Canto a los mineros de Chile
Para el hombre bueno
de espíritu libre
los mineros labran
la libertad.
Entre las cordilleras escalares,
entre las estancias despiertas,
entre el llanto de las
ovejas huérfanas;
esta mañana,
desde Cerro de Pasco,
les canto a mis hermanos mineros
de Copiapó.
Mi canto desciende
hasta ustedes;
desde las minas oscuras
a levantar el alma valiente,
el espíritu deslumbrante,
la voz libertaria
que sembraron la esperanza
bajo setecientos metros
y durmieron con un ojo abierto
esperando el cielo azul
y con el otro ojo mirando para abajo,
los socavones infinitos.
Mineros de Copiapó
Por todo esto
mi canto es una esperanza
que despierta todavía
la libertad para el hombre.
Una estrella que brilla, todavía.
Una semilla que germina, todavía.
Y, son ustedes
para todos nosotros:
una mañana con sus girasoles
una geografía con sus ríos,
una riqueza con sus minerales,
una tarde con sus neblinas blancas
y con su corazón abierto.
Mientras,
mi corazón late o no late
más allá de las distancias y el infinito,
hermanos mineros, te seguiré cantando,
entre las semillas diseminadas.
Es impresionante lo que despertó lo sucedido en las minas de Copiapó, todos nos manifestamos y sensibilizamos de alguna forma nuestro colega Rodolfo Rojas lo hizo escribiendo un lindo poema donde expresa sus sentimientos por el trabajo de los mineros:
“Para el hombre bueno de espíritu libre los mineros labran la libertad”.
Dice de su sensibilidad por haber nacido en una región minera, felicitaciones por ello.
Para los mineros chilenos y para ti Rodolfo, poeta de los mineros, este artículo «La solidaridad triunfa sobre el Psico-balbuceo», de Brendan O Neill, les será de interés. Su autor es un periodista irlandés, ateo, editor de Spiked, que sigue de cerca los excesos y tonterías de nuestra cultura mediática y sus expertos.
Revela un dato interesante, el dato oscuro, sobre el episodio de la mina de San José. Y éste es que el equipo de psicólogos fue rechazado por los mineros atrapados. La «ayuda» que les proporcionaron a los mineros consistió en «consejos» y en persuadirlos de que aceptaran escuchar por teléfono a los expertos. El método empleado por el equipo de psicoexpertos era el de premiarlos cuando accedían a escuchar consejos, o por lo contrario castigarlos si no lo aceptaban, p.e. quitándoles el acceso a programas de televisión, negándoles el alivio del vino (pues «no se trata aquí de científicos con doctorados, sino de rudos mineros», entre los cuales abundan los «borrachos»), y aun vetándoles el recibir correspondencia de sus mujeres y familiares. Las cartas se fueron amontonando, a la espera de que el psico-equipo levantara el veto de censura, hasta que uno de los hombres reclamó a su mujer que por qué ya no le escribía, ¡cuando ella le enviaba una carta a diario!
Mientras, en la superficie, los medios de comunicación hacían su parte, ya no mezquina sino vil, al anunciar todo tipo de calamidades futuras a estos mineros (que saldrían o medio locos o suicidas o víctimas del hambre de fama o disfuncionales del todo) ¡ajajá, a menos que se pusieran de inmediato en las manos de los expertos y sus medicinas; de paso aprovecharon para revelar las intimidades sexuales de uno de los atrapados, títere mediático involuntario, y humillar a su esposa públicamente mientras ella, gastada por una vida en el desierto, guardaba vigilia diariamente. Yohni emergió de la tierra cabizbajo y sin sonreir dio la espalda a la efusividad de su amante; las cámaras mostraron al hombre musitando unas palabras bajas mientras sus ojos nerviosos oteaban a los circunstantes.
Los mineros se rebelaron contra el equipo de sicólogos tan pronto como recibieron alimento suficiente como para recuperarse. «Estamos todos bien», dijeron desde dentro de la mina. Su método para estar bien era: escoger un líder, el veterano fuerte, Urzúa, el hombre firme y callado; rezar a diario; mantenerse trabajando en turnos; hacer ejercicio; desembuchar entre ellos en grupo lo que les molestaba; sonriente solidaridad.
