A romper mitos se ha dicho: el vino tinto no puede tomarse frío y el blanco es mejor helado
Hay días en que uno tiene ganas de romper mitos. O malos entendidos de esos de siempre. Por ejemplo, que el vino tinto no se puede tomar frio y el blanco es mejor helado de la nevera o que las uvas rojas sólo se usan para hacer vino del mismo color. O que el vino rosado es una cosa dulzona llamada white zinfandel, horrorosa, que me da pesadillas.
También uno, en sus limitaciones, tiende a creer que lo único que existe es ese Gato Negro chileno al que estamos acostumbrados, o el Rioja Marqués de Cáceres, o que el abominable Blue Nun, ese de la botella azul, ejemplifica todo lo que es vino alemán.
El vino se presta para tantos mitos falsos que cada quien sostiene como si fuera religión, que parece como si lo fuera.
Mito 1: el vino tinto sólo puede tomarse a temperatura ambiente y el blanco, frio de la nevera.
FALSO.
El consenso de varios expertos que he leído o a quienes he escuchado hablar de esto es que la temperatura ambiente a la que se refieren los expertos cuando hablan de vino tinto no es la de tu casa, sino la de la bodega donde se (debería) guardar el vino. La temperatura ideal de las bodegas es de 55 grados Fahrenheit.
Si se refrigera, el vino tinto queda demasiado frío y pierde aroma y sabor, aunque la nevera es un buen lugar para guardar una botella abierta ya que retrasa la oxidación de la bebida que queda sin tomar. Pero si se toma a temperatura “ambiente” regular, también está demasiado caliente.
Los vinos tintos de cuerpo ligero y los vinos jóvenes pueden enfriarse más que los otros. Hasta un golpe de nevera les viene bien.
El blanco, por otra parte, tampoco debe servirse del refri, aunque confieso que lo hago constantemente en verano, por la sensación de frescor que da esa copita a media tarde de un calorón. Dicen que la temperatura ideal no son los 35 grados Fahrenheit de la nevera, sino entre 45 y 55. Es decir, saque la botellita un rato antes del frio antes de servirla.
Mito 2: el rosado no es vino de verdad.
FALSO.
Tampoco es cierto que sea una mezcla de vino tinto y blanco. El vino rosado es, por lo general, vino hecho de uvas negras en el que el jugo se separa de las pieles antes de que lleguen a teñirlas más que un poquito. Hay vinos rosados de un rosa ligero, rosa intenso, rosa rojizo y hasta salmonado.
Tampoco es esa cosa horrible y dulzona llamada White Zinfandel: mis respetos a quienes lo toman pero tengo una pregunta: ¿por qué lo hacen?
Porque no conocen otra cosa. El paladar se acostumbra más fácilmente al vino dulce que al seco, pero se pierde la magia del sabor escondido detrás del dulce. Pobres.
El vino rosado como se debe es un vino seco, con cierta acidez agradable y frutal. Los que más me gustan vienen de Francia y España; algunos, de Estados Unidos y Australia.
Mito 3: ese viejo gato es el único que existe, ese Cabernet de siempre o el Chardonnay de marras.
Hay infinidad de variedades de vino que no tomamos porque no conocemos o no creemos que van a gustarnos.
Más allá del chardonnay o del sauvignon blanc de siempre están otros blancos fabulosos como el Torrontés argentino, el Txakolí vasco o el Vinho Verde portugués ( o el Verdejo de Rueda, España), todas ellas alternativas fabulosas y, como la demanda no es mucha, se consiguen a mejor precio por la calidad.
Más allá del cabernet o el pinot de siempre, está el Malbec argentino, el Petit Syrah o el Zinfandel –nada que ver con el “white zinfandel”– de California y hasta uno que estoy loca por probar pero hasta ahora no lo he hecho pero que tiene una gran popularidad en el sur: el Tannat uruguayo.
La lista de nuevos descubrimientos posibles es larga, más de lo que imaginamos.
Hágase un favor y la próxima vez que se sienta aventurero o aventurera, pruebe un vino diferente con el que nunca se haya atrevido.
Ayúdeme a romper los fastidiosos mitos.
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Vino de la semana
Sterling-Vintner´s Collection Meritage
2008
Disponible en Bev-Mo y probablemente en algunos supermercados. Precio: menos de 10 dólares.
Esta vez recomiendo un tinto fuerte. El Meritage suena muy afrancesado, pero en realidad es un término inventado por los vinateros estadounidenses para denotar una mezcla de variedades al estilo de Burdeos, donde el vino típico es una mezcla de Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc, entre otros.
En USA, donde la gente está más acostumbrada a llamar a los vinos por la uva de la que están hechos, un vino hecho de varias uvas, con suficiente calidad, puede aspirar a la definición “Meritage”.
Este de Sterling está hecho de Cab-Sav, Merlot, Cab-Frank, Petit Verdot y Malbec.
Es un vino de aroma intenso a tabaco y gran cuerpo, con sabor a cerezas y moras y un toque de pimienta negra en el regusto. Es muy parecido a algunos Cabernet (lo es en más del 50%). Sirve muy bien para comer una carne al horno rostizada con salsa e incluso para acompañar un plato de cordero.
El título de hoy me atrae por sobremanera pues romper mitos es mi especialidad! En mi país, en la mayoría de las familias es tradición enseñarnos a tomar un poquito de vino con azúcar desde pequeños. Desde entonces escuché «el vino tinto fuera de la heladera, el vino blanco dentro, helado». Y crecí con esa idea. Siempre he tenido resistencia al vino blanco y aún hoy en día me cuesta tomarlo a menos esté comiendo mariscos o pescado. Confieso que a trvés de esta columna, estoy aprendiendo a romper con estos arcaicos conceptos familiares respecto al vino.
Me da gusto leer tu interés en querer probar el Tannat uruguayo. Es nuestro orgullo. Lamentablemente en CA no se encuentra pero tengo el presentimiento que en Nueva York o La Florida pueda encontrarse. En Europa nuestros vinos son mucho más reconocidos, Uruguay tiene excelentes bodegas pero pasa como con la mayoría de nuestros productos (incluídos los artísticos) en US casi no se comercializan.
Me ha encantado esta entrega desde comienzo a final. (Posd: Y más que el Gato Negro me gusta el Casillero del Diablo de Concha y Toro. (hasta hace poco creía era lo mejor de Chile) )