El impacto de los aranceles en las remesas

De nuevo, Washington ignora elementos ya vividos y condena a la nación a “padecer de nuevo la historia”

La base del accionar del gobierno de Trump, como el de muchos líderes actuales, es el desconocimiento que las personas tienen sobre aspectos comerciales, financieros y en general de competitividad. Se ha probado ya con otras condicionantes, que la elevación de los aranceles, el cortar la competitividad definitivamente hace disminuir el comercio exterior, baja el crecimiento económico de los países y constituye un juego perder-perder.

Un camino abierto a la recesión

Las cifras incluso específicamente para Estados Unidos ya están: los temores de bajo crecimiento, de recesión, de inflación, de tasa lenta en la creación de empleo, ya se han dado a conocer. Ante ello, Trump señala que la culpa es de la Administración Biden. Una coartada débil ante un panorama que lógicamente está actuando en función de ir paralizando la economía de Estados Unidos –y contribuyendo con ello, a frenar la economía mundial.

Estos planteamientos se sustentan en la política actual de Washington que no deja de ser una amenaza para la dinámica de los intercambios mundiales. Esto ocurre, entre otras consideraciones, en que se atenta contra la complementariedad de ventajas comparativas y competitivas de los diferentes países y puede desembocar en ser factor que harían más lento el crecimiento de producción, la productividad y la generación de empleo globales.

Como se ha enfatizado en varios foros y medios de comunicación, esta segunda administración de Trump da continuidad a la primera gestión (2017-2021) en cuanto a promover mayor aislamiento y proteccionismo. Por supuesto, la dirigencia desde Washington no ha señalado esos riesgos, sino que enfatiza, como es normal en estos pronunciamientos aislacionistas, en que las medidas buscan proteger la industria y los empleos estadounidenses.

El aislacionismo y sus consecuencias

Sin embargo, la carencia de competitividad no se compensa con aranceles. Eso es lo que se hace evidente ahora con las negociaciones ante China. La potencia asiática tiene a su favor factores estructurales como:  la mayor cantidad –más de 50%- de las reservas mundiales en dólares; el haber contribuido notablemente –junto a Japón- de la compra de la deuda estadounidense; y  poseer una posición estratégica mundial en cuanto a acceso a “tierras raras” componentes indispensables en los dispositivos actuales de alta tecnología.

En el desespero de las medidas, Washington plantea incluso gravar con impuestos de hasta 5%, el envío de remesas familiares. Esto sería de nuevo, un gran golpe para economías centroamericanas –especialmente Guatemala, que tiene un peso de remesas equivalente a un 20% del producto interno bruto.

Es de reiterar, los excesos de proteccionismo, vía el mercantilismo que la Administración Trump trata de establecer ya fueron probados en cuanto a amplios impactos negativos. Aumentos en los impuestos a la importación de bienes pueden hacer que estos últimos evidentemente se encarezcan para los consumidores de la economía dirigida desde Washington.

Aranceles, inflación y crisis

Después de cierto tiempo, esto es, el intervalo que se requiere para que aparezcan los efectos de las medidas, un aumento de oferta a partir de la producción local puede tender a la baja de los precios, pero para ello se requiere de inversiones efectivas en los diferentes sectores productivos, implementación de tecnología y promoción de la distribución y acceso de los bienes.

Esto, evidentemente no se logra de la noche a la mañana y, por otro lado, en la economía de Estados Unidos, con mayores aranceles a las importaciones, los precios tenderían al alza. Y todos los sabemos: la inflación es un incremento generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía dada.

Históricamente ya se ha comprobado. Estas medidas muchas veces han sido negativas. No sólo profundizaron la crisis que se trataba de resolver, sino que -muy importante- empujaron a Estados Unidos a una guerra comercial importante con otros países. Véase la dinámica que adoptó y los efectos que se derivaron producto de la elevación de aranceles en Estados Unidos, a partir de la ley Smoot-Hawley; ley que se aprobó por el Congreso el 17 de junio de 1930. De nuevo, Washington ignora estos elementos ya vividos y condena a la nación a “padecer de nuevo la historia”.

Las repercusiones en los mercados mundiales

Las repercusiones son variadas. Entre los aspectos de efecto multiplicador, por ejemplo, se tiene la reacción de las economías grandes emergentes. Los BRICSBrasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- han empezado a manejar la idea de salirse del patrón dólar. Esto sería un efecto derivado del alza de aranceles y de confirmarse que Estados Unidos no es un socio confiable.

Otro aspecto, con relación a la dependencia del comercio que incluye China, Estados Unidos, Rusia y Europa, consiste en reconocer que Washington le pide o casi impone al Viejo Continente que adquiera más petróleo y gas de Estados Unidos. Es evidente que lo que se busca aquí, es tratar de reducir el gran déficit comercial de Washington que estaría llegando, para 2024, a unos 208,700 millones de dólares; una factura que pesa severamente en negativo sobre los saldos de Estados Unidos.

La amenaza, de nuevo es clara: o les compran más a los estadounidenses o se las tendrían que ver con más aranceles -mayores barreras- respecto a los productos que venden para la potencia norteamericana.

Uno de los peligros más evidentes con este juego de estira, afloja; de amenazas reiterativas y luego llamados a la negociación, es la incertidumbre en los flujos comerciales y en las decisiones de inversión. Es de considerar que esto último es vital para la creación de empleos.

Como mínimo, los inversionistas posponen sus decisiones de inversión –ya sea de reposición o de ampliación neta. Lo único que no va siendo incierto es el conjunto de efectos negativos para lo competitivo, lo económico y social, que ahora enfrentan los países, en particular los de economías más pequeñas y por ello más vulnerables.

Autor

  • Giovanni E. Reyes

    Giovanni Efrain Reyes Ortiz, Ph.D. en Economía para el Desarrollo y Relaciones Internacionales, de la Universidad de Pittsburgh, con post-grados de la Escuela de Altos Estudios Comerciales -HEC- en París, Francia, y de la Universidad de Harvard. Ha sido Director de Integración Latinoamericana y del Caribe en el Sistema Económico Latinoamericano y Director de Informe en Naciones Unidas.

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