Proliferan crímenes de odio contra vendedores callejeros de Los Ángeles
Los activistas consideran que en buena parte estos incidentes son motivados por la misma narrativa de las autoridades que les pone requisitos inalcanzables para vender legalmente y llaman a la organización, a participación y a denunciar
Los incidentes y crímenes de odio contra los vendedores ambulantes crecen cada día en California, no se diga en Los Ángeles.
Las cifras más recientes del Departamento de Policía de Los Ángeles sobre los crímenes contra los vendedores en las calles datan del primer semestre de 2022 cuando se registraron 158; en ese mismo periodo, en 2021, se denunciaron 102; en 2020, 85.
EL 3 de abril de 2023, Teresa Cruz, una abuela vendedora ambulante de joyería de fantasía, sufrió un asalto en el barrio de Lincoln Heights de Los Ángeles.
El 18 de marzo en San José, California, Carlos Sánchez Sánchez, un vendedor ambulante fue víctima de un ataque de odio cuando el dueño de una tienda de autopartes lo atacó con un bate de béisbol. Al parecer no le agradó que Carlos estuviera en la calle vendiendo pollo y costillas asadas.
El 4 de julio, una vendedora fue atacada en el parque Harvard del sur de Los Ángeles, por una supuesta clienta que se enfureció al tener que esperar, y escupió el equipo y la comida.
En agosto 15 de 2022, un hombre destrozó con un hacha el carrito de fruta de un vendedor en Woodland Hills.
La lista de las agresiones, la mayoría claramente motivadas por el odio, no tiene fin.
Los ataques de odio son otra forma de racismo
Sergio Jiménez, organizador de Community Power Collective, miembro de la LA Street Vendor Campaign (LASVC), una coalición de organizaciones comunitarias que abogan por los derechos de los vendedores ambulantes de bajos ingresos, dijo que «los ataques de odio incluidos los asaltos no solo tienen que ver con los prejuicios de la sociedad contra esta comunidad sino que en muchas ocasiones son motivados por las mismas autoridades que desarrolla una narrativa en su contra. No los ven como parte de la geografía de las comunidades, y lo podemos observar cuando desarrollan requisitos muy difíciles en su proceso para legalizarse; o cuando con frecuencia les confiscan y tiran su mercancía. Al hacerlo están creando terror”.
Hizo ver que eso lo ve la misma ciudadanía, quienes siguiendo el mismo ejemplo de las autoridades municipales se sienten con derecho de agredirlos.
“Si bien las ventas ambulantes se legalizaron en California, muchas ciudades incluida Los Ángeles ha hecho que cumplir con todas las reglas que piden sea muy costoso e imposible para los vendedores”.
La mayor arma contra el odio es la organización
Por lo tanto a Jiménez le queda claro que los ataques de odio contra los ambulantes están relacionados con las políticas de las ciudades de los últimos diez años.
“Se trata de un racismo cultural, político y económico que sale de las ciudades y los vendedores se adaptan a esa narrativa, y piensan que por ser indocumentados se merecen ese maltrato”.
Dice que la fórmula que han encontrado para proteger a los vendedores ambulantes del odio es la organización.
“Buscamos educarlos y organizarlos para que se protejan entre ellos mismos y se apoyen, porque donde hay una comunidad organizada es muy difícil que los ataquen, los apuñalen o roben”.
También dijo que buscan que desarrollen relaciones con la comunidad para que se dé una venta ambulante organizada.
Con un dejo de tristeza, mencionó el caso de ciudades como Huntington Park con un concejo integrado en su totalidad por latinos que desafortunadamente no ven el beneficio de los vendedores ambulantes a la comunidad.
“Son latinos que se han americanizado y que han introducido reglas muy perras para permitir que funcione la legalización. No ven a los vendedores ambulantes como parte de la cultura americana. No se dan cuenta que muchos de ellos están a solo un paso para abrir diferentes negocios”.
Así que dijo que su principal arma contra el odio, es organizarlos para que cada vendedor ambulante deje a un lado sus diferencias y se enfoquen en resistir y desarrollar poder, roles, capacidades, y participen en la vida política yendo a las reuniones semanales de los concejos a compartir sus soluciones.
“Desgraciadamente ciudades como Los Ángeles, Huntington Park y muchas otras han aprobado requisitos injustos e insostenibles para la venta ambulante, lo que no hacen con grandes compañías a las que les dan todas las facilidades. Esto nos lleva a concluir que hay racismo y clasismo hacia los vendedores ambulantes”.
En el verano de 2022, el concejal de Santa Ana, Jonathan Hernández presentó un proyecto de ley municipal para convertir a esta ciudad en la primera en California en clasificar los ataques contra los vendedores ambulantes, en su mayoría latinos, en crímenes de odio.
El proyecto fue motivado a partir del aumento en los ataques físicos y verbales contra los vendedores callejeros.
“Estos no son robos. No les quitan la comida ni sus carritos. Los golpean y los escupen para luego marcharse”, declaró el concejal Hernández al presentar la iniciativa de ley.
«Por desgracia, no se logró aprobar esa medida. Por el contrario, dio como resultado que más ciudades en el condado de Orange comenzaran a emitir ordenanzas para criminalizar más a los vendedores de la calle, aún cuando hay una ley estatal que despenaliza las ventas ambulantes”.
Denunciar sin temor al estatus migratorio
Entre las recomendaciones dadas por el comandante del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) Germán Hurtado para prevenir cualquier ataque contra los ambulantes, destaca: vigilarse unos a otros, establecer relaciones con los vecinos y negocios aledaños, no mostrar mucho dinero a la hora de dar cambio, establecerse en lugares con mucha luz, y no colocarse en lugares residenciales o cerca de comercios que vendan lo mismo que ellos.
“En caso de un asalto o crimen de odio, deben reportar a la policía. Nosotros nunca les vamos a preguntar por su estatus migratorio. Así que les pedimos que no teman hacer la denuncia y tengan confianza. Es la única manera de detener este tipo de crímenes”.
Otro consejo es hacerse de cámaras corporales para que puedan registrar el momento de un ataque.
“No representan un gran gasto, y pueden servir de evidencia y para ayudar a identificar al agresor”, dijo el comandante Hurtado.
Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.
This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.