La ética de trabajo de los inmigrantes indocumentados mexicanos

Son personas honestas, trabajadoras, que trascendiendo el tiempo, tienen la misma ética de trabajo que los Peregrinos, de hace más de cuatro siglos atrás

¿A quién le gusta separarse de su familia, de sus amigos, de la tierra donde se nació, e irse a un mundo donde ni siquiera hablan su idioma? Donde todo es extraño. La comida. Las costumbres.

Pero esa es la realidad de millones de migrantes que se embarcan en la aventura a veces mortal de alcanzar el país del American Dream. Pero seamos claros, para la mayoría de ellos, el sueño que tanto imaginaban nunca llega, sino que caen en algo más parecido a una pesadilla.

¿Y por qué se quedan a pesar de todo? Porque con su trabajo, o a veces dos trabajos, muchos pueden mandar unos pesos, o mejor dicho dólares, que con la conversión cambiaria son oxígeno para esposas, hijos y nietos, que se han quedado con los retos económicos de la patria.

Mexicanos

Los inmigrantes indocumentados provienen de todos los países imaginables del mundo. Según la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense, en 2019, el último año antes de la pandemia, la mayoría provenía de México, El Salvador, India, Guatemala y Honduras.

Pero los mexicanos encabezan la lista. Hay más de 4 millones en los EE. UU., lo que representa el 41% de todos los indocumentados.

Y aunque algunos políticos oportunistas e intolerantes, como Donald Trump, los acusan de ser delincuentes y violadores; y otros de holgazanería; estudios y estadísticas sugieren lo contrario. Son personas honestas, trabajadoras, que trascendiendo el tiempo, tienen la misma ética de trabajo que los Peregrinos, de hace más de cuatro siglos, que se lanzaron al peligro y la incertidumbre de cruzar un océano, huyendo de la persecución de los intolerantes. , y en busca de una América de oportunidades que no se pudo encontrar en la vieja Europa.

Según un análisis, alrededor del 97% de los trabajadores indocumentados que llegaron de México están trabajando y contribuyendo a la economía estadounidense. Representan el 12% de la mano de obra en el sector agrícola, el 7% en el sector de la construcción y el 3% en el sector del turismo y la hostelería.

El ingreso de los hogares con mexicanos indocumentados asciende a nada menos que $92,000 millones de dólares. Además, en 2022 pagaron casi $10 mil millones en impuestos. Y según estimaciones, aportaron $11,700 millones al Seguro Social y casi $3,000 millones a Medicare.

Y ni hablar de su contribución como consumidores de bienes y servicios.

Estos números son claros. Los mexicanos indocumentados contribuyen significativamente a la economía estadounidense. Pero, irónicamente, no califican para los beneficios federales. Sin seguridad social. Sin Medicare. Ni siquiera el seguro de desempleo.

Remesas

Pero su aporte no termina ahí, pues muchos de ellos envían dinero a sus familiares en México. Transferencias que para muchas esposas, hijos, padres, abuelos, significa vivir o no vivir en la pobreza.

Aunque no hay datos precisos sobre los indocumentados, cabe mencionar que según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, las remesas a México de mexicanos residentes en Estados Unidos alcanzaron más de $55 mil millones de dólares en 2022.

Un análisis del banco BBVA sugiere que más de $18 mil millones provinieron de California y más de $8 mil millones de Texas. Como se puede imaginar, los estados a donde se enviaba la mayor parte de las remesas, eran los que producían más emigrantes: Jalisco, Michoacán y Guanajuato. En general, se estima que alrededor de 10 millones de familias residentes en México se benefician de estas remesas.

Entonces, en última instancia, los inmigrantes mexicanos indocumentados que residen en los Estados Unidos no solo ayudan a activar la economía estadounidense, sino que junto con sus contrapartes documentados envían remesas a México que son una fuente de ingresos nacionales que se ha vuelto crucial para la economía mexicana. Un aporte que no solo merece ser reconocido, sino aplaudido. Aplaudidos, porque detrás de todos estos números hay hombres y mujeres que dejaron atrás lo que más amaban, simplemente para mejorar la calidad de vida de sus seres queridos y que, a pesar de mitos y leyendas, a pesar de no haber logrado nunca llegar al paraíso prometido en el America Dream, continuan día tras día en esos trabajos que nadie quiere.

Este artículo fue apoyado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California y Latino Media Collaborative.

Martín Ocampo

Escritor y periodista de Paysandú, Uruguay, quien actualmente reside en Nueva York, EE.UU., en donde ha trabajado en diversos medios. Su corazón es charrúa y su pluma es latina.

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