Crayones que hablan: Victoria Infante

Cuando anuncié que había comprado “El día que los crayones renunciaron”, alguien me comentó que la versión en inglés, “The Day the Crayons Quit”, era mucho mejor.

 

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/ Fotos: Victoria Infante

 

Entonces me quedé con la duda y pensé si hubiera sido mejor haber adquirido la edición original.

Sin embargo, decidí correr el riesgo y darle una oportunidad a mi nueva adquisición. Si no me gusta, no se los leo a mis hijos, punto, pensé.

¿Pues saben qué? Me llevé una gratísima sorpresa. El libro tiene una traducción al español impecable, tan impecable que no pierde ni la gracia ni el encanto del texto original (la primera vez que lo leí fue en inglés, así que me consta).

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“El día que los crayones renunciaron”, escrito por Drew Daywalt e ilustrado –¡hermosamente!– por Oliver Jeffers, es un libro de esos que enamoran desde el momento en que lo abres. Ya desde la portada estás avisado de que dentro te espera una explosión de colores.

Para comenzar, el título es bastane sugerente y tentador. ¿Cómo que los crayones, quizá el artículo para dibujar favorito de los niños pequeños, renuncian? ¿Por qué están tan enojados? ¿Qué los hizo tomar una decisión tan drástica? Y por eso los vemos en la tapa del libro, y en la contraportada, con sus caritas refunfuñonas, cargando carteles que dicen, “Equidad para los crayones” y, “No somos felices”.

Su descontento no es para menos, y ahora les cuento por qué. Pero comencemos con cómo le expresan a Duncan, el dueño de los colores, su inconformidad. Cada uno de los crayones le escribe una carta al niño explicando por qué están tan molestos, y aquí algunas de las razones.

Crayones y sus almas

El crayón rojo quiere un descanso porque dice que es el más usado. Duncan ilumina con él “hasta en vacaciones”. Lo utiliza para colorear camiones de bomberos, corazones, manzanas, fresas y hasta a Santa.

El crayón beige dice que está harto de que le digan “café claro” o “color hueso”. Y exige que se lo use más, no solo para pintar trigo.

Entre el crayón amarillo y el naranja la cosa está que arde. Ambos están aferrados en que son el verdadero color del sol. Y es que Duncan los ha usado indiscriminadamente para iluminar el astro.

El reclamo del crayón azul es porque se lo ha usado tanto, tanto, que ahora está demasiado corto y rechoncho. Quiere un descanso.

La queja del crayón durazno es hilarante. Duncan le quitó la envoltura y ahora el pobre color vive con una vergüenza terrible porque está desnudo. Ni siquiera quiere salir de la caja.Crayones5

Lo que me encanta de este libro es la posibilidad que da de ampliar el vocabulario de los niños. Esto es muy importante para mí porque me doy cuenta de que poco a poco mis hijos, a pesar de su corta edad, se expresan con más soltura en inglés, el idioma que hablan en la guardería y en el que ven la televisión (sí, si vemos la tele, aunque solo el canal educativo PBS).

Entonces, la única forma que encuentro viable para que aumenten su léxico es leyéndoles libros en los que aparecen palabras que no son de uso cotidiano. Por ejemplo, el nombre correcto para el “café claro” es beige, o como lo acepta la Real Academia Española, “beis”.

O “rechoncho”, un adjetivo que me encanta porque suena muy gracioso. Mis hijos se rieron mucho cuando escucharon por primera vez esa palabra, y más cuando vieron al pobre crayón azul molesto por su tamaño y apariencia regordeta.

También aprendieron que durazno no solo es el nombre de una fruta. Y ya saben cómo se dice “naked” en español, “desnudo”. Tengo la ¿mala? costumbre, porque me parece más colorido y coloquial, de referirme a alguien que no tiene ropa como “encuerado”, cuando lo más correcto y formal es “desnudo”.

El color del durazno

Como estas, hay una serie de palabras que los niños pueden aprender sin darse cuenta, además de los nombres de los colores más comunes. Víctor, mi hijo de 5 años, ya se los sabe todos, mientras que Jorge Mario, de 2, ya casi los domina al 100 por ciento.

Otro mensaje bello del libro, y con esto termino, es el reclamo del color rosa. Este crayón desafía a Duncan a usarlo con más frecuencia, y no solo para que su hermanita ilumine princesas. También a los dinosaurios, a los monstruos y hasta a los vaqueros les iría bien “un poco de color”, dice este crayón. En otras palabras, no seas prejuicioso con este color, Duncan.

Ojalá que les guste tanto como a nosotros. Y si así es, dejen sus comentarios en esta página.

La edición en español que yo encontré la publica el Fondo de Cultura Económica, y está disponible en Amazon por un precio desde los 10 dólares.

Publicado inicialmente en SerMamáLatina.

Perfil del autor

Mi nombre es Victoria Infante y soy periodista de carrera. Vivo en Los Angeles con mis dos hijos: Víctor Santiago y Jorge Mario. Sermamálatina.com será el conjunto de ambos pilares de mi vida, que se mezclan y apoyan y se complementan. Como mamá moderna me propongo relatar mi experiencia desde la trinchera en la que vivo...

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