Estas son las tareas de Biden en inmigración

Estas son las tareas que como presidente deberá ejecutar Joe Biden en inmigración a plazo inmediato, en el plano legislativo y durante sus cuatro años de gobierno

¿Qué le espera a Joe Biden en inmigración? Asumamos, por un momento, que es el 21 de enero y que es presidente de Estados Unidos y Kamala Harris la vicepresidenta y la lucha contra la reticencia de Donald Trump de aceptar los resultados de las elecciones están detrás nuestro. 

Inmigración: un tema central para la comunidad

Es difícil de imaginar si se siguen de cerca las actividades conscientes y estratégicas del régimen Trump, como el despido abrupto y brutal del encargado de la ciberseguridad del país por haber dicho la verdad: que no hubo fraude.

Dejemos entonces de lado temores y premoniciones y comencemos a pensar en cuáles serán, o debieran ser, las tareas centrales de la próxima administración en la cuestión migratoria. Porque es un tema crucial para nuestra comunidad.

Biden no viene del vacío. Aunque suele desentenderse de su responsabilidad en aquel entonces, señalando que como vicepresidente entre 2008 y 2016 cumplía decisiones del jefe del ejecutivo, su punto de partida son las acciones tomadas por la administración Obama. Que era la suya.

Las acciones de la era Obama / Biden

La reforma migratoria eludió por ocho años al expresidente.

Prefirió invertir (y perder) su capital político en la reforma de salud aptamente llamada Obamacare, en lugar de la prometida acción en inmigración.

Pero no estuvo inactivo.

Durante su mandato, en 2012, se estableció el programa DACA, que creó protecciones renovables cada dos años a centenares de miles de jóvenes cuyos padres los trajeron de pequeños, ilegalmente, al país y que crecieron como estadounidenses.

En 2014 promulgó DAPA, el programa que pretendía conferir un status temporario legal también para los padres de los Dreamers, aunque fue detenido en tribunales. 

Biden en inmigración revertir lo hecho por Obama
Biden en inmigración revertir lo hecho por Obama

Pero además de no poder avanzar la reforma, Obama también incrementó las deportaciones; construyó los primeros campos de detención luego convertidos en prisiones por Trump. Quizás para apaciguar a suficientes republicanos para que piensen que aplicando mano dura contra la ilegalidad migratoria es digno de su apoyo. Algo que, como se sabe, jamás logro.

Pero lo hecho por Trump en cuatro años, que a nivel general significó una paulatina destrucción de las instituciones democráticas del país – parecería que está al servicio de otros y que lo hace concientemente – es mucho más negativo.

Por eso se siente alivio de que la victoria demócrata da fin a una política xenófoba y racista en donde los latinos en general y los inmigrantes en particular fueron chivos expiatorios para enardecer a muchos seguidores fanáticos de Trump. Una población numerosa que vive un proceso de retroalimentación maligna donde él les alimenta de ideas irredentistas, sospechas fantásticas y sed de venganza.

Y ellos lo encaraman a lo más alto de su Olimpo y le piden, a gritos, más. 

Primera semana de Biden en inmigración

¿Cuáles son las tareas que la nueva administración debería llevar a cabo, además de detener la maquinaria de discriminación montada por la actual?

Esperamos ver no solamente un fin a la incitación y la mentira característica de Trump, sino también un fin al espectáculo de niños separados de sus padres y enjaulados.  Y un esfuerzo federal para localizar a los más de 600 infantes cuyas huellas el gobierno actual ha perdido, para devolverlos a sus padres.

Esperamos presenciar el último suspiro de la quimera del muro fronterizo, que nunca tuvo utilidad ni lógica.

Un fin al intento de anular el plan DACA y de deportar a los Dreamers.

A la política de “tolerancia cero” para familias migrantes.

Al rechazo de quienes – en su derecho, legalmente – comparecen en la frontera abiertamente para pedir asilo en nuestro país. 

A la prohibición (enmendada) de ingreso a inmigrantes de países musulmanes.

Al uso de las unidades militarizadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) como fuerza de choque contra latinos en todo el país. Lo han hecho independientemente de si son criminales indocumentados que merecen ser alejados del país o simplemente familias de trabajadores que contribuyen a nuestra sociedad. Que pagan sus impuestos e incluso sirven en nuestra Fuerzas Armadas.

A la reducción y obstaculización de la inmigración legal.

Las acciones legislativas que se requieren

Biden puede anular los peores aspectos de la pesadilla, de la película de horror llamada Donald Trump, en la primera semana de su ejercicio presidencial, y así lo ha definido.

¿Y después?

La situación no ha cambiado básicamente desde 2008. Viven entre nosotros 11 millones de indocumentados – nadie sabe cuántos, exactamente – que aspiran a integrarse plenamente al país. 

¿Cómo se perfila la posibilidad de una reforma migratoria? Una reforma que al menos otorgue permisos de residencia y de trabajo a muchos de los millones de inmigrantes, para que puedan quedarse sin miedo de ser deportados y prosperar.

El periplo que iniciará el 20 de enero amenaza con ser de confrontación partidista y bloqueo de prácticamente todas las iniciativas presidenciales. Pero curiosamente, varios senadores republicanos consideran la inmigración como un área de posible diálogo, compromiso y acuerdo. Lo afirma el senador John Cornyn  Y Lindsey Graham menciona el tema de los “Dreamers” como área de cooperación.

Tareas de Biden en inmigraciónUna postura conciliatoria similar expone el senador Chuck Grassley, quien encabezará el poderoso Comité de Asuntos Judiciales – si se recupera, a sus 87 años del contagio del coronavirus. Grassley, el cuarto en la línea de sucesión presidencial, rechaza tanto deportarlos a todos como piden algunos como concederles ciudadanía a todos, pero considera posible lo que está entre los “dos extremos”. Es importante.  

Estos líderes y otros republicanos estarían dispuestos al diálogo.

Es importante porque una reforma de la ley migratoria será imposible sin la cooperación de al menos parte de los senadores republicanos, porque para dar fin al debate y pasar una resolución tal se requieren 60 de los 100 votos, y los demócratas tendrán, en el mejor de los casos, 50. 

La reforma se ve así como una aspiración de ambos partidos y una oportunidad de reducir las confrontaciones entre ellos.

Ordenes ejecutivas adicionales

Pero incluso sin apoyo republicano, Biden podrá cambiar sustancialmente la situación por medio de edictos y proclamas presidenciales. Así lo hizo Trump muchísimas veces.

Entonces, una vez terminada la tarea urgente de los primeros días, Biden debe, efectivamente, revertir la amenaza de deportación que pende sobre los Dreamers, para que gradualmente se conviertan en ciudadanos.

Asimismo, puede aumentar la tasa de refugiados.

Establecer nuevas guías para las deportaciones, incluyendo congelarlas temporariamente hasta que éstas se definan y funcionarios y agentes estén informados.

Asimismo, emitir nuevas órdenes a los miembros de las distintas fuerzas en la secretaría de Seguridad Interna para que respeten a las familias inmigrantes y den fin al ensañamiento.

También limitar el alcance de los campos de detención migratoria, especialmente aquellos en manos de empresas privadas, donde el control externo es negado.

El nuevo gobierno nos debe un alivio a la angustia de esos últimos cuatro años. Lo sabe Biden y me consta que lo sabe Kamala Harris.

Y Biden en inmigración nos debe la obligación de no desilusionar a la comunidad latina que en su mayoría lo ha apoyado.

 

 

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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