Del aniversario de DACA a la reforma migratoria
Esta semana se cumplen nueve años desde la creación del programa DACA – Acción Diferida para los Llegados en la Infancia que protege hoy de la deportación a 700,000 indocumentados traídos a los Estados Unidos cuando eran niños.
También marcamos un año desde la decisión de la Corte Suprema que rechazó los intentos de la anterior administración de anular el programa.
Gracias a DACA, estos jóvenes estudiaron y se graduaron. Obtuvieron trabajos profesionales, bien pagados. Comenzaron nuevos negocios. Ayudaron a sus familias y a sus comunidades y mejoraron la economía del país.
Más de 200,000 beneficiados por DACA son trabajadores esenciales, que arriesgaron sus vidas para protegernos durante la pandemia.
El aniversario es una buena fecha para retomar el esfuerzo por la reforma migratoria, es decir, de adecuar nuestra política a los requerimientos de nuestra sociedad y nuestra economía..
Especialmente porque DACA sigue siendo temporario y pasible de cancelación y es menester convertirlo en permanente. Aunque una de las primeras acciones de Biden fue emitir una orden ejecutiva cancelando la de Trump que echaba el plan por la borda.
Y llama la atención que en torno a DACA son frecuentes las expresiones de simpatía y apoyo, hasta del más enconado de los personajes, Trump.
Han pasado décadas desde que el Congreso aprobó una ley migratoria general. Mucho cambió: los cruces fronterizos mermaron considerablemente. La población sin documentación legal se asentó y consolidó.
Un nuevo estudio del Center for American Progress y la Universidad de California en Davis indica que proporcionar un camino hacia la ciudadanía para todos los inmigrantes indocumentados incrementaría el Producto Interno Bruto (PIB) nacional en $1.7 billones (trillions en inglés), generaría más de 439,000 nuevos empleos y llevaría al aumento de salarios para todos.
Son 10.2 millones de personas con una estadía promedio de 16 años en el país y que a su vez son padres, abuelos o hermanos de una cifra similar adicional.
Durante su destructiva presidencia Donald Trump revocó programas de integración, separó a familias en la frontera, enjauló a miles de niños, e intensificó las deportaciones que habían llegado a su récord durante la presidencia de Barack Obama.
Es hora de corregir el daño que Trump le causó a la nación.
Así lo entendió Joe Biden como candidato presidencial. Prometió la legalización de millones de inmigrantes. Ahora debe cumplir la promesa, para que el país evolucione hacia un sistema de inmigración más justo, humano y viable.
Para eso, Biden nombró a la vicepresidenta Kamala Harris encargada del tema migratorio.
Como senadora y anteriormente durante su gestión política en California, Harris buscó y obtuvo el apoyo de la comunidad latina, hasta de quien firma, tanto en su campaña como senadora como en las deliberaciones previas a su selección como candidata a vicepresidenta. Inició su periplo con el crédito que merece.
Y si bien durante su reciente visita a Guatemala dijo a los miles que cruzan la frontera desafiando peligros y tribulaciones que “no vengan” -“Do not come”- les prometió desarrollar el camino legal y contribuir al desarrollo de su país.
Este mismo miércoles, señalando el noveno aniversario del establecimiento de DACA, la vicepresidenta llamó a otorgarles un camino a la residencia legal y la ciudadanía a los miembros del programa.
El tema migratorio, entonces, está volviendo a los titulares y las prioridades legislativas y ejecutivas.
Incluso los proyectos de ley de reforma migratoria presentados por Biden al Congreso en su primer día de gobierno y que estaban languideciendo, son ahora debatidos por el Comité de Asuntos Judiciales del Senado.
Avanzar con el proyecto no es descabellado. Gente como Alejandro Mayorkas apoya la resolución del programa DACA y su emergencia como un rasgo permanente en nuestra política migratoria. Y Mayorkas no es cualquiera. Es el nuevo secretario de Seguridad Interna, de quien depende la aplicación de la política federal.
El proceso vuelve a empezar y desarrollarse. Esta vez su culminación debe ser, finalmente, la reforma migratoria.
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