El odio, la herramienta de dominación del patriarcado
“Pareciera que en estos tiempos es un delito ser mujer”, dice para Revista La Garganta Poderosa Delfina Silvana Zarranz. Ella es madre de una niña a la que llama Arco Iris para preservar su identidad. La menor de seis años, fue abusada por su abuelo paterno. La jueza dictaminó a favor del progenitor. La madre fue acusada de privar a la niña de responsabilidad parental. Se la imputó por impedimento de contacto y desobediencia a la autoridad, multándola económicamente. Todo por querer cuidar a su hija.
Los femicidios y el poder de matar
Esta historia que sucede en La Rioja, Argentina, es una de tantas, donde al abuso físico y psicológico, se suma el abuso legal sostenido por un sistema autoritario, patriarcal.
Lejos de este país, Mahsa, la joven kurda que cantaba por los derechos de su pueblo sin usar velo, fue asesinada. Oficialmente “la policía de la moral” de la República Islámica de Irán niega el asesinato. La versión oficial es que la joven murió de un infarto mientras esperaba en fila para pagar una multa. El crimen y la manera impune con que el Estado Islámico pretende cubrir esta violación atroz a los derechos humanos, ha traspasado las fronteras del miedo. Miles salieron a las calles, sofocados de autoritarismo, represión y muerte.
Las mujeres iraníes bailan en las calles, con los pelos al viento, quemando sus hiyab en las hogueras populares. Mahsa vivirá siempre en sus corazones porque su ejemplo de vida, las ha emponderado.
Muy cerca de donde escribo esta nota, en la ciudad de San Carlos, California, el jueves 12 de septiembre a 11:50 de la mañana, Karina Castro fue decapitada en la vereda, a la vista de todos los que caminaban ese mediodía por ese barrio tranquilo y familiar. Su ex novio usó una espada que guardaba en su auto para terminar con la discusión. Los hijos de Karina, esa mañana, jugaban en el living del departamento, esperando a su mamá. El sol entraba por esa ventana que daba a la vereda donde la cabeza de su madre quedó tirada.
Las cifras por femicidio aumentan día a día. A veces nos enteramos, otras no.
El patriarcado, con sus discursos de poder y odio se entrona en las sociedades, vociferando las ideas más reaccionarias. Capitalizan con la actual crisis humanitaria para mentir y generar falsos enemigos, incentivando al uso de la violencia verbal que indefectiblemente terminará en violencia física.
La tarea diaria de avalar el odio
El fascismo como ideología extrema del sistema patriarcal, capitaliza su representación en figuras femeninas para dividir y polarizar el movimiento feminista. Desde la ultraderecha arengan discursos que condenan a los migrantes, a los trabajadores, a los que luchan por sus libertades y por sus identidades sexuales, para garantizar la diversidad en el mundo.
Son muchas las mujeres que engrosan las filas del trumpismo. En Italia, el neofascismo ganó las elecciones de la mano de Giorgia Meloni, una “mujer, madre y cristiana” como se define. En Argentina, Patricia Bullrich que preside el partido Propuesta Republicana ( PRO) negó la veracidad del atentado que sufriera la Vice Presidenta de ese país, Cristiana Kirchner. Jamás se solidarizó con la mandataria.
Fueron muchos los que expresaron en la redes sociales el lamento porque el revólver destinado a terminar con la vida de la Vicepresidenta no hubiese funcionado. Desde hace años, mujeres furiosas la insultan enfrente a su casa y levantaron una guillotina expresando sus deseos de asesinarla. La apología del delito es legalizada por los medios de comunicación que la difunden y promueven como una expresión del libre discurso.
La construcción del odio incita a despertar la forma más básica y primitiva del ser humano, reduciéndolo a su mínima expresión. Provocar reacciones irracionales es una forma de dominio. Los perpetradores amparan su cobardía en el anonimato de las redes sociales y del mundo virtual. Las banderas de la discriminación al migrante, a las mujeres, a los pobres, a los discapacitados como «cargas del Estado» y la guerra abierta a la comunidad LGBT, son consignas que suman adeptos, cuando antes hubieran causado el efecto contrario.
