Cuba: de Stalin al Timbiriche medieval

La decisión del gobierno cubano de resucitar el trabajo por cuenta propia, hasta 178 oficios, y los pequeñitos negocios en los que se podrá contratar empleados, no es ninguna novedad, sino que equivale a montar a la isla en la máquina del tiempo y trasladarla a la mañana del 13 marzo de 1968, antes de que el dictador decretara la confiscación de los 57,280 pequeños negocios que todavía funcionaban en el país.

El régimen mata así dos pájaros de un tiro: cobrará impuestos a los cientos de miles de personas que hasta ahora han ejercido esos oficios clandestinamente; y como Poncio Pilatos se lava las manos y le pasa a “cuentapropistas” y “timbiriches” (precarios negocios privados) la suerte de los 500,000 trabajadores que están siendo despedidos al grito de “¡sálvese quien pueda! que papá estado ya no da más”.

Es ésta la aceptación institucional de que “el modelo cubano” no funciona, como admite hasta el mismísimo Fidel Castro. Por cierto, el comandante habla de un modelo cubano que él sabe no existe. El castrismo no es un socialismo original de palmeras y salsa como reza su propaganda, sino un régimen estalinista químicamente puro importado de Rusia al 100%, que es idéntico dondequiera que se aplique, no importa si es en Cuba, Corea del Norte o el planeta Marte.

¿Funcionará en el siglo XXI este “deja vu” del mercantilismo medieval? El “cuentapropismo” no es más que la economía rudimentaria de tipo artesanal que había en el planeta antes de que al compás de “la revolución de las máquinas” se iniciase en el siglo XVIII la edificación del mundo industrial que hoy conocemos.

El viaje del hombre a la Luna, los satélites, los rayos laser, la Internet, la biotecnología, la energía nuclear, los rascacielos, la TV, el cine, los aviones y la revolución científico-técnica a la que asistimos hoy no son hijos del pequeño taller artesanal y comercial que había en la época de Enrique VIII de Inglaterra.

La modernidad no emergió de la labor de entrenadores de perros, payasos para fiestas, cartománticas, vendedores de coquitos acaramelados, amoladores de tijeras, reparadores de colchones viejos y paraguas, afinadores de piano, cuidadores de plazas públicas, forradores de botones, maniseros, masajistas o floreros –oficios todos muy respetables–, sino de la inversión de capital en gran escala, la aplicación de nuevas tecnologías, el empleo masivo, y la elevación constante de la productividad del trabajo.

Eso en China y Vietnam lo aprendieron bien y por eso en 1978 y 1986 (respectivamente) no se plantearon la disyuntiva ideológica entre capitalismo y socialismo, sino entre lo que funciona y lo que no funciona, como le dijo el líder chino Deng Xiao Ping a un periodista británico: “lo importante no es si el gato es pardo o blanco, sino que cace ratones”. Y ambos países se abrieron a las inversiones sin trabas, permitieron grandes empresas privadas, entregaron la tierra a los campesinos para que vendieran libremente sus cosechas.

Pánico al sector privado

Pero los Castro temen al capital privado como Drácula a la cruz, y no para para evitar que el “capitalismo explotador” regrese a la isla, como dicen hipócritamente, sino para no perder un ápice del control total que tienen del país y de cada ciudadano, control enfermizo que no tuvo nunca ni el zar Pedro el Grande de Rusia, uno de los grandes exponentes del absolutismo monárquico europeo.

Mientras Pekín y Hanoi decidieron beneficiarse del capital privado extranjero, la tecnología y la experiencia empresarial de todo el mundo, incluidos los millones de chinos y vietnamitas emigrados, los Castro rechazan la inversión extranjera real, con garantías de operación y repatriación de ganancias, y se niegan a recibir el capital, la tecnología y el “know how” de los cubanos que residen fuera de la isla, a los que califican de “gusanos” o “mafia de Miami”, aunque su dinero, sus relaciones y su experiencia podrían en poco tiempo dar un giro “milagroso” a la arruinada economía isleña.

