clase media); sí tienen reglas, de hecho 150, pero pueden ser cambiadas si todos lo deciden por votación y ninguna es de tipo autoritario, es decir un principio moral inquebrantable; así se forma idealmente a una sociedad civil:
http://www.summerhillschool.co.uk/
Es una escuela privada, la más controversial de Inglaterra, la que el gobierno ha tratado de cerrar, la que dio origen a una serie de tv que por fin le consiguió el apoyo popular y la subsecuente aprobación del inspector gubernamental:
http://www.independent.co.uk/news/education/schools/summerhill-inside-englands-most-controversial-private-school-772976.html
En Italia destacaron desde el 1900 las escuelas anti-autoritarias de Maria Montessori y luego fue en California donde se asentaron, en la California hippy de los 70s, cada vez más llenas de niños de padres divorciados, de menores con problemas de «deficiencia de atención», inmersos en la tv, sedados con fármacos.
En la Unión Soviética también fueron creadas estas escuelas alternativas de danza y libre expresión; pero al poco tiempo, desmanteladas con la llegada al poder de Stalin quien las consideraba nocivas para la juventud, así como nocivos los experimentos de Lenin con las relaciones íntimas pre o/y extra matrimoniales, el feminismo y las comunas donde conviven los dos sexos libremente y sin ataduras.
Los Russell, que creían que lo más importante para el niño y el joven era sentirse feliz la mayor parte del tiempo posible, se fueron a la URSS de viaje y volvieron desencantados del autoritarismo y más dispuestos que nunca a apoyar la educación libertaria de Summerhill; al fin y al cabo, el Reino Unido aún sufría enfermedades sociales como el abuso infantil en forma de castigo físico contra niños.
Sin embargo, no tardó Summerhill en volverse una escuela controversial y caer en desuso. Empezaron a correr rumores de profesores exhaustos y de chicos que habían de ser entretenidos y estimulados incensantemente, chicos que terminan volviéndose unos tiranuelos y que tenían escasa capacidad para lidiar con la frustración de sus deseos y el logro inmediato del placer, aunque fuera el del apoyo automático del maestro, todo trabajo no importa cuan mediocre era recibido con un «well done, you can do it, there is nothing impossible for you». Y, claro, cuando, al salir de Summerhill, la realidad no se acomodaba a las expectativas de «immediate gratification» y el joven genio creativo no era reconocido como tal inmediatamente, pues … la droga.
Claro que salieron una minoría de genios creativos estilo los chicos de Pink Floyd («we don’t need no education», de The Wall, es el himno extraoficial de Summer Hill), pero aun en estos casos se trataba de chicos finos clase media alta, con familias educadas, así que no quedaba claro si su éxito se remontaba a la escuela o, como el de sus amiguitos que fueron a escuelas tradicionales, al «good breeding» inglés proverbial, que proporciona Eton u otra escuela tradicional.
La saga de Summerhill adquirió otro giro imprevisto cuando se fue revelando el ocultismo como ideología fundamental que alimentaba al creador de Summerhill y a sus primeros colaboradores, ocultismo mezclado con freudianismo y erotismo (Eric Fromm), explicación de todo problema humano como resultado de la represión sexual, de la culpa incestuosa frente al deseo por la propia madre, de la rebelión frente al padre como figura autoritaria y odiosa por tanto.
En Inglaterra apareció, tras una generación de escuelas donde los chicos podían «ser ellos» (be themselves, como meta principal); el resto de las escuelas, las públicas y sin tantos fondos y prestigio, recibió el impacto sicológico del anti-autoritarismo y el creativismo de Summerhill. Salieron de ellas los genios del rock junto a los chicos díscolos que el profesor Anthony Burges conoció tan en carne viva antes de renunciar a enseñar Shakespeare y ponerse a escribir Naranja Mecánica (Clockwork Orange).
En Estados Unidos, sin embargo, el encanto de Summerhill persistió hasta los 1970s —en 1973 Summerhill fue el libro más usado entre pedagogos y más recomendado— y duró mientras duraba el regocijo por los experimentos sociales. «El bebé de Rosemary», novela de Ira Levin, hecha película por Polansky, contiene la escena en que el «padre» adoptivo del hijo de Satán, decide ponerle al nonato, en cuanto nazca, el nombre de «Andy», en honor al creador de Summer Hill.
En España, Zapatero, padre de dos chicas neogóticas y de botellón, ha tratado de reorientar la educación hacia el modelo Summerhill, en momentos en que los estudiantes españoles salen de últimos en los exámenes de la Unión Europea; se le critica:
http://razonesparacreer.blogspot.com/search/label/Summerhill
Como maestra alterno en mis clases la tradición con los experimentos y a veces alguno de ellos me sale mal, como ocurrió este semestre al pasárseme la mano con el número de invitados y de videos de música de cada país, de enviarlos anoche a ver el estreno de la última peli de Gael García Bernal, ya que estaba indispuesta y tuve que cancelar la clase por primera vez; mis mejores estudiantes, los mismos que me han dicho cuánto han disfrutado de la clase con todo y videos de Guayana e invitados de «los medios», me pidieron volver a la estructura tradicional, a mi gramática y a mis «lectures» (ponencias).
But once the cat is out of the bag, that can prove a real challenge. ¿Tendré que bailar y cantar, actuar y sacarlos al parque a escribir poemas colectivos? Veremos
MaríaEugenia
Cuando cada uno da lo mejor de sí, las cosas suelen resultar bien. La escuela como espacio de control social, de adiestramiento político, de difusión del miedo a la autoridad, de aletargadora de los ímpetus creativos y de la reflexión, ya debiera empezar a quedar atrás. Falta mucho aún para eso. Hay demasiada resistencia en cada país y grupos que sólo pretenden la perpetuación exacta del statu quo social.
Vuestra exposición muestra todo lo que se puede lograr cuando dejamos de considerar a la pedagogía como un instrumento del miedo y la manipulación, y le dejamos el camino libre para que extienda sus alas y abrace y encauce a la multiplicidad de talentos que hay en cada joven persona.
Un texto limpio, impregnado de nobleza.
Yo estudié en un bachillerato de artes público en México, D.F., el Centro de Educación Atística «Luis Spota Saavedra», del INBA.
A pesar de sus carencias presupuestales, de docencia y curriculares, fue una gran experiencia formativa para mí. La mejor de mi vida.
¿Me puedes pasar el link del video en youtube?