Guinea Ecuatorial, país sito en la costa atlántica de África, frente a Surinam, Guayana Francesa y algo del norte de Brasil del continente opuesto. Una superficie de 24.051 Km2, 1,2 millones de habitantes. Con territorio insular y continental. Explorada y ocupada por portugueses en el Siglo XV. En 1778 fue cedida a la Corona Española por el tratado de El Pardo y dos de sus islas pasaron a formar parte del Virreinato del Río de La Plata efímeramente. Obtuvo su independencia de la España de Franco en 1968, luego de años de presión por parte de la ONU.
Subdesarrollo y corrupción
En resumida descripción, un país tropical en el que los españoles practicaban fundamentalmente el cultivo de cacao en grandes plantaciones en la isla de Bioko, debiendo contratar a braceros nigerianos por la escasez de mano de obra local. Los rubros de producción de la postindependencia que se añadieron al cacao son madera, algodón, café y caña de azúcar. Es un estado pequeño y atrasado que en la última década del Siglo XX, súbitamente, conoce la explotación petrolera que eleva su PIB para el 2016 a 31.769 millones de US$ con una renta per cápita de US$29.000.
Un país con esa renta per cápita debería estar lleno de actividad económica y bienestar. Pero no es así, porque -además de los problemas propios del subdesarrollo como la falta de educación formal, desequilibrios sociales, vicios que se arrastran de estructuras coloniales- la práctica política sobrevenida después de alcanzada la independencia ha generado un verdadero desastre para la población guineana. La inmensa mayoría de la renta petrolera es acaparada por el entorno que dirige el gobierno y deja al resto de la sociedad en precarias condiciones. El coeficiente de Gini es de 0.65, donde cero equivale a la total igualdad mientras que 100 es la total desigualdad.
Veamos por qué la política, tal y como es ejercida en Guinea Ecuatorial, se constituye en un peso muerto enorme que no permite progreso económico y social y mucho menos prosperidad para todos.
En 1968, Francisco Macías Nguema del Partido Unido Nacional de Trabajadores es elegido presidente de Guinea Ecuatorial. En poco tiempo comenzó la persecución y encarcelación de activistas de la oposición. Ya en 1972 creó un régimen de partido único y se declaró presidente vitalicio. Con el argumento del retorno a las raíces africanas expulsó en masa a los trabajadores nigerianos de las plantaciones de cacao en Biako, persiguió la religión católica y abolió la educación formal occidentalizada.
La corrupción se generalizó. Se deterioraron los servicios de agua, salud, energía, así como la infraestructura de carreteras. El feroz retorno al Medioevo propició la salida de ingenieros y técnicos con sus familias. La economía se arruinó y se crearon las condiciones para un cambio de gobierno, pero no por vía electoral sino mediante un golpe de estado ejecutado el 3 de agosto de 1979 y encabezado por su sobrino, el Teniente Coronel Teodoro Obiang Nguema, al frente de un Consejo Supremo Militar que lo designó presidente.
De mal en peor
No obstante, si malo fue el tío Macías, peor resultó el sobrino Obiang, pues se dedicó a perseguir hasta la cuasi extinción a los principales partidos de oposición que sólo actúan desde el exilio madrileño. Sólo se tolera a pequeños partidos leales y se celebran elecciones manipuladas que gana el líder Obiang con más del 93% de los votos. De los 100 diputados del parlamento unicameral 99 son del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial que es su creación. El presidente nombra a los integrantes del Tribunal Supremo y tiene un Poder Judicial a su medida.
El record de gobierno del déspota Teodoro Obiang en materia de derechos humanos es terrible. Denuncias de encarcelamientos, torturas, asesinatos. En lo social es deplorable su desempeño. La iniquidad campea y la corrupción lo penetra todo.
El ingreso petrolero se distribuye entre su entorno más cercano y sirve para mantener la infraestructura de seguridad personal, al igual que la burocracia militar y civil que sustentan al régimen. Una plutocracia.
