Faith Ringgold: la celebración de la resistencia
Después de ver la exposición de Faith Ringgold en el Museo De Young, en la ciudad de San Francisco, mi mayor alegría fue ´googlear´ su vida y descubrir que es nuestra contemporánea. Su fecha de nacimiento es el 8 de octubre. Hoy cumple 92 años.
El regreso a la infancia
Hace más de 20 años, todas las noches, mi hijo miraba, usando el viejo formato de VHS, los cuentos de dibujos animados de una serie llamada Good Night Moon. Entre ellos estaba Tar Beach, de Faith Ringgold. Al escucharlo, sus enormes ojos marrones se abrían frente a la pantalla de televisión y él repetía la palabra «watermelon», «sandía», en español. En ese instante, el desalentador pronóstico de “nunca va a hablar”, desaparecía.
Mi hijo y yo nos sentábamos a escuchar esa historia y volábamos junto a Cassie, el personaje principal. Ella atravesaba el cielo de New York, llevando a su hermano de la mano. Juntos, desde la magia de la luz de esas estrellas de verano, se alejaban de la pobreza y la esclavitud. Nosotros nos alejábamos del autismo.
Mi hijo aprendió a pronunciar sus primeras palabras mirando Tar Beach. Cuando el cuento terminaba, yo lo alzaba, le daba un beso en la frente antes de acostarlo a dormir y le agradecía a la autora por ese milagro.
Atravesar la infancia desde un diagnóstico, acota la vida. Es una tarea dura y complicada. La niñez debería ser un lugar de juego y alegría, un preámbulo alejado de las preocupaciones que indefectible nos alcanzan en la vida adulta. Pero a veces no es así. Faith Ringgold nos acompañó con su cuento y, desde su relato, mi hijo fue construyendo un puente que lo conectó con el mundo.
Cuando vi su nombre anunciado en el museo, esos años regresaron a mí. Al comprar las dos entradas para la exposición, le dije a mi hijo “vamos a ver Tar Beach”, como quien anuncia el encuentro con algo muy cercano.
La voz de los quilts narrativos
Estar enfrente de los quilts narrativos de Faith Ringgold es un impacto emocional difícil de describir. Mi primera reacción fue agradecer poder estar ahí. Una suerte de energía vital tocó mis sentidos frente a un arte que combina la armonía de colores y materiales con la resistencia social y la memoria.
Un silencio de asombro y emoción se respiraba ese día en la sala del museo. Me acerqué a los empleados que cuidaban que los visitantes no filmaran o traspasasen las líneas grises delimitadas en el piso. Una mujer joven de ojos verdes profundos y un hombre de sonrisa amable respondieron con un “gracias” en inglés a mis comentarios. En sus miradas brillaba el merecido orgullo de estar cuidando el patrimonio de sus propias historias.
La esclavitud es la mayor degradación a la que puede estar condenado un ser humano y es también la más elevada forma de soberbia e ignorancia que nuestra humanidad ha desarrollado.
Faith Ringgold rescata en sus obras la oralidad del discurso, transformándola en parte del arte de sus quilts narrativos. La grafía queda plasmada como una huella de la voz de ese grupo humano unido desde los lazos de la amistad, de las reuniones, de fe en las conexiones humanas. Los quilts de Faith Ringgold son la construcción de los significados de los tiempos. Una tarea de testimonio en un país marcado por la discriminación y el racismo.
Cada quilt es una obra de arte revolucionaria. Van Gogh está incluido en el quilt «El Café de los Artistas» como uno más de los marginados. El arte del quilt, esa artesanía de resistencia de las mujeres negras en el profundo Sur, es una herramienta de arte que nos abraza desde las magistrales bellezas de Faith Ringgold que nos nutre con su activismo feminista.
Cuando llegamos frente al quilt Tar Beach, tomé la mano de mi hijo, ahora adulto, y nos sentamos a observarlo. Toda su infancia estaba en ese cielo. Veinte años después ese relato vive en su mirada. Observó, señalando los objetos: las estrellas, el puente, la tajada de sandía, eso que compuso su primera felicidad. Sentí que estábamos en una íntima ceremonia y la luz amarilla del living de esa casa, donde ya no vivimos, volvió a iluminarnos.
La realidad de nuestras vidas
Cuando salimos del museo, la bruma del atardecer, llegaba desde el Golden Gate Bridge y San Francisco parecía una ciudad sumergida en un sueño. Una mirada diferente se había posado sobre mis ojos después de esta experiencia. Desde el lento tráfico de la Avenida 19th, rumbo a la carretera 280, las botellas de shampú alineadas en las ventanas de los baños de los departamentos, parecían una oración de tristeza. Un ciclista cortó mi nostalgia con la velocidad de sus pedales. La rebeldía de su juventud me devolvió a esa transformación que nos da el arte. Esa manera vital de responder a la la abulia, a la resignación de la rutina que se empeña en confirmar que «nada puede cambiarse».
Cuando George Floyd fue asesinado, Faith Ringgold leyó en YouTube su cuento Tar Beach, precedido por la inscripción “no podemos respirar” y la declaración final de “Black Lives Matter”.
Han pasado más de dos años y el neofascismo avanza en el mundo retrocediendo nuestro reloj humanitario a los tiempos monstruosos.
La discriminación y el racismo desde los discursos del odio van fragmentando nuestras comunidades, sembrando divisiones. Sin embargo lejos de la desesperanza, el arte de Faith Ringgold nos deja un contundente mensaje. Tenemos una enorme tarea, bella y fecunda: rescatar nuestros fragmentos, coser nuestras identidades en un quilt humano de diversidad y solidaridad. El arte de cobijarnos desde los valores de justicia social y planetaria en estos tiempos de frío sembrados por el odio.
Gracias Faith y ¡muy feliz cumpleaños en el Día Internacional de la Mujer!