Elle, un comentario no sexista
No, no es una nueva letra. Tampoco lenguaje estéril. “Elle” es aparentemente un cruce de letras con ideas que exige sensatez.
Denominación coherente y práctica
“Elle” dice JLo para nombrar a un vástago de su prole que no quiere verse encasillada como hombre ni como mujer. Se mire como se mire, nadie viene al mundo como “elle”, entonces, ¿cómo debemos representarlo en la lengua?
La sociedad tiene la obligación de encontrar una denominación coherente y práctica para cada ciudadano. Frente a situaciones nuevas de carácter intersexual, la corte de Karlsruhe en Alemania abrió el camino a inscribirse como “inter”, o “diverso” ya en 2018. Según las Naciones Unidas, una de cada 500 personas tiene rasgos intersexuales divergentes.
Hay que defender, para empezar, que cualquier solución que impida al 99% de la población declararse “hombre” o “mujer” es marcadamente sexista. Abandonar el uso del sexo como identificación sería un cataclismo.
Necesitamos información de carácter sexual para distinguir productos, servicios, tratamientos, al escoger especialidades médicas, para hacer grupos parejos, publicidad, al aplicar los derechos reproductivos y en un sinfín de casos más.
El impacto en la lengua no es uno cualquiera. Decir “elle” y terminar palabras por “e” nos mete en un laberinto. Todo ocurre por la confusión de identificar “a” con mujer y “o” con hombre. Esto es culpa de una educación que así lo enseña. La “a”, aclaremos, es parte de la morfología del español y sirve para conformar palabras muy variadas, desde adverbios como “ahor-a”, verbos, “cant-a”, adjetivos, “rot-a” o nombres, “mes-a”.
Decir Elle nos mete en un laberinto
La identificación con sexo es secundaria. Esto es: La “a” no se instaló en la lengua para exclusivizarse en mujeres. Incluso se puede aplicar a individuos sin sexo explícito: person-a, parej-a, futbolist-a.
Podríamos decir lo mismo de la morfología de la “o”.
Y la “e” no iba a ser menos. A veces índica cualquier cosa menos un tercer género. En “padr-e” o “madr-e”, sin ir más lejos. Otras veces es masculino: “est-e, “es-e”, otras, tanto masculino como femenino: “l-e”. ¿Habría que inventar “grando” y “granda” para que “grand-e” tuviese un uso intersexual? Despista meter “ees” sin ton ni son, que es lo que hace JLo cuando dice de su “hije”: es mi “socie, directe, favorite”. Suena a cuando se decía (en broma) que se hablaba inglés por decir “amigueishon” o “inclusiveishon”.
Un desliz periodístico: el descuido de decir que JLo presentó a su hija con “lenguaje inclusivo”. Con ello, el reportero inadvertidamente contribuye a convertir en real un “lenguaje” inexistente, porque JLo, lo único que hace, es provocar risa con algo muy serio.
Por ello, ojo con lo que se dice, que una reivindicación genuina se puede convertir en un ridículo que afecta a la credibilidad de algo importante y necesario.
Luis Silva-Villar es profesor de Lengua y Lingüística