Resulta asombroso lo anunciado por el coronel de la inteligencia Marino Murillo, ministro de Economía: quienes quieran abrir “paladares” (restaurantes de hasta 20 comensales como máximo), peluquerías, carpinterías, o ejercer cualquier oficio autorizado, tendrán que comprar todo lo que necesiten a precios minoristas a sus competidores, o en el mercado negro, pues el estado no puede venderles nada a precios mayoristas.

¿Es posible operar un negocio comprando a precios minoristas? La inflación será galopante. Si yo compro clavos, martillos, cola y madera a otro carpintero a precio minorista, o en el carísimo mercado negro, cada silla que produzca la venderé más cara que si comprara insumos y herramientas en un almacén. Entonces, o abandono mi intención de ser carpintero, o me busco buenos “contactos” para comprar los insumos a quienes se lo roban al estado, también a altos precios porque el que roba cobra siempre el riesgo de ser sorprendido.

El alza de precios hundirá aún más al peso cubano, de los actuales 24 pesos por un dólar, hasta 40 pesos, o más, con consecuencias devastadoras para la población.

Por otra parte, el banco central carece de liquidez para otorgar créditos a quienes aspiren a abrir un “timbiriche”, y los impuestos de hasta un 40% para los micro-restaurantes prácticamente matarán a la criatura en la cuna. Si alguien gasta una fortuna en el mercado negro para conseguir suministros y logra vender en su “paladar” 15,000 pesos (unos $625), el estado se lleva 6,000 pesos ($250). A los $375 restantes debe quitarle los gastos, incluyendo el sueldo de uno o dos empleados. ¿Puede crecer su “negocio”?

La clave de todo aquí es entender que mientras Fidel Castro viva no habrá ningún primer paso para una reforma económica más amplia, como afirma el lamentable gobierno socialista de España. El único objetivo del castrismo al mutar de estalinismo a “timbirichismo” es evitar la hambruna y la postración del régimen mediante una economía de subsistencia –medieval– férreamente controlada.

Lo que pasa es que a diferencia de lo ocurrido en los años 90, cuando los Castro aflojaron la mano ante el llamado “período especial” y la volvieron a apretar cuando comenzaron a recibir petróleo gratis y subsidios millonarios de Hugo Chávez, en esta ocasión la están aflojando pese a tales subsidios, que ya resultan insuficientes para mantener a flote a un sistema económico incapaz de generar riquezas.

O sea, esta mutación del estalinismo al “timbirichismo” ahora será definitiva, a no ser que surja otro Hugo Chávez adicional. El “cuentapropismo” se enraizará en la isla e irá creando una dinámica económica propia que inevitablemente abrirá ciertas posibilidades, todas con tufo medieval y siempre bajo la férula del generalato empresarial, verdadero dueño del país.

Pero quien vea aquí una apertura voluntaria de los Castro hacia la democracia y el desarrollo, o se hace el tonto, o lo es.

.

Autor

  • Roberto alvarez quinones

    Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992. Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

    Ver todas las entradas

Mostrar más

6 comentarios

  1. el titulo es muy bueno , pone al desnudo a los que todavia por ignorancia o por otras razones no tan inocentes alaban al regimen castrocomunista Lo que hace la dictadura en Cuba no es darle libertad econom,ica al pueblo a los cubanos sino llevarlos a la epoca de Romeo y Julieta como dice un comentario del mismo periodista que hizo el articulo. Entonces lo que aman el socialismo castrista (para los cubanos pero no para ellos) lo que quieren es que los cubanos vuelvan a la epoca de los senores feudales y los siervos de la gleba que vivian en los alrededores de los castillos de los senores (que ahora son los generales y coroneles castristas).

  2. TRANSICION TRAUMATICA
    Me complace el largo comentario de mi amiga María Meyer. Es un magnífico complemento de lo que expongo en el artículo. Su esperanza de que en Cuba haya una transición ejemplar como la que se inició en Alemania con el liderazgo de Konrad Adenauer es lo mejor que se nos puede desear a los cubanos. Me satisface mucho que María nos desee tan formidable futuro. Pero lamentablemente, amiga, dudo mucho que ello sea posible, pues el régimen estalinista y ya cincuentenario de los hermanos Castro se encargó ya de bloquear esa posibilidad al convertir a Cuba en puras ruinas.

