Miguel Ángel Mori: el escritor invitado a El Fogón de este viernes

De muy joven comenzó una militancia contra los regímenes militares que lo que lo llevó a permanecer ocho años confinado en la cárcel política de Rawson. Al recobrar la libertad, durante la democracia, se dedicó por entero a la literatura. Resultado de su trabajo son 19 novelas y un trabajo de no ficción sobre su militancia y la experiencia carcelaria

Miguel Ángel Mori es un escritor argentino de la ciudad de Rosario. De muy joven comenzó una militancia contra los regímenes militares que lo que lo llevó a permanecer ocho años confinado en la cárcel política de Rawson.

Al recobrar la libertad, durante la democracia, se dedicó por entero a la literatura. Resultado de su trabajo son 19 novelas y un trabajo de no ficción sobre su militancia y la experiencia carcelaria. Algunos de los títulos de sus obras son:  Las rondas y los sueños (1997), su libro más testimonial sobre su experiencia en la cárcel; El comisario Pereyra (2012), Vidal a secas(2012), El crimen de Vaccaro (2013), La luz blanca y la amarilla (2015), La cruz y el chador (2018) y el premonitorio Los confinados (2019). Su última novela  La Julia: Los Fonseca será la obra elegida sobre la que hablaremos con el autor durante nuestra charla en El Fogón..

Miguel Ángel Mori es colaborador del diario argentino Página 12, desarrolló actividades culturales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siendo por dos períodos miembro de la Comisión directiva de la Sociedad Argentina de Escritoras y Escritores. Toda su obra se puede encontrar en Amazon.com

La Julia ( un fragmento) 

«…Sí, serían un mes, dos, tres o cuatro. Pero no sería para siempre, ella lo supo desde el primer día, no había viajado un continente para fregar, se decía frente a la tabla de lavar, en la piecita del fondo de junto a los tendederos; y mientras iba estrujando una, dos y hasta tres prendas, con sus brazos firmes, ya colorados por el esfuerzo y el fresco de la mañana, mientras iba tendiendo la ropa, un calzoncillo, dos bombachas, una blusa, tres corpiños, hacía planes, cuidadosamente meditados. Tampoco era de tirarse porque sí a la piscina. Medía bien el agua, la temperatura, y el momento. Ese tiempo era necesario, debía conocer el país, la gente, sus costumbres, en fin, sus mañas, sus egoísmos y trampas. Ya suficiente lección le había dado la vida con dos abortos, a qué más; porque si hasta allí el amor la llevaba, a partir de allí, ella lo llevaría. Sí, un continente, sabía muy bien por qué Hilario, su padre, la había mandado para la América, bien lo sabía, y razones tenía. Las habladurías habían llegado hasta Monforte; más allá, se dijo que no, y se largó para las Américas. El padre había juntado pesito a pesito de unas cabras y ovejas que había vendido en el mercado. En fin, el nuevo mundo decían que era el futuro, ya habían partido muchos, la Lucerna de los Rodríguez, el Manuel de los Torres Aledaños y eso que ellos tenían más tierras y posibilidades, el Agustín de los Corredoiros de Pescante, la aldea vecina, y más allá los Gutiérrez, los Sandoval, los Pereda, la comarca se iba vaciando de brazos; y no era para menos, desde que había devenido la República el clima se había enrarecido, muchos vecinos estaban en contra y ya se hablaba de un general rebelde y de un cuartel, de un lado, y del otro, y esos anarquistas o comunistas que querían hacer saltar todo por los aires. A su hermano Manuel lo habían movilizado, no se sabía el por qué; no había guerra, ni nada que se le parezca, era como si se estuvieran afilando las uñas, le contaba el padre muy sucintamente, que, si bien ella era muy joven, era con la única que había logrado un diálogo; la de mayor temple, casi un hombre, haberse ido sola a abrirse camino a tan lejos, y, sin embargo, lo había hecho. Recordaba al partir de Lucena el poderoso barco con los pañuelos que destellaban al sol mientras, padres, hermanos, sobrinos, los despedían desde la dársena, con los ojos llorosos y alegres a la vez, los despedían agitando sus manitos, los despedían, tal vez, para siempre.

Sí, la Julia, pensaba don Hilario, el padre, sentado en el alero de la casa de Carriñas, en la aldea, contemplando el faldeo, las colinas, atisbando si se dejaban ver a lo lejos la Carmiña y la Jimena; era la hora de recoger la hacienda, y, entrando la temporada, el invierno, comenzaban los días grises, lluviosos; pero las chicas eran muy trabajadores y abrigadas, envueltas en chales, sí, ya las veía aparecer azuzando al rebaño por la colina. Sí, la Julia, la más dispuesta, la más criteriosa, aunque frente al amor sucumbiera. Pero sí, si esa chica se dominara, tal vez se podrían esperar muchas cosas de ella.

Entonces, cuando la Julia se aprendió todas las recetas, las cien maneras de hacer el pollo al horno, las cientos, saltado; cuando le agarró las manos a la harina, y de ese menjunje con huevo y sal, pudo imaginar con sus manos diestras lo que quisiera, si pastas, ravioles, fideos, más chicos más grandes, espaguetis, tirabuzones, o tartas de zapallitos, de espinacas o de jamón y queso, o con puré, ñoquis, o con manteca y azúcar, tortas a las mil maravillas, aderezadas con crema chantillí y frutas de estación, y si las salsas, cebolla, tomate y especies, como pases mágicos que crearan casi de la nada, variantes del gusto, como un demiurgo puesto a crear el mundo, con sus manos ágiles, con sus bellas manos ágiles, como danzas en la harina, como aquel ser mitológico que, a placer, fuera agua, fuego o tierra, flor, abeja o colibrí, cuando dominó enteramente la destreza, cuando vio a su familia adoptiva bien cebada, con unos kilos de más, creyó haber llegado el momento, ni antes, ni después.

Era sábado, y como todos los sábados se hacía baile en el Centro Gallego de Avellaneda. Las guirnaldas que cruzaban la noche, mucha jota y zapateo, pero también muñeiras; los Alegres de Vigo hacían sonar sus acordeones y sus gaitas, y eso era una romería de olores, de sabores, porque las damas de la comisión ponían a la venta todo tipo de confituras, de pastelería…»

La cita en El Fogón de Los Ángeles

Este viernes 3 de mayo tendremos la enorme alegría de escuchar y charlar con el escritor y periodista Miguel Ángel Mori en EL FOGÓN DE LOS ÁNGELES, más específicamente en el segmento literario que llega inmediatamente después de la sección política en la que estará invitado el politólogo Dr. Tarson Núñez quien, desde Brasil, hablará sobre las limitaciones de la socialdemocracia.

EL FOGÓN es un encuentro de amigos de todos los rincones de las Américas interesados en explorar temas de política, sociedad y literatura patrocinado por Hispanic LA. El encuentro se realiza en zoom el primer viernes de cada mes, a las 5:00 pm de Los Ángeles, EE.UU. Está abierto al público. Para participar, por favor, solicitar información y el enlace de zoom a nfantini@aol.com. Los esperamos!

Adriana Briff

Adriana es educadora en el Distrito de San Carlos, California.Tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 23 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias, que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado en las revistas Urbanave y en Brando, del Diario Nación y Página 12 Rosario.

Comenta aquí / Comment here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba

Descubre más desde HispanicLA: la vida latina desde Los Ángeles

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo