Keenan Anderson, una muerte que subleva y desespera

Durante toda la noche, el sonido de la lluvia acompañó mis pensamientos, mi insomnio después de ver en YouTube el video del arresto del joven Keenan Anderson, un maestro de escuela de Washington D.C. el pasado tres  de enero en la intersección de Venice Boulevard y Lincoln Boulevard en Venice, Los Ángeles.

Este video muestra imágenes perturbadoras. Se aconseja discreción.

Keenan Anderson, un maestro de escuela secundaria y padre de 31 años, estaba tratando de obtener ayuda después de una colisión de tráfico cuando varios agentes lo persiguieron, lo sujetaron y lo electrocutaron durante más de 90 segundos mientras suplicaba por ayuda. En consecuencia, sufrió un paro cardíaco fatal.

Era el primo de la cofundadora de Black Lives Matter, Patrisse Cullors.

Es la tercer persona en este recién iniciado 2023 en morir por el brutal abuso de fuerza por parte de la policía de Los Ángeles. Su muerte está provocando nuevos llamados a la reforma policial en una ciudad que durante mucho tiempo ha pedido justicia racial.

«He estado desafiando a las fuerzas del orden durante los últimos 22 años […], pero la policía nunca había matado a alguien tan cercano a mi familia», dijo Cullors al medio National Public Radio (NPR).

“Es una realidad devastadora que cualquiera de nosotros pueda verse afectado por la crisis que es el sistema policial de los Estados Unidos”, agregó. «Tenemos que hacer algo.”

“Tenemos que hacer algo”, esta frase me resuena como el ruido de la lluvia golpeando la ventana de mi cuarto. No es suficiente con un día feriado, no es suficiente con recordar los históricos discursos de Martin Luther King, ese enorme hombre que dio su vida por la dignidad de su pueblo. Un pueblo marcado y condenado a vivir como inferiores hasta menos de cuatro décadas atrás, por las vergonzosas leyes de Jim Crow.

En la actualidad no está en vigencia pero este pueblo vive obligado a demostrar todo el tiempo que merece la igualdad en una sociedad manejada por un poder blanco y racista.

Muchas veces me he preguntado qué riesgos correría por la calle mi hijo autista, que camina agitando sus brazos y haciendo ruidos guturales, si no fuera blanco y su pelo no fuera rojo.

Keenan Anderson

Keenan tuvo un accidente de tránsito y salió a pedir ayuda, asustado por las causas que fueran. Está grabado su miedo, su desesperación: “They are trying to George Floyd me”, grita, denunciando e implorando piedad por su vida Kennan. Una denuncia consciente de quien vio morir de manera brutal a un inocente y presiente su propia muerte.

Escribo porque no encuentro otra manera de denuncia, de solidaridad, hoy, en este día que quema como la injusticia que se derrama como el agua sobre nosotros.

Una inundación solamente podrá contenerse si sacudimos nuestra indiferencia.

El trece de enero hubo una manifestación en la ciudad de Oakland denunciando la violencia policial. Quizás la lluvia copiosa que caía sobre el Norte de California disminuyó la cantidad de asistentes. Yo misma no pude ir para dejar un testimonio en este escrito pero en otras ciudades no se escuchó nada, la gente no salió a las calles indignadas. El asesinato de Kennan Anderson pasó inadvertido para muchos.

Amy Goodman mostró el video en Democracy Now alertando a los espectadores de la violencia que iban a presenciar. Una caza salvaje, la sumisión brutal a un hombre que por ser negro y demostrar “un comportamiento errático”, fue electrocutado.

Keenan necesitaba ayuda, no ser asesinado porque su color de piel no era blanco.

Los valores de supremacía blanca, algo que debería ser estudiado en los libros de historia, como páginas vergonzosas de nuestra civilización, hoy son plataformas políticas aplaudidas por muchos. “Make America Great Again”, un llamado a restituir la gloria de una nación victoriosa por derrotar al nazismo, cuando no se permitía a los niños usar el bebedero de agua común si sus bocas eran negras.

“No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que «la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente”.

La lluvia sigue cayendo y la voz de MLK hoy lamentablemente se hace más fuerte que nunca.

Autor

  • Adriana es educadora en el Distrito de San Carlos, California.Tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 23 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias, que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado en las revistas Urbanave y en Brando, del Diario Nación y Página 12 Rosario.

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