Solidaridad con los refugiados de Haití
Necesitamos soluciones de fondo que no incluyan enviar a miles de refugiados a una zona de peligro; para eso se necesita voluntad política, planificación y dinero. La alternativa es inaceptable
En el tema migratorio, la atención pública se concentra en el destino de los migrantes provenientes de países como Guatemala, Honduras o El Salvador. O en el número récord de detenciones de inmigrantes que trataban de cruzar la frontera. Pero ahora, es necesario pronunciarse contra el trato excepcionalmente duro deparado a los oriundos de Haití que buscan la oportunidad de pedir legalmente asilo en Estados Unidos.
Recientemente, la Casa Blanca – y el país entero – reaccionaron con indignación a las imágenes de agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo persiguiendo a migrantes haitianos en Del Río, Texas. No hubo evidencia de que los hayan golpeado con las riendas, no, pero el maltrato alcanzó para que el presidente Biden lo condenase prometiendo que quienes cometieron los actos de brutalidad “lo pagarán”. Ignoramos si llegó la hora del pago.
Algunos compararon el trato de los haitianos con el de los afroamericanos del país. Recordemos que el 95% de los habitantes de Haití son criollos negros.
Precisamente, una nueva investigación del Consorcio internacional de periodistas de investigación, llamado Voces solitarias, encontró que los inmigrantes negros enfrentan una tasa más alta de deportación que cualquier otra raza.
Los inmigrantes negros son encerrados con mayor frecuencia en confinamiento solitario en centros de detención. Enfrentan una tasa de deportación más alta que otros.
Las expulsiones de haitianos continúan.
En tiempo récord, las autoridades se hicieron cargo de los 15,000 haitianos que esperaban una audiencia de asilo cerca de Del Río. La mitad volvió a México, y algunos recibieron permiso de quedarse en el país hasta que se decida su caso.
Pero varios miles de ellos fueron deportados en decenas de vuelos directos a Haití, país quebrado al que en muchos casos habían abandonado una década atrás.
Al hacerlo los pusieron en grave peligro por el crimen generalizado y la carencia de gobernabilidad, como vemos con el secuestro allí de los misioneros estadounidenses esta misma semana.
Estas acciones son una continuación de algunos de los enfoques más agresivos a la inmigración implementados por el expresidente Donald Trump.
Los haitianos merecen nuestra solidaridad y apoyo.
Los vuelos de expulsión a Haití deben cesar, ya que lo único que hacen es poner en grave peligro las vidas de los expulsados a un país destrozado.
El nuevo comisionado de CBP, Chris Magnus, a quien se señala como capaz de reinstalar los puentes entre las fuerzas del orden y la comunidad, debe encargarse inmediatamente de dar fin a la discriminación y abuso de migrantes haitianos.
Llamamos a la vicepresidenta Kamala Harris quien comparó el incidente con la esclavitud en EE.UU. a tomar cartas en el conflicto y buscar soluciones de fondo que no incluyan enviar a miles de refugiados a una zona de peligro. Para ello se necesita voluntad política, planificación y fondos suficientes. Pero la alternativa es inaceptable.