Nos esperan por Navidad
El cristianismo es peregrino por naturaleza: nacido en Belén, colonizó el planeta. A pesar de oírse quejas de la conquista, invasión, o lo que se le llame, nadie levanta la voz contra las religiones foráneas. Lo mismo se aplica, por supuesto, a todas las confesiones religiosas, si no, ¿cómo se explicaría, por ejemplo, la presencia del islam en Indonesia, Filipinas o nuestro propio entorno?
Santa Claus y el portal de Belén entran en la categoría de “productos navideños de importación”. El primero, a través de los holandeses en Nueva Ámsterdam, hoy Nueva York; el segundo, traído por los españoles en el siglo dieciséis y por los ingleses cien años más tarde.
Emigrantes y conquistadores han estado intercambiando roles hasta difuminarse las tenues lindes que los separan. El anglosajón que se desplazó inicialmente a Texas como emigrante, después, llegó manu militari hasta California. Se pasó de emigrante a dueño.
El mundo indígena pagó los platos rotos de las emigraciones “militarizadas”. La conquista del oeste se hizo a su costa. No basta con hacer películas bien intencionadas como Pocahontas o Dance with wolves para resarcirles. Compárense con los cientos de ellas que se hicieron con los “indios” de malos de la película. Está en la memoria colectiva.
Observamos -es muy esclarecedor- que en la actualidad los grupos religiosos que pugnan abiertamente en las elecciones latinoamericanas, o que sirven de palanca a los candidatos, son abrumadoramente de tinte extranjero. Ningún grupo prominente de los que se presentan a las elecciones defiende idearios religiosos de procedencia indígena. Véase Brasil o Costa Rica.
Por parte latina, desairados vivimos, pues nos toca aparecer en las propagandas electorales americanas apoyando a candidatos que jamás nos son fieles. Las expectativas de unos u otros nunca son realistas, porque lo que se ofrece con las mejores intenciones nace con demasiada frecuencia para ir a morir en la orilla. Ni Barak Obama ni Trump cumplieron, Biden va por igual camino.
Política y periodismo caminan de la mano en este viaje. Ambos, políticos y periodistas, aún tienen mucho trecho por recorrer para dilucidar cuándo y hasta dónde comprometer la palabra. Y para el periodista en particular, el reto es cómo asegurar que la forma de reflejarlo minimice quebrantos y decepciones. Estamos habituados a leer críticas que suenan, por desgracia, a quejas a toro pasado.
El portal de Belén y Santa Claus nos recuerdan una vez al año que, al margen de ser negocio mercantilista, son también ejemplo de que lo que viene de fuera, las Navidades, puede convertirse en punto de inflexión desde el que repensar el futuro de la nación, que es el nuestro: el de los hispanos estadounidenses o hispanounidenses.
No olvidéis mencionar a los autores de las fotos, tal y como pide Unsplash. Gracias.