Nunca antes tantos exigieron algo con tanta urgencia: el planeta también

El tiempo vuela, y mucho más cuando cada minuto cuenta para todos los habitantes de nuestro planeta, especialmente para nuestros hijos y nietos.

Mientras las alarmas climáticas suenan con cada vez más estruendo, y los contaminadores climáticos se tapan los oídos con más vigor, el público, incluidos nosotros los latinos, exige actuar ya.

Nuestro planeta habla mucho más claro que los políticos del mundo. Incluso antes del verano, India y Paquistán están sufriendo unas olas de calor sin precedentes que están testando los límites de viabilidad de nuestro planeta, con temperaturas hasta los 140 grados F. En un trágico ejemplo de ironía, las plantas térmicas de carbón no dan abasto para satisfacer la demanda de electricidad causada por la crisis climática que originan.

El calentamiento se está notando más en los polos que en cualquier otra región del planeta. En marzo, la plataforma antártica de hielo Conger, más grande que la Isla de Manhattan, colapsó, la primera en hacerlo tras cuatro décadas de observaciones satelitales.

Mientras tanto, el Congreso de Estados Unidos, quizá el ente mundial que más puede hacer para combatir la crisis climática, continúa en un imperdonable limbo parlamentario. La bancada demócrata del Senado debe renunciar a negociar con un partido de negacionistas climáticos que siguen tocando el arpa mientras arde nuestro mundo. El Senador Kevin Cramer (R-SD), por ejemplo, opina al respecto que “no está clara esta crisis que los alarmistas se han inventado”.

Ya es hora de que el Presidente Biden y los líderes demócratas rechacen este sinsentido y cumplan con sus promesas de abordar la crisis climática, y las crisis de cuidado de la salud, los empleos y la justicia social. Las comunidades y el planeta requieren urgentemente inversiones en la transición hacia la energía limpia, la reducción de la contaminación y de costos para las familias trabajadoras, la creación de buenos empleos y la promoción de justicia ambiental.

En días recientes, decenas de miles de manifestantes por todo el país dijeron “¡ya basta!” al Presidente Biden, el Senador Mayoritario Chuck Schumer y los congresistas demócratas. Todos han tenido suficiente tiempo para confeccionar un audaz paquete de inversiones climáticas. Ahora, deben actuar para aprobar con premura un presupuesto de reconciliación que invierta en la acción climática al tiempo que se aseguren de la equidad económica y la justicia ambiental.

El apoyo a esta audacia climática es abrumador. Según una reciente encuesta de Pew Research Center, el 81% de los votantes latinos apoya abordar la crisis climática, incluyendo casi el 40% que declara que hacerlo es una gran prioridad. Para el 71%, este tema no es algo distante, sino una crisis que les afecta directamente en sus vidas.

En general, los estadounidenses también defienden abrumadoramente la acción climática. Una encuesta nacional de Gallup revela el apoyo a los créditos fiscales para instalar energía limpia en sus hogares (89%), establecer estándares más exigentes de eficacia de vehículos (71%) y créditos fiscales para la compra de vehículos eléctricos (61%).

Los votantes no solo ven la crisis climática desplegarse enfrente de ellos. También ven que las soluciones son obvias. El 30 de mayo, por primera vez, la energía renovable abasteció por completo las necesidades de California, la quinta economía del mundo.

Una vez más se ha demostrado que la humanidad tiene los recursos, la tecnología y la voluntad popular para solucionar la crisis climática. Pero nos sigue faltando la voluntad política en el Congreso de Washington.

Señoras y señores congresistas, escuchen: nunca antes tantos exigieron algo con tanta urgencia.

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