Teodoro Obiang está denunciado en los foros internacionales y nada parece prosperar en su contra. En su país hace, con retoques de modernidad, lo que cualquier rey absolutista de la peor calaña hubiese hecho en su reino en el Siglo XVII. Es así como promueve reformas constitucionales que después no aplica, convoca a mesas de diálogo que alarga y producen acuerdos que nunca cumple. Ante las declaraciones de países democráticos de la comunidad internacional reclama fuerte porque están interviniendo en los asuntos internos de su país que ya no es colonia de nadie.
La dinastía Obiang tiene cuarenta y dos años ejerciendo el poder con todos los abusos que hemos descrito. Nadie la detiene. Teodoro Obiang sostiene los gastos de su gobierno y su entorno, lujos incluido, con la renta que produce una producción petrolera de 125.000 barriles diarios.
Y nuestra querida Venezuela
Por otra parte, tenemos a nuestra querida Venezuela. Un país de mediano tamaño bendecido con muchas riquezas naturales, entre ellas el petróleo y que hasta el año de 1998 tenía un grave problema de inicua distribución de la renta entre capital y trabajo, entre los políticos corruptos asociados con testaferros dueños de empresas de maletín y aquellos ciudadanos que trabajan para el estado con honestidad, entre una minúscula porción de la población que disfruta rodeada de lujos y otro sector muy grande que mal vive en la inopia.
Denunciando ese espantoso cuadro insurge Hugo Chávez mediante un golpe militar en 1992 que fue derrotado, pero luego de su salida de la cárcel, dos años después, retoma las mismas banderas políticas y con ellas acude al evento electoral presidencial de diciembre de 1998 que gana ampliamente.
Comenzó un gobierno autoproclamado revolucionario que efectivamente trajo cambios al poner el énfasis en el gasto social para redimir al pueblo de la pobreza.
Sin ánimo de hacer un análisis de su gobierno, lo que hay que hacer en el futuro próximo examinando todas las aristas para poder acercarnos a la verdad, a grosso modo, aseveramos que luego del golpe de abril del 2002, Chávez se apoyó en la Fuerza Armada y un pequeño grupo de civiles incondicionales para ir consolidando un gobierno que fue paulatinamente concentrando el poder.
Concesiones a la corrupción
Para lograrlo hizo concesiones a la corrupción porque dejó de perseguirla, como si lo hizo comenzando su gobierno. Los expedientes que al respecto eran instruidos por los servicios de seguridad del estado, por orden presidencial, eran engavetados para ser utilizados discrecionalmente. De esta forma, por ejemplo, al General Raúl Baduel le procesaron un expediente instruido cuando era Ministro de la Defensa porque al pasar a retiro dio un discurso que políticamente adversaba las posiciones del Comandante Chávez.
Fue por ello que el 2009 lo sentencian a cumplir una condena de ocho años, decisión injusta porque no fue sometido a un juicio respetando sus derechos. En agosto del 2015 recibió el beneficio de libertad condicional que duró año y medio, porque en enero de 2017 lo vuelven a detener por delitos contra la integridad de la nación y aun permanece cautivo con un juicio militar paralizado.
No obstante, ministros y gerentes de empresas del estado señalados de corrupción por expedientes similares a los de Baduel, eran rotados en los cargos cuando las denuncias producían mucho ruido para que continuasen cumpliendo las órdenes presidenciales sin importar los daños al tesoro nacional.
Nos referimos a los dólares que se enviaban a países y ciudades del mundo para construir hospitales, casas, puentes, carreteras. Erogaciones que se hacían sin cumplir los procedimientos legales y ayudaban a dar fama y sostenimiento al gobierno “revolucionario”, lo que la corrupción aprovechó para expandirse haciéndose partícipe del reparto. El asunto degeneró tanto que dentro del país y la vista de todos, muchas obras se cobraron íntegras aunque estaban apenas comenzadas o a medio terminar.
En los años de Chávez como presidente, los precios del petróleo estaban altos y los ingresos del Estado eran cuantiosos, eso permitió que -a pesar de lo antes expresado- su gobierno mantuviese un gasto social constante que se tradujo en mejoras educativas y en el sistema de salud, se construyesen viviendas y se entregase comida y medicinas subvencionadas.
