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Marco Enriquez-Ominami: como el ave Fénix

Marco Enríquez-Ominami, candidato a presidente de Chile resurge como un ave fénix. Fue candidato a presidente de Chile en 2009, 2013 y en 2017. El 21 de noviembre, será su cuarta vez. En 2009, salió del partido Socialista y cosechó el 20% de los votos. Terminó tercero. Hoy, las cosas son diferentes. Al frente del Partido Progresista (PRO) que fundó, considera una victoria el solo hecho de participar, de hacerle saber a la población que existe una alternativa.

No le dejan. Le han tratado, una y otra vez, de quitar el derecho a la candidatura, de anularlo como alternativa a los de siempre. Y como un ave fénix, siempre ha vuelto. 

Son instituciones del estado utilizadas por mis adversarios para atacar mi carrera, desde hace siete años, en el 2017, yo podía ser presidente. No me dejaron. Y acabo de ser declarado inocente por un tribunal penal después de esos siete años…” “…Y aún ahora una serie de instituciones del gobierno están movilizadas para que yo no sea candidato, ¿por qué?”. «No tengo respuesta para eso, solo los hechos, pero ganaré, porque no viviré en un país – y no lo hago por mi candidatura, mi candidatura es irrelevante – donde el ser inocente no se respeta”. 

Lo entrevisté a principios de septiembre para nuestro podcast, desde Los Ángeles, que hacemos cada semana con María Luisa Arredondo y Néstor Fantini.

Pocos minutos antes de la grabación, un juez había desechado una demanda contra su candidatura. “Pero mañana a la mañana se vuelve a revisar ante un funcionario electoral regional otra impugnación por parte de otro adversario, un abogado de ultra derecha, un pinochetista”. 

Y sí: pocos días antes, después de siete años, había sido declarado absuelto de toda culpa unánimemente por un tribunal en el caso OAS.

En algunos países vimos el surgimiento de líderes no tradicionales. En Chile, a raíz de las protestas masivas desde 2019 la gente quiere caras nuevas y propuestas nuevas, como Gabriel Boric, Sebastián Sichel, o Yasna Provoste.

¿Alguno de los candidatos no tradicionales cumpliría con las expectativas de un nuevo Chile, de un cambio profundo en el sistema político. ¿O es más de lo mismo? 

Yo me arriesgaría a una afirmación imprudente y creo que (esta) Chile está más cerca de Perú que de Chile. En términos democráticos, institucionales y en materia de encuestas. Pedro Castillo (hoy presidente) marcaba un 3% de apoyo dos semanas antes de las elecciones. El caso de Chile es muy parecido: desigualdad galopante, pobreza al alza, crisis de los partidos políticos, corrupción al alza, surgimiento de los independientes. 

Chile está en un momento inédito y es muy difícil predecir. 

Todos los candidatos (no tradicionales) son estupendos, muy preparados. Estuve en un debate con algunos de ellos: de muy buen nivel. 

Pero está todo muy abierto todavía para las elecciones. Yo esperaría porque a los chilenos no les interesa la presidencia todavía. 

Hace un mes comenzaron las labores de la Asamblea constituyente. Podemos abrigar la esperanza de que se va a dar una Carta Magna que sirva de inspiración a otros países de América Latina, casi revolucionaria, ¿o piensas que todo esto va a resultar en la misma receta neoliberal de las últimas décadas? 

Yo creo que Chile es la Corea del Norte del capitalismo, y que la Constitución que nos rige es inaceptable. Separa el agua de la tierra. Propone que el mercado sea el amo del estado. No reconoce a los pueblos originarios. 

A mí me encantaría una constitución de economía mixta. El estado como brazo y el mercado como herramienta. Reconocimiento de los pueblos originarios. El derecho al agua como un derecho humano. Cosas de sentido común.  

Yo crecí en un país capitalista, Francia, y sin embargo, ahí es normal que la educación pública sea gratuita. ¿Cómo serían los países si las universidades públicas cobrasen lo mismo que una universidad privada, mil dólares mensuales? ¿Cómo reaccionaría el pueblo? Yo estudié filosofía en la Universidad de Chile, que cobraba lo mismo que una privada. La (nueva) constitución tiene que corregir eso. 

En el Lawfare, a la lucha política por medio de la ley, que estás sufriendo junto con otros dirigentes de América Latina, cuando los poderes tradicionales sienten peligro, derrocan a quienes ellos creen que los amenazan. Reemplazaron con eso el golpe militar y descalifican, enjuician, encarcelan. ¿Cómo ves el futuro de América Latina en ese contexto?

Y respecto a ese tema jurídico, estamos en serios problemas. Se nos intenta proscribir de la democracia. Lula, Evo, Correa y, guardando las proporciones, yo, que no soy tan importante,  no pudimos competir porque se nos proscribe, porque el sistema acusatorio así lo decidió.  Luego en algunos casos se demostró que los juicios estaban trucados, había premeditación y corrupción. El principal fiscal de mi caso trabaja hoy para el gobierno de mi adversario. Me ahorro de nombrar quince ejemplos más. 

¿Y qué función cumplen los medios en este panorama? 

Igual de importante es el problema del acceso a la información en América Latina. 

Los medios transforman tu condición de sujeto político y te transforman en delincuente. La reputación te la destruyen porque te vinculan a hechos con información sesgada con lo que tú no puedes competir, porque tienes que esperar el juicio. En mi caso, esperé siete años este momento. 

Pero el día que gané el juicio, el periódico más importante de Chile salió con un titular enorme diciendo que voy a seguir robando. Y luego una portada desplaza a otra. Y los periodistas, ninguno fue capaz de hacerme una pregunta correctamente, porque se repiten entre sí la información falsa. Es imposible participar si la primera pregunta es falsa. 

¿Hacia dónde vamos en América Latina?

Mi mamá me criticó por ser pesimista. Entonces: creo que Chile es un gran país, América Latina es el vivero del mundo y que saldremos adelante. 

Pero si soy mínimamente riguroso,  estamos, como dicen los argentinos, en el horno como continente, con el Caribe. Más de un millón de muertos por la pandemia, la contracción económica es enorme, y no estamos entre los motores económicos del mundo para salir adelante. Somos irrelevantes. Somos el retraso del mundo. Somos apenas testigos, en materia del cambio climático y tantos otros temas. 

Hay un problema mucho más grave que es el de los estados. Llegamos a una situación en la que nos preguntamos ¿qué importan los estados si hay Facebook? ¿Qué importan los estados salvo para las guerras y el control de fronteras? Los estados se vuelven irrelevantes. 

Entonces, la gente siente una gran decepción respecto del poder, porque elige presidentes en ciclos: Cristina, Macri y Alberto, Lula, Dilma y Bolsonaro. Bachelet, Piñeda, Bachelet, Piñeda, y al final el pueblo no sabe qué hacer. 

El caso de Chile fue emblemático, porque era el mejor alumno de América Latina. Las cuentas fiscales ordenadas. El producto interno bruto más rico de América Latina. Éramos el jaguar, así nos llamábamos. Chile logró escaparse del resto. 

Pero hoy día Chile vuelve a América Latina porque somos lo que somos. Un país latinoamericano con narcotráfico, desafíos migratorios, desigualdad y pobreza. Estamos complicados, pero me acuerdo otra vez de mi madre que me dijo que yo era muy pesimista. Chile saldrá adelante. 

 

Autor

  • Gabriel Lerner

    Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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