El feminismo es resistencia
A cincuenta kilómetros de la ciudad de San Carlos, donde Karina fue ultimada, está el Museo de Oakland, frente al lago Merritt. En el año 2016, cuando Donald Trump ganó las elecciones, miles nos reunimos allí, para tomarnos de las manos. Un círculo humano para generar un conjuro de energías que nos permitieran afrontar la oscuridad que se venía.
Ahora, en este museo y hasta el enero del 2023, puede visitarse la exposición “Hella Feminist”. Un recorrido interactivo por el feminismo desarrollado en esta ciudad, rastreando los orígenes del movimiento y dejando constancia del presente de resistencia que las mujeres han construido.
Objetos históricos, corsets, ropa interior de seda, pósters, fotografías y piezas de arte, son algunos de los elementos que forman la muestra. Un viaje por las raíces de este movimiento que surgió como respuesta a la discriminación de género, de raza, de orientación sexual, de habilidades físicas y de acceso a la educación y al deporte.
Esta muestras nos convoca a una deconstrucción activa de los mandatos del patriarcado dominante, para repensar los conceptos actuales de normalidad, de aceptación y de goce.
Una tarea de cuestionamiento necesaria para movilizarnos del lugar de víctimas e ir al activismo transformador. Una tarea social que nos permita refundar lazos de solidaridad, inclusión e igualdad desde la justicia social y el cuidado del planeta.
No volver al pasado
En Estados Unidos, la discriminación a la mujer se hizo ley y mordaza. La Corte Suprema decretó la ilegalidad del aborto después que el ex presidente Trump nombrara a dos de sus jueces en la Corte Suprema. El reloj histórico retrocedió de un plumazo a antes de 1973. La mujer desprotegida legalmente, vuelve hoy a estar expuesta a la muerte, sólo por querer decidir sobre la soberanía de su propio cuerpo.
En el estado de Florida, a los maestros se les prohíbe hablar de orientación sexual en las escuelas primarias. El partido republicano erigido en veedor moral de la sociedad, esgrimió como fundamento, que a los menores “no se le deben inyectar estas ideas” que desvían la formación de los niños. Así lo afirmó el gobernador Ron DeSantis.
El odio y la discriminación se expanden como un virus. Se hacen necesarias campañas gubernamentales para controlarlo, así como en los años 80 fue necesaria la campaña de prevención contra el sida para evitar tanta muerte.
Algo más que un fantasma recorre al mundo, es el regreso de la ideología de la destrucción.
Ese día, salimos de visitar la exposición con el grupo de las mujeres del Colectivo Feminista Las Pibas de California. Antes de ir a tomar un café, fuimos a caminar alrededor del lago Merritt. Años atrás era un lugar repleto de familias y chicos en bicicletas. Hoy, lo rodean las carpas de tela donde viven cientos de personas sin techo. Una de las chicas nos dice “mejor volvamos porque en este tramo, la semana pasada mataron a una mujer y me da miedo”. Así vivimos.
La solidaridad, la rebelión constructiva, el cuidado al otro, el oído solidario al dolor, son algunas de la herramientas que podemos desarrollar y generar. Somos los sobrevivientes de una pandemia que arrasó con millones de vidas. Llevamos en el alma los rostros de los que ya no están. En las venas, los recuerdos de nuestros ancestros, el grito de los genocidios durante las guerras y las dictaduras militares, civiles y eclesiásticas, que nos marcaron en la lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Sabemos de la oscuridad en las noches de la historia. Hemos aprendido que el aporte activo de nuestra pequeñez es la grandeza persistente que puede iluminar los días y transformar el mundo.
«Un mundo donde quepan todos los mundos” sosteniendo el legado de Claudio Hugo «Pocho» Lepratti, ese militante social de las barriadas humildes de la ciudad de Rosario, Argentina, asesinado en el año 2001 por las fuerzas de la represión policial.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.