Trump intimida a miembros de la Corte Suprema que ahora debaten su caso
En Estados Unidos no hay rey. Eso sí, el presidente tiene amplios poderes conferidos por la Constitución. Pero ni absolutos, ni totales. Las leyes, las debe obedecer.
Poderes inexistentes
Donald Trump está en plena campaña para protegerse y entronizar su poder. Y pretende para sí poderes que no existen.
Repite: «Cuando alguien es el presidente de Estados Unidos, la autoridad es total”.
Su ineptitud rayana en lo increíble en la actual crisis del coronavirus hace aún más crucial rechazar esta aseveración.
Especialmente ahora, porque a partir de este lunes inicia en la Suprema Corte el testimonio de sus abogados. Negarán en su nombre el derecho del Congreso o la fiscalía a obligarle a entregarles sus declaraciones de impuestos. Lo harán aunque son de cuando era un ciudadano corriente. Aunque los papeles del Presidente se pidieron a una firma de contabilidad, no a él.
Ante la Corte Suprema
A partir de este martes, 12 de mayo, la Corte Suprema tiene la oportunidad de limitar las ínfulas absolutistas de Trump. Es el primer presidente en la era moderna en no publicar sus impuestos, los detalles de sus negocios y en no dejar de administrarlos durante su mandato.
Trump no quiere que el público sepa de dónde proviene su dinero.
Especialmente antes de las cercanas elecciones. Aún no sabemos por qué invierte tanto esfuerzo en impedir que se conozca la verdad sobre sus negocios. Pero que la oculta, la oculta.
La Corte Suprema, que decidirá en junio, es solo la una estación más en la negativa de Trump. Mientras él tenga aliento, va a idear nuevos obstáculos. Pero los precedentes no le favorecen. En 1974, esta Corte rechazó que el presidente Nixon pueda ocultar evidencias, lo que llevó a su renuncia. y en 1997, que el presidente Bill Clinton tenga inmunidad, acelerando la acusación de acoso sexual que llevo a su juicio político.
Reclaman total inmunidad
Cuanto más difícil es su situación, más agresivas las acciones y terminantes las pretensiones de Donald Trump. Ahora sus abogados reclaman para él poderes absolutos y total inmunidad, una interpretación que no tiene asidero en la Constitución ni en el precedente ni en el sentido común. El gobierno y sus portavoces escalan sus ataques. Se quitan los guantes del decoro y la dignidad que uno esperaría del presidente. No. De un presidente.
Trump ataca sin piedad, miente sin remordimientos y amenaza con destruir el país. Ayer mismo afirmó que dos de los jueces de la Corte Suprema se le oponen y exigió su recusación.
Trump y sus aliados intensifican su empuje por transformar el país. Es una tendencia inherente al presente gobernante y que indudablemente se acelerará si es reelecto. Y no está limitada a la era de la pandemia y sus estados de emergencia. Ni tampoco al juicio político del que Trump salió – como era de esperar – airoso.
De ahí la importancia de estos debates, como una herramienta más para conservar la democracia y proteger a la ciudadanía de un absolutista. Por lo que la Corte Suprema debe rechazar su pretensión absolutista y evitar que se intensifique nuestra crisis de gobierno.
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En apoyo de los periodistas, por Gabriel Lerner