Así le mostraron al mundo lo poco que valen los expertos, el daño que pueden hacer si se les deja. Los expertos se quedaron sin pacientes, sin conejillos de indias para las drogas y fármacos que les proporcionan las transnacionales, Farmacorp. La calamidad futura es ahora la de ellos mismos, despretigiados.
Como dijo un siquiatra de la Universidad Católica de Chile: «los mineros constituyen en todo el mundo el grupo menos dispuesto a escuchar sicólogos».
Ahora queda el grupo de los escritores y periodistas que esperarán con infinita paciencia, 10 años, 20 años, lo que haga falta, a que se revele la más mínima falta, disfunción o exceso de cualquiera de los 33 mineros o de sus familiares, para montar un show.
Concluye O’Neill que «el modo en que los 33 hombres fueron tratados fue una especie de microcosmo de nuestra industria de la terapia sicológica. La censura de cartas a la que les sometieron a los atrapados [en la mina] es el vivo reflejo de la idea de que la gente, todos nosotros, somos FRAGILES sicológicamente y que fácilmente resultamos dañados por las palabras de otros. Cuando les quitaban a los mineros atrapados los «premios», si se negaban a hablar con los profesionales del equipo de salud mental, se revelaba la naturaleza autoritaria que subyace a las intervenciones terapéuticas tan de moda hoy.
«The way the men were treated was like a microcosm of today’s therapy industry. The censoring of letters spoke to the idea that people are psychologically fragile and easily harmed by other people’s words. The deprivation of certain ‘prizes’ if they didn’t speak to the mental-health team revealed the authoritarian dynamic behind today’s therapeutic interventions.»
http://www.spiked-online.com/index.php/site/article/9785/
Saludos al poeta Rodolfo Rojas Villanueva es valioso su trabajo intelectual , le deseo éxitos y creo que el comentario de María E. Mayer es importante que lo consideres.
Nuestra sociedad es consumista y el Cuarto Poder juega su papel aprovenchando situaciones como lo ocurrido en Chile con los mineros.
hola amigo te felicito por la inspiración y e siento orgulloso que un paisano mio sea quien aya escrito el primer poema para estos amigos mineros y que nunca dejes de escribir y seas una inspiración para todos los amigos de Perú y el mundo adelante y que seas el siguiente premio nobel te desamos exitos la empresa «Copicentro Valentín»
realmente me encanto tu poema te felicito amigo,saludos desde lima.
Me gustó mucho. Es un poema animoso y generoso como son los mineros chilenos. He leído varias cosas estos días, incluso la que me acaba de mandar un querido amigo venezolano desde Madrid, pero muchas me dejaron un amago de mezquindad, de rencor, de no estar a la altura de los mineros.
En este tipo de circunstancias se ve penosamente desnudo el afán de algunos, que más deberían taparse sus vergüenzas, por hacerse publicidad a cambio del heroísmo de otros, de la justísima alegría de un pueblo recio, del regocijo del planeta, y del modo digno y emotivo en que las familias chilenas, el presidente Piñera y todo el equipo suyo quisieron estar presentes. No es el momento de frases grandilocuentes pero de mezquino contenido («un pueblo olvidado», «un pedazo de desierto»). Nadie ha olvidado a Chile sino los frívolos que pierden el sueño por seguir a Hollywood, o a la entrevista con el diario europeo de moda.
Tenemos siempre presente a Chile aunque no hagan películas, ni les den premios literarios sino cuando no queda más remedio (una Mistral, un Neruda). Lo tuvimos presente en su transición de la izquierda a la derecha, en los merecidos reconocimientos de Michele Bachelet, en el valor de los chilenos cuando el sismo (que pude sentir a través de los escritos de «mis» chilenos, Jorge Muzam, Alex Zamorano, Marietta Morales y Claudio Rodríguez). Esto del rescate minero es extraordinario pero, a los que venimos siguiendo a Chile, ya nada extraordinario nos sorprende de los chilenos.
Cuando salga Urzúa me voy a tomar un montón de vino chileno y, si puedo, con chilenos.
Por lo demás, el artículo tiene muchas cosas valiosas y el escritor es muy bueno
http://www.elpais.com/articulo/internacional/lenguaje/maquinas/elpepuint/20101013elpepuint_5/Tes
Pero no es el momento; éste no es el tono, no.