DESDE HONDURAS: la crisis política, 1er reporte
Es un poco pronto todavía para poder realizar análisis precisos sobre la violencia en Honduras frente a los acontecimientos relacionados con el cambio presidencial en el país.
Hoy hemos visto como todos los hondureños estaban pendientes frente a sus televisores, sobre la “llegada” de Mel Zelaya al aeropuerto de Tegucigalpa. El “bloque popular” compuesto por la mayoría de los sindicatos y organizaciones del país respondió a la llamada de Zelaya en su intento de “tomar” el aeropuerto de Toncontín para un posible aterrizaje del presidente.
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El citado bloque trató de movilizar todas sus fuerzas a nivel nacional, que se encuentran actualmente muy divididas en torno a los acontecimientos, y se organizó en la Universidad Pedagógica, en donde siempre lo hacen el Primero de Mayo, o en los momentos en que se movilizan para demandar alguna política determinada al gobierno hondureño.
Es incierto el número de personas que concentraron, pero el diario La Prensa señalaba en torno a las 30,000 personas. A parte de uno o dos muertos que se señalan, a consecuencia de disparos del ejército, todavía es pronto para saber las afectaciones a propiedades públicas y privadas que se hayan podido realizar en el día de hoy en Tegucigalpa. El gobierno reaccionó ampliando el toque de queda que hoy ha dado inicio a las 6.30 de la tarde.
Veremos en los próximos días si esta movilización continua, o si va perdiendo fuerza, ante la dificultad para seguir obteniendo recursos económicos para mantenerla, la diversidad geográfica de los integrantes a la misma. La propia tensión de los hondureños, que a pesar de seguir con extrema preocupación la situación en el país, están cansados de la dinámica, y cada vez en mayor número están enojándose con la actitud de un presidente que a sus ojos está poniendo en riesgo la vida de los hondureños, y está alentando una intervención militar extranjera.
Y la actitud de un gobierno provisional que muestra fortaleza y control interno, al mismo tiempo que se esfuerza en legitimarse explicando su posición y señalando que su intervención tiene una fecha de caducidad cercana.
Hasta el momento las acciones “violentas” se han generado en momentos puntuales de concentración de estos grupos, que según el gobierno, y la prensa local han sido alentados por ciudadanos extranjeros de origen nicaragüense, venezolano y cubano (de los que se ha detenido un número indeterminado). En los últimos días algunas granadas fueron lanzadas contra instituciones públicas como la Corte Suprema, la Secretaría de Relaciones Exteriores, y la Dirección General de Migración y Extranjería, de las cuales sólo explotó la última ocasionando algunos desperfectos, y también contra Radio América, el Diario La Tribuna, Canal 11, y la embajada estadounidense.
Por otra parte fueron atacados dos establecimientos de comidas rápidas, que son victimizadas por la izquierda hondureña por no pagar impuestos al país, un Burger King en San Pedro Sula, en el transcurso de una manifestación, y un Kentucky en Tegucigalpa en otra manifestación.
En relación al resto del país, señalaba una periodista de Canal Sur que se encuentra tomado por los militares. Mi observación en la costa norte del país muestra que ello no es cierto. Mas allá que el ejército hondureño sólo cuenta con 8,000 efectivos, lo que le dificultaría esta política, sobre todo en el caso de movilización general de la población, la realidad es que por lo menos en los casi 400 kilómetros que cubren desde la frontera de Guatemala, pasando por el importante y estratégico Puerto Cortes, hasta San Pedro Sula, Progreso, Tela y La Ceiba, la calma de la población es total.
En el corredor desde Guatemala a Puerto Cortes encontré un retén militar compuesto por diez integrantes, combinados entre policías, soldados de ejército y de la fuerza naval. Fue el único retén que encontré. En ese mismo corredor no visualicé ni una sola pintada a favor del presidente Mel Zelaya, o en contra de las maquilas y empresas extranjeras, que se encuentran en el mismo. Según me informaron el puerto funciona con la “normalidad” cotidiana, y no se enfrenta ninguna situación extraordinaria.
En San Pedro Sula la ciudad se encontraba en perfecta normalidad, con un tráfico propio de un sábado por la tarde, y tampoco visualicé, ni percibí ni situaciones de inseguridad, ni un excesivo control policial ni militar. Me quedé a dormir en una colonia popular de clase baja en Progreso, zona industrial importante y me encontré la gente mirando CNN y apoyando sin reservas al nuevo gobierno.
Buena parte de los que componen el “bloque popular” forman parte de sindicatos relacionados con el sector público; maestros, de la empresa de electricidad y de la de telefonía pública. Unidos a ellos encontramos alguna asociación campesina. Estos forman la fuerza más importante asociada a la movilización contra el gobierno instituido.
En las zonas industriales no se observa presencia de sindicatos importantes, entre otras cosas porque las empresas multinacionales se han encargado tradicionalmente de cuidarse de no tener estas organizaciones en su seno, y porque la gente está muy preocupada en mantener sus precarios puestos de trabajo. Micheletti hizo hoy un llamado a los empleados públicos para que regresen a su trabajo, asegurando que no habrá repercusiones, y que no perderán sus puestos laborales.
Veremos como evoluciona la situación.