La obsolescencia de los atlas
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No recuerdo haber alcanzado a tener un atlas actualizado en mi vida. La distribución geopolítica mundial siempre ha variado más rápido que mis visitas a las librerías. Incluso las librerías se han visto en continuos aprietos con tanto stock obsoleto. Sin embargo, hay algo de romántico en abrir mis polvorientos atlas y volver a ver los dibujos de países ya inexistentes. En mi escritorio subsiste la enorme Unión Soviética con su cortina de hierro intacta. Persiste la gran Yugoslavia de Tito, la pequeña Checoslovaquia descrita por Kundera y la sombría Alemania Democrática controlada por la Stasi.
Hoy el mundo ha sido redibujado y mis atlas desconocen a Croacia, a Serbia, a Montenegro, a Bosnia y Herzegovina, a Kazajstán, a Uzbekistán, a Bielorrusia, Ucrania, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Eslovaquia, Moldavia, a Timor Oriental o a un Sudán dividido. Hoy como ayer, mis atlas pecan de ignorancia. La inquietud de los hombres les ganó la partida.
Si compro un texto actualizado quizás me sirva poco tiempo, porque las Coreas volverán a unirse tarde o temprano, Libia se está desangrando entre fezzanios, tripolitanios y cirenaicos, y la región de Cachemira probablemente cambiará de dueño.
Originalmente publicado en: Cuadernos de la Ira.
Se me había quedado en en tintero la casi ingobernable República de Kosovo. Sigo con la pertinaz idea de que todavía no es enteramente independiente.
Por cierto que Santa Cruz es un problema recurrente para los sucesivos gobiernos bolivianos, estimado Marc. Los ricos contra los pobres, como en todos lados.
Quizás Bolivia tendrá que ser redibujado señor Muzam. Los santacruceños quieren seguir por las suyas. No quieren seguir manteniendo (de acuerdo a su visión) a la indiada pobre del resto del país.
Interesante reflexión.
Las imágenes satelitales desnudaron muchos de nuestros sueños querida Gladys, volvieron visible y conocido lo ignoto. Mucho antes de terminar el siglo XX ya el planeta era más conocido que la palma de una mano cualquiera. Pero conocerlo no significa controlar el dinamismo histórico, pues los hombres han corrido y seguirán corriendo sus deslindes geográficos bajo el amparo de la fuerza. Recuerdo haber leído de niño sobre las grandes expediciones que los ególatras europeos organizaban hacia todos los rincones, como si llegando ellos a los distintos lugares se fueran encendiendo las antorchas de la civilización. Una de mis historias preferidas era sobre el aviador que avistó por primera vez el Salto del Ángel en Venezuela. Podía, con mis ojos de niño, ponerme en su lugar, y deleitarme con esa impresionante maravilla de la naturaleza.
Un fuerte abrazo y gracias por tu comentario.
Timor Oriental y Sudán del Norte y del Sur se incorporan a este conjunto de nuevos países. Pero ¿cuándo le tocará el turno al Tibet? ¿qué pasaría si todos los antiguos reinos italianos quisieran autnonomizarse nuevamente? ¿y los antiguos reinos españoles o los principados alemanes? ¿y los mapuches en Chile, o los Rapa Nui de Isla de Pascua? La fuerza de la autodeterminación aún tiene mucho camino por andar mi querido Jorge. Un excelente articulo. Y magistral el comentario de Gladys.
Cariños
María Paz
El mundo se ha redibujado siempre y en todo sentido. Alguna vez siendo niña intenté entender la evolución social y cultural de la humanidad a través del estudio de los mapas de diversas épocas que llegaron a mis manos, pero abandoné el ejercicio al darme cuenta que aun si dedicara mi vida entera a ellos, el dinamismo de los cambios, así como el reduccionismo que implica el ordenamiento cartográfico, me limitaría a la superficialidad del conocimiento. Así, llegué a valorar más los mapas físicos, ésos que me mostraban la ubicación de lugares ignotos, soñados por aventureros que tuvieron la osadía de adentrarse en lo desconocido. Durante un tiempo me interesé en sus historias y valoré sus descubrimientos, pero ahora creo que me hubiera gustado más continuar sabiendo que quedaban lugares por descubrir en el mundo, protegidos de la inquietud humana, donde aún pudieran anidarse nuestras fantasías.
Tan inquietos como una mula en un ascensor, querida Cosette. El problema práctico de los atlas es que siempre son carísimos y su vigencia demasiado fugaz.
Abrazos.
Los profesores y la educación oficial suelen ser los instrumentos más idóneos para la propagación del odio y el vano patrioterismo entre las nuevas generaciones, querida Lorena. Imagino que en tus rabietas había un afán expansionista acicateado desde el mesón mayor.
Como sea, fue un gesto muy noble el obsequiar tus atlas a la biblioteca escolar.
Un fuerte abrazo.
Rescato tu frase «El deseo muy humano en lo precario y grandilocuente de fijar parámetros, dar quietud y ordenar todo lo que nos rodea». Una empresa inútil sin duda amigo Rodríguez. Cada gran Estado contiene en su seno un sinnúmero de comunidades con particularidades culturales propias. Los tempestades actuales acarrean también la brisa de la democracia y la autonomía de cada pueblo. Las corrientes ya llegan al Magreb, a la Arabia, a Vasconia, a Chechenia, y por qué no, al Kurdistán.
Siempre creando los más extraños textos mi querido Jorge. Cuanto sentido hay en esa contínua obsolescencia no sólo de los atlas, sino de los mapamundis, los globos terráqueos o los mapas militares y satelitales. Tal como dices: «La inquietud de los hombres les ganó la partida».
Me gustó mucho. Besitos.
Cuando era pequeña me disgustaban los mapas, pasaba largo rato protestando mientras los confeccionaba para completar mis deberes escolares.. A pesar de las muchas explicaciones que oía no le encontraba sentido a tantas disputas. En las clases de geografía era común oír a la maestra decir que el resto de los países nos robaban territorio, que cuando se dio lugar a arbitraje internacional siempre se había fallado en contra de la Argentina (no en favor de otro) de ahí a la agresión a nuestros compañeros inmigrantes había un paso que más bien era excusa.. Eso me hacía rabiar y me la desquitaba mientras coloreaba los límites y ubicaba los puntos extremos. Mi ánimo empeoraba cuando debía delimitar provincias porque para adentro también se arma y todos nos ofendemos para defender nuestros límites y autonomía casi como los estados dentro de EUA.. Tantas disquisiciones me hacía quebrar los colores que con tanto esfuerzo me compraba papá.. No hay caso, me molestan los mapas de un modo infantil y con el sueño iluso de no pelearnos por nada, pero como ante todo era responsable mis mapas quedaban bonitos y se ganaban una happy face de la maestra.
Debo madurar ¿no?
Hace unos años, antes de mudarme de provincia regalé mis atlas a la biblioteca de la escuela y le di a mi sobrina los cuadernitos que guardaba de aquellos años. Ahora no protesto mientras hago mapas o memorizo capitales sino cuando veo el noticiero o leo el diario.
Saludos!!!!!
Hay algo importante que nos brinda tu texto, Muzam. El deseo muy humano en lo precario y grandilocuente de fijar parámetros, dar quietud y ordenar todo lo que nos rodea. Es una empresa inútil, lo corroboramos cada día entre bombazos, remezones y olas gigantes… al menos queda el consuelo del intento… un agrado volver a leerte, amigo.