Llega Maduro a la presidencia
Cuando llega a la presidencia Nicolás Maduro en el 2013, agitando la bandera de la unión cívico militar, pronto se da cuenta de que no tiene la ascendencia del fallecido Comandante dentro de la Fuerza Armada y aumentan las canonjías, los negociados, las revisiones de obras en curso para duplicar y triplicar su costo, ninguna de las cuales fue concluida. El país está plagado de obras iniciadas y paralizadas por Chávez y Maduro, pero completamente pagadas. La corrupción se potenció mientras comenzaron a declinar los precios del barril de petróleo.
Sin embargo, el gobierno no disminuyó el gasto, por el contrario, lo aumentó. Extraía de PDVSA la totalidad de los ingresos salvo lo requerido para la nómina. Primero se detuvieron los mantenimientos programados de las refinerías y después los emergentes, de manera que fueron reduciendo su producción hasta que se detuvo.
Igual ocurrió con los taladros y los mejoradores de la Franja Petrolífera del Orinoco. Por eso hoy, la producción de 3 millones de b/d de petróleo disminuyó a 450,000.
La caída del ingreso petrolero afecta el servicio eléctrico que por falta de mantenimiento ahora presenta fallas grandes y constantes, también el servicio de agua, el asfaltado de carreteras y calles, los servicios de los hospitales que no tienen agua en los grifos y la suben en cubeta a las habitaciones.
Escasez de alimentos
Se generó una escasez importante de alimentos subsidiados por el tráfico que la burocracia militar y civil practicaba sacándolos del circuito de distribución para venderlos. La deficiente producción nacional de comida y medicinas obliga a importarlas. El desequilibrio entre oferta y demanda genera inflación que el gobierno acelera inyectando dinero inorgánico.
Los Poderes Públicos están monopolizados por el gobierno y mientras sigan sus instrucciones partidistas, su burocracia procede como quiere en todo lo demás. Una inmensa cantidad de tribunales judiciales no atienden los procedimientos establecidos en la ley, comenzando por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Cualquier municipio o Asamblea Legislativa Estadal crea tasas e impuestos de manera discrecional.
Los mandos militares y policiales inferiores y medios asumen iniciativa propia para establecer alcabalas en ciudades y carreteras y cobrar por permitir el paso, hay sitios donde comparten la autoridad con paramilitares (colectivos). Estos y muchas irregularidades y vicios adicionales invaden cada vez más el cuerpo social. El caos, la violencia y el crimen se están apoderando del país. La pandemia del COVID19 cataliza el deterioro y la crisis.
Naturalmente, hay mucha disidencia política que el gobierno apenas tolera y cuando le provoca la reprime con persecución, cárcel, torturas y hasta asesinatos. Líderes de partidos, sindicalistas, periodistas, militares y de todo orden social están en cautiverio. Hay más 500 presos civiles y militares. Partidos son inhabilitados y cuando no, intervenidos para ponerlos a funcionar a favor del gobierno.
El gobierno se ensaña contra oficiales del ejército para dar escarmiento a los demás. Es el caso del M/G Miguel Rodríguez Torres. Excelente oficial, que después que pasó a retiro quiso hacer política y el gobierno le cerró todas las puertas al negarse a tramitar la solicitud de inscripción de su partido y lo inhabilitó con una maniobra mentirosa. Pero no contento con eso, ordenó su detención acusándolo de conspiración. Ya tiene más de dos años en una celda en aislamiento. Un aviso del gobierno para la oficialidad que a sotto voce comenta su aprecio por él.
Represión brutal
El gobierno de Maduro también hace uso de mecanismos distintos a la brutal represión. El dictador no es ajeno a la sutileza de las negociaciones con dirigentes de oposición en lugares confortables y con gastos pagos en Dominicana o Barbados, así como en hoteles nacionales de lujo, frustrantes reuniones que se prolongan sin llegar a acuerdos.
Últimamente, el gobierno se ha puesto más elaborado y para consolidar su decisión de no perder más nunca una elección después de la paliza que la oposición le proporcionó en los comicios parlamentarios de diciembre del 2015, ordenó al CNE la convocatoria a elecciones presidenciales de conveniencia para el 6 de diciembre del corriente año.
