El infierno de Dante

A principios de marzo Dante Leguizamón tuvo una suerte que hoy quizás maldiga: la de ser invitado a viajar en el barco Zaandam a conocer las Islas Malvinas. Nunca se imaginó lo que ocurriría.

En el transcurso de estos meses, en los que estamos inmersos en el universo inédito y absurdo del coronavirus, quedó demostrado cuán ridículos y desmesurados podemos llegar a ser los humanos en situaciones límite. El mundo está loco, loco, loco (film de Stanley Kramer, 1963) no se discutirá mucho a menos que escuchemos a Jair Bolsonaro que pretende cerrar el Congreso Nacional y el sistema judicial brasileño, o a Donald Trump que aconseja inyectarse desinfectante con base de hipoclorito de sodio o exponerse a potentes rayos de luz para curarse del virus. Una nueva irracionalidad, que a veces nos recuerda de épocas pre-científicas y a menudo nos deja sin respuestas por el asombro que nos provoca.

Un viaje en barco

Dante Leguizamón es un periodista cordobés de 45 años que trabaja en los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad de Córdoba, en Argentina, en donde tiene el programa «Otra vuelta de tuerca». Un programa en el que entrevista a figuras del arte, la cultura y la ciencia de la ciudad.

El periodista argentino Dante Leguizamón. FOTO: M.O.

A principios de marzo tuvo una suerte que hoy quizás maldiga: la de ser invitado por un tripulante músico de un barco turístico a conocer las Islas Malvinas, viajando él también en carácter de tripulante en el barco Zaandam. La compañía Holland American Line, de bandera holandesa y capitales estadounidenses, realiza regularmente cruceros que parten de Buenos Aires, llegan a las islas actualmente ocupadas por el Reino Unido y, después de cruzar el extremo sur del continente, arriba a Punta Arenas, Chile.

Allá fue nuestro cronista con la idea de enviar material sobre las irredentas Gran Malvina y Soledad, sin saber que al mismo tiempo se le abrían las oscuras puertas de un averno marítimo.

Aislamiento

El crucero partió de Buenos Aires el 8 de marzo y todo transcurrió normalmente. Dante produjo y envió su material desde Malvinas y continuó en viaje. Pero el 21 de marzo al arribar a Punta Arenas, las autoridades chilenas no permitieron el desembarco de ningún pasajero ni tripulante. A esta altura ya había en el crucero pasajeros con gripe, situación que al detectarse provocó el aislamiento de todos quienes viajaban. Como Dante no era estrictamente un pasajero, quedó encerrado en una cabina de 3 x 3 metros, sin ventilación, ni luz natural ni ventana alguna. Le acercaban la comida, pero no podía salir sino solo 2 horas al día.

Allí es cuando comienza la verdadera odisea del Zaandam por el Pacífico, navegando rumbo a Panamá con el objetivo de cruzar el Canal y dirigirse a Miami. Al llegar al canal, los pasajeros sin síntomas fueron trasladados a otro crucero y ambos barcos siguieron viaje, ya con 20 infectados de coronavirus y 5 muertos.

Miami y Bahamas

Al arribar a Miami, bajaron los cadáveres, los enfermos y otros 1,200 pasajeros que, en vuelos chárter, volvieron a sus respectivos países. A Dante Leguizamón y a los músicos argentinos, como eran tripulantes, no se les permitió bajar. Ante la protesta que expresaron ante las autoridades del barco, fueron amenazados con ponerlos presos. Poco después fueron llevados por la fuerza al Crucero Rotterdam, donde solo estaba la tripulación, más 11 argentinos (entre ellos Leguizamón y 5 músicos) y otras 3 personas de nacionalidad boliviana, ucraniana y rumana.

El fantasmagórico viaje continuó. En la noche del 9 de abril pasado, el Rotterdam partió sin aviso previo y con rumbo incierto. Poco después se avisó por parlantes que se dirigirían a Bahamas. Ni Dante ni los demás «demorados» o «detenidos» fueron visitados por el capitán, ni se les informaba con precisión cual sería su destino. El prolongado encierro fue haciendo estragos psicológicos en Dante y los demás.

Pedido a las autoridades

Ante la desesperada situación, el periodista se comunicó, primero con el Consulado argentino en Miami, luego envió tweets a la Cancillería Argentina, al Presidente Alberto Fernández y al Rector de la Universidad de Córdoba, Hugo Juri, haciéndoles conocer el estado de cosas y solicitando una pronta solución. Ninguna gestión oficial ha dado resultado hasta la fecha.

El barco sigue navegando a la deriva en las cercanías de Bahamas, según cree Dante. Ninguna certeza lo abriga a esta altura del drama. Sigue encerrado, ahora en una habitación del Rotterdam, sin contacto con autoridad alguna de la empresa marítima. El tiempo pasa con una lentitud exasperante, dentro de pocos días hará 2 meses que partió de su país sin imaginarse la odisea que vive y sufre.

¿Camino a Recife?

Hace poco le han comentado que lo llevarían a Recife, Brasil, pero el barco tardaría aún otros 39 días en llegar a ese puerto. La eterna espera ya se le hace insoportable.

Dante Leguizamón tiene 3 hijos. Si pronto puede reunirse con ellos, como espera, podrá contarles la historia de otro Dante, el poeta florentino autor de la Divina Comedia en la que se describe, inigualable, el espanto del abismo. Les dirá que ya viejo, caminando con porte severo las calles del exilio en Ravena, Italia, solía escuchar a veces el murmullo de los vecinos que a su paso decían «Allá va el que estuvo en el infierno». Y tal vez les  dirá que también su padre,  por interminables y oscuros días, estuvo en el Río Aqueronte, donde el Barquero Carón cruzaba a las almas.

Autor

  • David Metral

    Nació en Villa María, Córdoba, Argentina, en 1953. Es profesor de Historia recibido en la Universidad Nacional de Córdoba. Alterna sus vocaciones entre los estudios históricos, el teatro y la literatura. Es actor desde los 17 años. Protagonizó más de cuarenta obras teatrales y la miniserie televisiva EDÉN. Obtuvo el Premio Trinidad Guevara (1981) y participó en festivales nacionales e internacionales, entre ellos: El Festival Cervantino (Guanajuato, México, 1983) y el Festival de Caracas (Caracas, Venezuela,1983). Sus notas de análisis político e investigación histórica han aparecido en diversos medios. En 2010 publicó, en colaboración con Jorge Piva, el ensayo epistolar "De Kirchner a Perón, ida y vuelta".

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