Aparece el número 10 de Palabra Abierta
El primer aniversario de la revista literaria Palabra Abierta es este 12 de octubre, Día del Descubrimiento de América; fecha en que hace un año comenzamos llenos de esperanza y con firme resolución de la audacia creativa. Fue un reto situarnos en Internet para asumir el riesgo de llevarle a todo tipo de lector propuestas literarias y artísticas sobre cultura hispanoamericana, desde el Gran Los Ángeles, en California, y mucho más con la intención de entregar un producto de calidad. Supuestamente, hoy los lectores en el mundo, al igual que cualquier tipo de consumidor, viven inclinados nada más que por lo fácil y el entretenimiento superficial. Pero la buena literatura y el gran arte, cuando realmente son tales, abarcan todas las expectativas humanas. De ahí que nosotros apostáramos a la verdadera creatividad y no a lo fácil.
En este 12 de octubre de 2010 se ha cumplido un año de un hermoso proceso, en el que hemos tenido, pensamos, un promedio de visitas y lecturas decoroso, y por el cual no sólo los autores nos sentimos satisfechos, sino también los lectores asiduos a nuestra página, que saben que este bregar nos llevará a buscar y obtener mejores resultados. Aún necesitamos mejorar en la edición y la técnica de la página, lo sabemos, así como ampliar nuestro público y asimismo incrementar la presencia de autores clásicos, reconocidos y nuevos. Pero tenemos un futuro por delante para lograr mantener esta premisa griega del “perfeccionamiento constante”.
Así que felicitamos a los autores, lectores y fans de nuestra publicación, y nos felicitamos a nosotros mismos (¿por qué no?) por habernos embarcados en un sueño legítimo que a todos nos da la posibilidad de ser un poco mejor humanamente. Sólo les pedimos el apoyo de sus lecturas, y si la misma se acompaña con comentarios —positivos o negativos, pero escritos constructivamente— bienvenido sea.
En este número
Los “Cantos del universo”, de Laura Fernández Campillo, es un estimable conjunto de poemas, de gran sensibilidad, que nos entrega una especie de tristeza placentera, ese querer hurgar en el juego de amores perdidos y encontrados, con melancolía y ternura.
Por su parte, “Una voz y un silencio”, de Edith Lomovasky, engrandecen la vida simple de todo ser con el aire insólito de su invención melódica, en el que el alma y los seres de la familia son el aliento cotidiano de vivir una pasión poética.
Un contraste entre lo sensible y lo cotidiano conforma los poemas de Rosío Rendón en “Me preparo para el amor”. Es la espera de un absurdo ocurrente, que desconcierta gratamente, porque al mismo tiempo que da lo simple, deja que hable el corazón.
Una revisión gozosa y dolida de la vida, como si los sueños nos quisieran abrir el camino, es lo que nos puede dejar entrever el sentido poético de “Balada del amor perdido”, de Herminia de Ibaceta. Su fineza y sosiego es un preciado regalo.
En “¡Canto a la vida!”, de Tony Ruano, los versos se transforman en una atmósfera de agradecimiento por los atributos que hemos tenido como seres humanos, y reconocen la enseñanza del amor y “el privilegio de soñar”.
En otro sentido, Manuel Gayol Mecías habla de “La lucidez de un premio” por esa decisión de otorgarle el Nobel a Mario Vargas Llosa; y no sólo felicita al escritor peruano, sino que también reconoce la acertada actitud de la Academia Sueca.
Los relatos de Francesco Vitola Rognini, extraídos de su libro Héroes decadentes, proponen una forma inusitada de tratar a los protagonistas de thrillers estadounidenses y a los superhéroes de los comics, mediante una amena ironía corrosiva.
En ”La herencia”, Arlene Carballo obtuvo la Primera Mención del Primer Concurso de Microcuento, en el Certamen Desde las Palabras, en Puerto Rico, con una idea concisa que hace estallar la infeliz condición de una mujer condenada por la sociedad.
El relato de José Antonio Velasco, “Piedras en la ventana”, nos da el desafío de un amor contra la división clasista entre una mujer y un campesino, entre la imposición religiosa y los deseos de la carne, en una acción dinámica y excitante.
De nuevo Enrique Anderson Imbert nos deleita con un breve cuento, “El suicida”, en el que el absurdo y la ironía de un destino, que se niega a dejar de ser, exponen situaciones trágicas en otras personas por increíbles decisiones individuales.
“Folclore y sabor pueblerinos”, de Roberto Álvarez Quiñones, estampa llena de colorido, amenidad y nostalgia, retoma lo mejor del pasado de la ciudad cubana de Ciego de Ávila; una crónica más allá del costumbrismo por la humanidad que refleja.
En esta ocasión, las reseñas de José Antonio Velasco, de su blog Llover sobre Mojado, nos proponen obras de Carlos Fuentes, Voltaire, Albert Camus y Luis Orlando Rodríguez, con la sustancial brevedad a la que nos tiene acostumbrado.
Hemos seleccionado una crítica del boletín Libros y Letras, de Colombia, de Ricardo Arturo Ríos Torres, sobre Las puertas del paraíso, una novela de Julio Murillo Llerda que, “en diálogo de símbolos, confronta con osadía el arte de la impostura”.
En “¿Qué es un best seller?”, Martín Schifino busca con agudeza la definición de este… ¿género?…, a través de obras de los conocidos autores Arturo Pérez Reverte, Dan Brown, David Viñas Piquer, Ildefonso Falcones, Stephenie Meyer y Stieg Larsson.
En el género periodístico literario contamos con la interesante entrevista al conocido escritor Jorge Consuegra, titulada “Me niego a leer a Pablo Coelho”, publicada por el periódico El Espectador, de Colombia, con respuestas agudas y precisas.
Por último, presentamos el Editorial de Manuel Gayol Mecías, “De la audacia a la esperanza». Primer aniversario de Palabra Abierta, este 12 de octubre, ciclo que hoy en día se convierte en un autodescubrimiento cultural.