Ya después de 2015 ha manipulado todas las elecciones. La de diputados a la írrita Asamblea Nacional Constituyente, la de gobernadores y alcaldes y la presidencial. Lo ha realizado con ventajismo y controlando todas las fases del proceso electoral, desde la convocatoria hasta la proclamación y pasando por los escrutinios. Pero ahora, para impresionar a la comunidad internacional, quiere darle credibilidad y para ello desplegó una combinación de compra de conciencia a personeros de varios conocidos partidos de oposición con la intervención de autoridades judiciales para cambiar sus directivas mediante sentencia. Es así como consigue que pequeños sectores espurios de Acción Democrática, Copei, Primero Justicia y Voluntad Popular previamente sobornados pasen a dirigir esos partidos porque lo ordenó una sentencia de la Sala Constitucional del máximo tribunal de la República.
En un ambiente tan inmoral como el que tiene minado al sector político oficialista y una parte de quienes dicen ser de la oposición, el tráfico de sobornos y ofertas postelectorales anima a los corruptos y seguramente a algunos ingenuos. Por ello observamos que casi cien partidos nacionales y regionales participarán en las elecciones parlamentarias de diciembre. La inmensa mayoría son organizaciones inscritas fast trak, sin cumplir los requisitos que miran con codicia la posibilidad de ocupar uno o más curules.
El gobierno que maneja la antiética muy profesionalmente, instruyó al Poder Electoral para aumentar el número de diputados y mejorar la oferta.
El CNE diligentemente, elevó el número de diputados a elegir de 167 a 277, pasando por encima del artículo 186 de la Constitución que fija la base poblacional para determinar la cantidad de diputados en “uno coma uno por ciento de la población total del país.” Desconocemos cuál fue la “base poblacional” que aplicó la autoridad electoral para llegar a 277 diputados, cuando el 1.1 de los 30 millones de venezolanos antes daba para 167 curules, sobre todo porque la masiva salida de habitantes al exterior estos últimos años más bien provocó la disminución de la población. Lo que no dudamos es que transgredieron la Constitución porque en todo caso la base tuvo que ser modificada para aumentarla y llegar a los 277 diputados y así cumplir con la solicitud del Ejecutivo.
El paralelismo está claro
Hasta aquí el paralelismo entre Guinea Ecuatorial y la Venezuela actual está claro. En ambos existe un régimen personalista y despótico que persigue la disidencia, desconoce los derechos humanos, encarcela, tortura y asesina de manera selectiva a quien considere peligroso porque escribe o habla denunciando al gobierno. Controlan los poderes públicos y demás instituciones del estado. Acaparan la renta nacional para una ínfima minoría.
En el caso de Guinea Ecuatorial, siendo un país de escasa población (1,2 millones de habitantes) los 14.000 b/d de petróleo le generan un ingreso que sostiene al ejército, las fuerzas de seguridad del gobierno y al lujoso tren de vida del presidente Teodoro Obiang, su familia y su entorno.
En Venezuela, en cuestión de cinco años, pasamos de tener un sólido y cuantioso ingreso petrolero fruto de una producción de más de 3 millones de b/d a 450.000 b/d y, de unos meses acá, llegamos a cero por la caída de la demanda y los precios, además de las sanciones. Durante esos cinco años nuestra economía se deterioró y ello, además de la ruina de los servicios públicos, nos condujeron a un nivel de vida proporcionalmente parecido al de Guinea Ecuatorial.
Recientemente, el gobierno madurista, que secó el pozo de PDVSA, optó por echar mano al Arco Minero de Guayana y sin importar el daño humano y ecológico, extrae de allí el oro impregnado de sudor y sangre con el que actualmente cubre los gastos para mantenerse en el poder.
Para finalizar, destaquemos que en Venezuela este gobierno despótico lleva 20 años y ahora estima hacer otras elecciones, junto con muchas promesas que se añaden al tonel sin fondo de mentiras que dispara como ametralladora desde sus cadenas televisadas, todo con el fin de continuar al mando quién sabe por cuántos años más. El gobierno de la dinastía de Francisco Macías Nguema y Teodoro Obiang Nguema (tío y sobrino) tiene 42 años en el poder, también haciendo promesas que nunca cumple y organizando elecciones en las que siempre arrasa.
¿Vamos a caer en la trampa?
Lee también
La dictadura de Bukele
El golpismo en América Latina en la era del coronavirus
La extraña maldad de enjaular niños inmigrantes en tiempos del coronavirus