El Spanglish de los políticos hispanos
¿Ha escuchado a un político latino de California hablando español… o spanglish? En mi trabajo me toca conocer y encontrarme con políticos, especialmente aquellos que son de California y que son o están relacionados con los latinos.
Y como estos funcionarios públicos quieren mostrar lo arraigados que son a la cultura hispana, en ocasiones dilectas como una reunion de barrio o ante periodistas de los medios hispanos, hablan en español.
O lo intentan.
Para algunos, el lenguaje fluye con naturalidad; para otros, el ejercicio es lento y doloroso.
Quizás porque nacieron aquí, en Estados Unidos y tomaron el español de la calle, o porque olvidaron el idioma de la casa y cuando hablan están buscando en las profundidades de su mente lo entrañable – o lo terrible – de sus infancias.
Porque los niños latinos que se criaron aquí se diferencian. Están aquellos cuyos padres estimulaban el uso del castellano en sus casas, ya que les era importante conservar el acervo de la cultura original para mantener la relacion con los abuelitos, tios y primos del pais de origen, por un fuerte orgullo de la raza, o porque simplemente era lo correcto y natural.
Pero también los que, ansiosos para que sus chicos se adaptaran e integraran al medio circundante, ejercieron de manera instintiva control sobre el elemento clave de la integración y restringieron el uso del español aunque sea en los recovecos de la casa.
Uno de estos últimos es el alcalde de Los Angeles, Antonio Villaraigosa, quien a pesar de que dicen que no hablaba inglés hasta que entró al jardín de infantes (y hasta que su padre abandonó la casa), habla castellano como si esgrimiera un machete… para lo cual vale esta anécdota.
Durante la campaña que en 2004 culminó con la histórica elección de Villaraigosa, la red de TV Univisión y el diario La Opinión organizaron el primer debate en español entre él y el entonces titular, James Hahn, y yo participé en el panel. Para aprovechar al máximo la coyuntura, Villaraigosa dijo en voz alta que quería que hiciéramos las preguntas en español. Hahn solamente sabía inglés, y por ser el primer debate municipal hecho básicamente en español, Antonio iba a quedar, digamos, mejor que su contrincante.
Solamente que un minuto antes que empezara la transmisión en vivo, Villaraigosa se acercó a un servidor y le susurró con una sonrisa: “las preguntas, me las haces bien lento”.
Desde que asumió su cargo, el español del alcalde mejoró notablemente.
Villaraigosa es solo el más sobresaliente de los líderes latinos de esta década, pero es uno de muchos que trajeron consigo el español pocho, el que hablan muchos de los cincuentones y sesentones que nacieron y que viven aquí, en el Este de Los Angeles.
Un buen español lo habla Xavier Becerra, el Congresista de Los Angeles que una vez quiso disputarle la alcaldía a Villaraigosa. Perdió, y ahora es feliz como número cuatro de los demócratas en Washington.
Fabián ñúñez, quien fue un poderoso Presidente de la Asamblea de California por cuatro años y quien cayó estrepitosamente cuando su hijo fue acusado de asesinato y militancia en una pandilla juvenil, habla un español prácticamente perfecto. Es quien mejor lo habla entre los políticos que conozco.
Otro que lo habla bien es Eric Garcetti, presidente del Concejo Municipal de Los Angeles y cuyo padre, el también político Gil Garcetti, es hijo de inmigrantes mexicanos (su madre es, como yo, una judía rusa).
Y Roger Mahony, el arzobispo de Los Angeles quien en breve será reemplazado por el líder del Opus Dei José García de Texas. Lo hablan fluido el concejal Ed Reyes y el asambleísta Kevin de León, que representa en Sacramento a mi distrito
Quien fuera el primer hispano vicegobernador de California, Cruz Bustamante, tuvo que tomar unos cursos intensivos del idioma de Cervantes en Cuernavaca, México, lo cual redunda en la seriedad con que ha acometido proyectos personales: otro es un monumental descenso de peso, que él usó como atributo en su fallida confrontación con Arnold Schwarzenegger en las elecciones a gobernador. Tan importante le era que, contaba el fallecido líder sindical Miguel Contreras, Bustamante postergó el inicio de una importante cena política porque seguía puliendo su discurso en español.
Otro que ha tenido un tutor privado de español por años es Rocky Delgadillo, exfiscal de la ciudad de Los Angeles y ahora candidato a procurador general de California. Lo mismo ha hecho Richard Alarcón, veterano concejal y ex senador estatal. Su español mejora.
Pero es a través del senador estatal Abel Maldonado, un republicano moderado (el lo corrige, porque llamarse moderado es el beso de la muerte para la gente en su partido, y pide que le llame un pragmático) que voy a detallar estos ejemplos del Spanglish que hablan los políticos.
Es a través de palabras que usó en la entrevista como se reflejan las ideas y fonemas del político latino, de boca de uno de los consecuentes y actualmente único legislador latino que tiene el Partido Republicano.
“Onde se ha visto”, dice, por dónde. “Pa mi pueblo”, todo. “Investido” por invertido, que es cuando describe las finanzas de California. “Creo en mi mente” es para enunciar un principio sacro, en el que se “constrube”, por construye. Su quehacer partidario es arriesgado: el “toma un más riesgo” que otros.
Va a ser vicegobernador de California en breve, aunque hasta ahora lo han estado rechazando hasta la gente de su propio partido, por sus votaciones pretéritas y posturas. Los parlamentarios deberían decidir quién “tiene la capaz” de cumplir con las funciones del cargo. Pero no lo han hecho, porque “no se han enfocao” y porque, sí, “todo mundo está enojao conmigo”. Al final, hay que ir adelante, porque de lo contrario se “va en reversa”, y como futuro vicegobernador quiere ser “promovedor de trabajos”. Tiene todavía posibilidades de lograr el puesto por vía de la votación, porque hasta ahora “no se ha nominado a nadien”.
La vida política está llena de frases hechas. Para los profesionales de esta industria, la acumulación de éstas deviene en una manera de hablar parecida. De esa manera y con cada vez más frecuencia, los políticos latinos desarrollan una manera parecida de hablar el español de las altas esferas nacionales. Lo usan cada vez más, en virtud de la importancia creciente de su propio electorado. Y de la misma manera, al difundirlo, estos líderes ayudan a que se implanten, bueno, nuevos fonemas y maneras de decir las cosas entre la gente que representan.
Un acertado análisis sobre el lenguaje de estos representantes de la ciudadanía. Los políticos, frecuentemente, se ven en la obligación de adaptar o forzar sus discursos para ser más asequibles ante una diversidad creciente de electores. La consigna es parecer cercanos ante personas que no han abandonado por completo sus modismos ancestrales.
Al sur de América aún no han llegado manifestaciones de spanglish. Los políticos, mucho menos cultos que los de hace cuatro o cinco décadas, utilizan un lenguaje parco y pleonásmico. Piñera y su camarilla no llegaron al poder por su oratoria ni sus énfasis, sino por el agotamiento de la coalición anterior. El inglés que se aprende en las escuelas es menos que un saludo a la bandera. Las personas toman cursos de inglés possecundarios en la medida que lo necesiten para los trabajos a los que postulan, pero no más allá. Un ex-ministro de Educación chileno, muy voluntarista, intentó imponer el chino, pero no había suficientes monitores en el país y su iniciativa perdió fuerza a poco andar. De cualquier forma el lenguaje es dinámico y casi siempre tenderán a prevalecer las formas comunicativas que sean más funcionales a las necesidades cotidianas.