    Marx, (copiando de la dialéctica de Hegel) al enunciar su “ley de la negación de la negación”, explicaba que luego de toda afirmación viene una negación, y luego viene la negación de esa negación (en términos hegelianos eso se define como TESIS, ANTITESIS Y SINTESIS). Pues bien, en Cuba el castrismo construyó una TESIS o afirmación (la revolución y la implantación del “socialismo real”) tan brutal y aberrante que su NEGACION, su ANTITESIS (la transición) será necesariamente brutal igual.

    Mi punto de vista, luego de esta disquisición filósófica es que lo ocurrido en Hungría, en Rusia y en todos los países otrora comunistas no es responsabilidad realmente del capitalismo salvaje, sino una consecuencia de la “TESIS” impuesta por Moscú en esas naciones a punta de bayoneta, luego de la II Guerra Mundial, lo cual trajo como respuesta una antítesis o negación forzosamente salvaje” . Por eso se fue de un extremo (la izquierda comunista) al otro (la derecha, el caos, las mafias y el capitalismo salvaje).

    Aristóteles y Platón insistían en que la verdad nunca la podremos encontrar en los extremos del péndulo, sino en el centro. La búsqueda de ese centro “mágico”, es siempre difícil, y mucho más cuando en un país se instala el sistema económico y político tan extremista como el comunismo.

    Marx, Engels, Lenin, Trotski y Mao se esmeraron tejiendo teorías acerca de cómo construir la sociedad perfecta, la comunista, pero no dijeron una palabra sobre cómo DESMONTARLA si se comprobaba en el laboratorio que el experimento era inservible, como ocurrió (luego de 74 años). Ellos creyeron, como Hitler, que su nuevo orden social duraría al menos 1,000 años. Ni a Moro, ni a ningún otro utopista se le ocurrió proyectarse tan lejos.

    Desmontar un sistema comunista es muchísimo mas difícil que edificarlo, porque dicha formación económico-social destruye hasta los cimientos mismos de la sociedad en lo económico, político, social, moral, ético, ideológico y humanístico.

    Infiero que el socialismo compatible con el capitalismo al que se refiere María es el socialdemócrata, el mismo que Lenin y los bolchevique excomulgaron de Rusia en 1903 mientras calificaban a su líder, Julius Martov, como traidor a la patria. Y bienvenido sea. El “socialismo científico”, el marxista-leninista, es contranatura y por ende incompatible con la economía de libre mercado, la que pese a sus aberraciones, excesos, insuficiencias e injusticias, es la única que funciona, al menos en el planeta Tierra.

    En efecto, el mercantilismo de la Italia pre-renacentista fue un antecedente o embrión del capitalismo, pero el capitalismo de Grandes Ligas que sacó a Europa del atraso secular feudal y medieval fue el que hizo eclosión al grito de “laissez faire” ” (“dejar hacer”, es decir, que el estado monárquico no contralara y metiera las narices en el proceso económico), lanzado por los fisiócratas franceses, que luego al compás de las máquinas inglesas y de la “mano invisible” de Adam Smith, erigió la modernidad que hoy conocemos.
    Creo también que es positivo que los Castro autoricen ahora el trabajo por cuenta propia, que es lo mismo que hacían los comerciantes y artesanos florentinos, genoveses, venecianos, etc, en los tiempos de Dante Alighieri y de Romeo y Julieta. Ojalá que la cúpula de La Habana se percate de que aún faltan el Renacimiento y la Revolución Industrial que sus colegas ideológicos de China y Vietnam ya llevan a cabo hace rato.

    Gracias, por tu comentario, Maria. Mis saludos
    Roberto.

  3. Los pequeños comerciantes de la Italia pre-renacentista, junto a los gremios legado del medioevo, fueron el modo en que comenzó el capitalismo. Puede que esto sea un modo, potencialmente al menos, de comenzar un capitalismo «desde abajo», compatible con el socialismo y con una transición gradual al modelo mixto no sólo de China sino de la exitosa Alemania demócrata-cristiana/socialista que comenzó el canciller Adenauer.

