La limitación de visas no va a solucionar nada y hará daño a la economía
El gobierno de Donald Trump anunció esta semana nuevas limitación de visas para extranjeros que trabajan temporalmente en Estados Unidos. Estas restricciones, aunadas a otras anteriores, son caprichosas, destinadas para consumo de los adictos al Presidente. Al final, obran contra los intereses económicos del mismo país.
Este mandatario ha obstaculizado desde sus inicios los trámites migratorios en general, en un ataque contra la inmigración legal, además de la indocumentado. Así, ha interrumpido la expedición de pasaportes, postergado audiencias migratorias en procesos ya iniciados, cancelado las entrevistas para los solicitantes de asilo. Dejó de procesar visas de reunificación familiar con familiares inmediatos de residentes legales permanentes y de ciudadanos estadounidenses y en general suspendió la entrega de green cards.
Las nuevas restricciones, según el documento que dio a conocer la Casa Blanca, están supuestamente dirigidas a quienes “presentan un riesgo para el mercado laboral de Estados Unidos” por la pandemia. Esperan que al limitar el ingreso de trabajadores estos puestos se abran para estadounidenses y así disminuirá la grave cesantía que padecemos como consecuencia del COVID-19.
En realidad, es poca la relación entre estas medidas y ese supuesto beneficio a los trabajadores estadounidenses. La nueva ofensiva de Trump no es, como dijo la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) una respuesta a COVID-19.
El anuncio sigue la práctica de Trump de legislar por decreto, sin pasar por el Congreso. Así es como ha impulsado su proyecto del “muro fronterizo”. Así prohibió el ingreso de ciudadanos de países musulmanes, redujo la cuota de refugiados e intensificó las deportaciones inmediatas.
Las empresas tecnológicas, por su parte, criticaron la nueva serie de ataques a los inmigrantes. Especialmente protestaron por la suspensión hasta fin de año de programas como la Visa L-1, que permite a estas empresas transferir empleados de sus oficinas en el extranjero, y del programa H-1B para 85,000 trabajadores anuales en ocupaciones especializadas.
Por otra parte, en la medida ni siquiera se menciona las 66,000 visas anuales H-2A para trabajadores agrícolas, que están excluidos y seguirán viniendo. Son trabajadores esenciales. Sin derechos, con salarios de hambre, sí, pero esenciales.
La inmigración en general, y en especial la de expertos en diversos campos, ha contribuido inmensamente al éxito económico de Estados Unidos, le proporcionó su diversidad que es condición de su progreso y le ha permitido convertirse en el gigante tecnológico que constituye en la actualidad.
Un ingeniero o un médico que llega a estas costas constituye el producto de 16 años o más de educación. Pero los invirtió su país de origen y los usufructuará éste. Es conveniente para Estados Unidos. De ahí la prosperidad de los países basados en la inmigración.
La medida de Trump carece de lógica económica. No va a llevar a que se empleen más estadounidenses en trabajos que hasta ahora han rechazado o a los que no estaban preparados. En definitiva va a dañar la economía.
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