El peligro de la desinformación
Faltando pocos días para las elecciones, las campañas entran a la recta final derrochando recursos a un ritmo frenético, especialmente en los medios sociales masivos.
Entre otras armas que participantes anónimos utilizan para mover la aguja electoral está la difusión de desinformación.
Con ella no pretenden convencer sino confundir, engañar e intimidar. El peligro de la desinformación es inminente.
Y aunque las redes sociales han estado inundadas con información falsa durante años, especialmente antes de la elección de 2020 y en los peores días de la pandemia, los expertos advierten que el torrente de mentiras esta vez será sin precedentes.
Lamentablemente, los votantes latinos son víctimas de una ofensiva mediática específica en los medios sociales masivos: Facebook, Twitter, Tik-Tok, YouTube, Instagram y WhatsApp
El contenido de los anuncios de desinformación varía. Muchos dan una fecha de elección incorrecta. Difunden falsedades sobre requisitos de votación para inmigrantes. Repiten retórica que disuade a las personas de votar.
Desarrollan afirmaciones falsas sobre las máquinas de votación de Smartmatic y Dominion. Abundan falsas narraciones de boletas electorales fraudulentas o manipuladas. No faltan las advertencias e incluso amenazas a votantes latinos sugiriendo que son “mulas” que promueven el voto por personas muertas, o que son delincuentes sin derecho al voto.
Los responsables de esta campaña de engaño se dirigen a grupos específicos de votantes hispanos. Comparan al presidente Joe Biden con dictadores latinoamericanos socialistas o comunistas diciendo que son todos lo mismo. Acusan a los demócratas de serlo, por repartir “dádivas del gobierno”.
Para otros grupos de votantes, alientan la hostilidad racial entre latinos y afroamericanos.
Explotan que muchos en la comunidad desconfían de los gobiernos, fruto de su experiencia en sus países de origen.
El resultado es que a través de los más populares medios sociales nos llega un contenido falso que muchas veces podría corresponder a nuestras ideas, que damos por válido y luego compartimos en nuestras cuentas sin haber comprobado si es cierto o no.
La situación se agrava porque si bien las plataformas sociales dedican recursos para detener este flujo, los concentran en el contenido en inglés y muy poco en español. En consecuencia, toleran mentiras en nuestro idioma que jamás pasarían en inglés. Un estudio indica que al menos el 70 % de la información política errónea en español se ha mantenido en línea, en comparación con el 29 % en inglés.
Las principales plataformas sociales deben explicar cómo clasifican contenido; mejorar los esfuerzos de verificación y eliminar las afirmaciones falsas, y no solo etiquetarlas. Aunque se han comprometido a marginar la desinformación, creemos que no han hecho lo suficiente para frenar las falsedades que se esparcen en sus sitios. Aún están a tiempo para prevenir una crisis.
Pero nosotros mismos debemos contribuir a ello y combatir la desinformación.
Tenemos que rechazar información que no viene de fuentes de confianza y profesionales. No difundirla sin revisar. Borrar de nuestras cuentas lo falso y difundir el desmentido.
Si lo logramos, haremos que nuestras elecciones sean democráticas, fidedignas y sus resultados, aceptados.