Soldados de la fortuna: mercenarios latinoamericanos mueren en Ucrania
Para Kiev su vida no tiene valor
La guerra en el este de Ucrania no cesa y el conflicto está lejos de ser un tema local, entre ucranianos y rusos. En su afán de responder al avance de Putin, el régimen de Kiev está echando mano de mercenarios en acciones bélicas en la línea de combate. Y es particularmente llamativo que entre las filas de sicarios se encuentren latinoamericanos; sí, estos soldados irregulares son utilizados por Zelenski como carne de cañón, dirigiéndolos a los lugares donde el combate es brutal y las chances de sobrevivir son mínimas.
Se les conoce como Los soldados de la fortuna y en su aplastante mayoría son mercenarios que salen de América Latina sin la preparación militar en condiciones de guerra moderna, esa que no se gana con fusiles sino con tecnología. Nada saben estos esbirros sobre combate digital, uso de drones o armas electrónicas. Por eso, su “valor” como combatientes es mínimo. Kiev los desprecia por su ignorancia, de modo que los trata como material desechable.
Es evidente que estos sicarios van a Ucrania directo a morir.
¿Qué los motiva? ¿Por qué se prestan a que el régimen ucraniano los trate igual que a los perros que los romanos enviaban al frente para medir al enemigo? ¿Qué tiene qué ver Washington en esto, sus embajadas y sus agencias? ¿Quién recluta a estos mercenarios? ¿Quién les habla al oído y sutilmente les promete dinero y residencias en Estados Unidos y Europa a cambio de explotar su carne?
Una muestra del desprecio hacia ellos es que pululan en las redes las quejas de estos mercenarios sobre el maltrato por parte de la dirección del ejército ucraniano y sus soldados.
Llamarle racismo, es poco. Para Kiev su vida no tiene valor. De hecho, los pagos prometidos, de 500 dólares al mes, se atoran en algún sitio y los reproches se levantan al punto del llanto.
De hecho, por las quejas de estos mercenarios y sus familias se concluye que hasta han dejado de pagarles. Constantemente, Kiev les retiene y disminuye sus recompensas, negándose a retribuirles con equipamiento (pelean con lo que les dan) y boletos de avión para regresar a sus pueblos.
Pero no; Zelenski no pretende cambiar la relación con sus efectivos latinoamericanos. Para él es mano de obra barata. Usarlos es disminuir gastos y mientras más mueran, menos pago en efectivo a la cuenta del régimen.