    La era Castro llegará a su fin, Deo gratiae, y el socialismo prevalecerá pese a los errores de esta familia feudal, los Hernán Cortés de Cuba, los dueños de la plantación, los que la defienden suo malo modo de la piratería gringa. Si este modelo de timbiriche no da para mucho, cosa que no dudo, espero que no sea el capitalismo salvaje de casino (Juan Pablo II dixit) de los banqueros ladrones, la especulación frenética y el imperio de las transnacionales que no pagan impuesto el que disloque a Cuba como iba a dislocar a la ex-Unión Soviética creando una microminoría de billonarios dueños de los medios de comunicación (hasta que Putin tomara cartas en el asunto y Medevev siguiera el plan nacionalista).
    Los resultados de un bandazo brutal de la izquierda a la derecha pueden tener como resultado lo que está pasando el Hungría: polarización y fascismo. En Hungría, el joven sinvergüenza que estaba a cargo de las juventudes comunistas, un cargo clave en el gobierno, cuando vio que ya caía el régimen y se abalanzaba la inversión capitalista, se hizo él el intermediario esencial en todas las operaciones de «entrada» capitalista y cobró diezmo por cada «conecte» y cada inversión; fue el primer multimillonario de la Hungría capitalista y la llevó al extremo opuesto a expensas de los húngaros, los cuales tuvieron que sufrir el monopolio del puñado de astutas comadrejas que se repartieron los sectores de la economía húngara (pienso p.e. en algún joven cubano, treintañero que está allí en la isla de científico y que tiene un buen cargo y se la lleva bien tanto con los Castro como con Miami, los Bush etc). El efecto es que en las últimas elecciones húngaras, el partido filofascista lleva un 17% (verlos formados y uniformados de negro en la foto), y el Parlamento es 66% de derecha.
    http://www.spiegel.de/international/europe/0,1518,722880,00.html

    Ojo con las transiciones; han de ser como las alemanas de la Reunificación: rápidas, eficaces, que no postpongan los justos pedidos de un pueblo harto de esperar, y que sean llevadas a cabo por los mejor preparados e inteligentes y los más honestos, todo ello bajo un gran control y supervisión, dejando que hable todo lo que quiera la oposición pero que actúen los mejores. Un buen líder es indispensable: un Adenauer, un Kohl, una Merkel. ¿Los tiene Cuba? ¿Los está preparando?

  4. Muy acertado este artículo Roberto y sigue haciendo estos buenos análisis para contrarestar a tantos idiotas latinoamericanos que aun sueñan con el socialismo-comunismo. Solamente quiero aclarar que para los cubanos la palabra «timbiriche» significa «negocio o tienda de mal aspecto».

  5. Roberto. El análisis tuyo tiene toda la validez del mundo. ¿POr qué limitar profesiones u oficios?¿Qué quieren? La subsistencia medieval, como tú dices. Así no saldrán de las tinieblas sino que digamos que «aliviarán» con su horrible planificación algo del día a día. ¿ O no? ¿Qué puede esperarse de estas «reformas»? Feudalismo con comunismo. Es el ciclo repetitivo que hablaba Marx? Adónde va Cuba? Hacia delante. Lo dudo. Gracias por tu artículo.

  6. CONSTRUCCION DEL FEUDALISMO
    Formidable este analisis de la construccion del feudalismo en Cuba luego de 51 anos de castrocomunismo. Los que como Zapatero y Moratinos y gente de esa ralea mentirosa e hipocrita pretenden vender en la Union Europea este renacer del trabajo por cuenta propia como una apertura del gobierno cubano como paso previo a ulteriores ‘cambios’, que se lean este articulo y que no insulten mas a los cubanos de a pie, que lo que quieren es que el regimen comunista desaparezca de la faz de la tierra, o en caso contrario que se hagan las reformas capitalistas que se han hecho en China y en Viet Nam.

Botón volver arriba