Los capos de la droga en Estados Unidos
Los siguientes párrafos no los escribí yo. Pero por favor léanlos y luego les explico:
“Un hombre llegó al mostrador de una tienda de armas en Glendale (un suburbio de Phoenix, Arizona) y pidió cinco rifles AK-47.
Tres días después retornó y compró siete pistolas. Dos semanas más tarde compró otros veinte AK-47.
En los siguientes meses, dicen agentes federales, el mismo individuo, Uriel Patiño, de Phoenix, volvió a la tienda ‘Lone Wolf Trading Co.’ 18 veces y compró un total de 42 pistolas y 190 rifles semiautomáticos.
Patiño le decía a los empleados de la tienda que las armas eran para su uso personal. Pero las autoridades federales dicen que Patiño era un “comprador hormiga” de armas para el Cártel de Sinaloa que las compró en ‘Lone Wolf” y en otras tiendas entre noviembre de 2009 y agosto de 2010. Patiño ha sido acusado de numerosos cargos de conspiración, lavado de dinero y mentir al comprar armas.
Para quienes piden mayor control de las armas, las compras hechas por Patiño son una clara prueba de las deficiencias que muestran las leyes federales y estatales que permiten a la gente comprar tantas armas como puedan acarrear en sus manos, sin tener que llenar ningún reporte para las agencias de la ley.
Los vendedores de armas autorizados deben notificar a las autoridades federales y estatales cuando una persona compra dos o más pistolas en una semana, pero para las llamadas ‘armas largas’ no existen requisitos similares.
‘Arma larga’ es un término usado por las autoridades para describir cualquier rifle, incluyendo los semiautomáticos como los AK-47, cuyo principal distintivo es su capacidad para disparar numerosos proyectiles rápidamente”.
Ahora sí, aquí estoy yo, y estoy que no puedo creer lo que acabo de copiar: ¡Los vendedores de armas deben notificar cuando una persona compra dos o más pistolas en una semana, pero si compra cien, o mil, o diez mil cuernos de chivo… nada, como si hubiese comprado tortillas!
¡Y todavía regañan a México!
Las citas que abren esta columna pertenecen a una investigación publicada el 20 de febrero por el diario The Arizona Republic, de Phoenix, Arizona, en donde se da cuenta de las enormes facilidades y contrasentidos existentes en el mercado legal de las armas en Estados Unidos, y en especial en Arizona, la entidad con menos reglamentos en ese sector comercial.
En otros capítulos anteriores dimos cuenta de las leyes existentes y las que están por aprobarse en la Legislatura de Arizona que hacen a este estado el que otorga más libertad en la compra y uso de armas.
Pero también es el estado cuyos políticos son los que más se quejan de los inconvenientes de la inmigración indocumentada, del tráfico de humanos y drogas y de la “inminente invasión” de los grupos criminales mexicanos.
Hace unos días, con motivo del ataque a dos agentes de aduanas de Estados Unidos en territorio mexicano, en donde uno de ellos falleció, la secretaria de Seguridad Nacional Janet Napolitano llamó al secretario de Gobernación de México y en tono de regaño le dijo que “los responsables del ataque a dos agentes aduanales estadounidenses en suelo mexicano enfrentarán la justicia de ambos países”, y yo me pregunto por qué de ambos países si –ella misma lo dice- el ataque se cometió en territorio mexicano y por lo tanto a México le corresponde investigar y castigar el hecho.
Pero ya ve usted cómo son los vecinos que tiene México al norte. Hace menos de un mes Napolitano también advirtió a los narcotraficantes mexicanos que contengan su violencia en el lado sur de la frontera, o «afrontarán una reacción aplastante»; esas palabras casi de seguro tienen al Chapo Guzmán y a todos sus colegas pensando en cuál otra actividad pueden desarrollar porque con Napolitano en ese plan sería una imprudencia insistir en ser narcotraficante…
Volvamos a la venta de armas.
Si retornamos a las páginas de los periódicos nos encontramos con que a fines de enero fueron detenidos en Phoenix veinte personas sospechosas de tráfico de armas desde EE.UU. a México y que otras 34 fueron consignadas a las autoridades por la misma razón.
En toda esta ola de hechos, noticias, opiniones y declaraciones nos encontramos con enormes contrasentidos. Por un lado se detiene a quienes compran armas para traficarlas a México, pero por el otro se les otorga plena libertad para que las compren. En otras palabras, vergüenza no es ser traficante sino que lo descubran.
Y como si se tratara de una película en blanco y negro, sin excepción los detenidos son mexicanos, nunca anglosajones, hecho que no puede sobrevivir ningún análisis imparcial.
Napolitano, Obama, Hillary y todos los funcionarios que quieren demostrar lo muy preocupados que están por los problemas que ha causado el narcotráfico a uno y a otro lado de la frontera, se refieren sin excepción a la “heroica” lucha que libra el gobierno mexicano y generosamente prometen “apoyarlo y no dejarlo solo”.
La pregunta es: ¿debe México gastar lo que gasta en dinero, vidas, sufrimiento y prestigio para detener las gigantescas cantidades de droga que se consumen en un país que no quiere que las detengan?
Uno de estos días, los funcionarios de Estados Unidos podrían cambiar su discurso y decir, con más apego a una pretendida sinceridad que hasta ahora no han podido demostrar, y pedirle a los sanguinarios carteles del narcotráfico que no exporten hacia el norte su violencia, pero sí su producto.
Estados Unidos requiere abastecer de drogas diariamente a entre 20 y 25 millones de adictos. Eso no es posible sin redes de comercialización y distribución internas muy efectivas que en sí mismas constituyen otra bien estructurada industria paralela a la de la introducción de los narcóticos a Estados Unidos. Una industria paralela que produce muchos millones y muchos millonarios, que estimula a grandes sectores económicos, que compra voluntades, que financia campañas electorales de muchos políticos.
Pretender manipular a la opinión pública dando a conocer noticias como, por ejemplo, “se detuvo a individuo que transportaba en su auto 600 kilos de marijuana” (sujeto que, desde luego, siempre lleva un apellido en español) obviamente es ridículo. Pero en ridículo se queda.
Es muy difícil aceptar la infantil versión oficial que da a entender -siempre con declaraciones ambiguas que a nadie comprometen- que son los mismos cárteles mexicanos los que introducen las drogas y la distribuyen en todo el país. Nada dicen que a Estados Unidos, por ser el mayor mercado consumidor de drogas en el mundo, confluyen también los cárteles de Sudamérica, Europa, Asia y Medio Oriente que, por su lejana ubicación geográfica, requieren de asociados dentro de las fronteras de Estados Unidos.
Nada de original pero si mucho de cierto tiene la frecuentísima pregunta que hasta los recién nacidos se hacen: ¿Por qué nunca se sabe de algún capo de Estados Unidos que haya sido atrapado?
Estados Unidos tiene mucho más qué hacer en el problema del tráfico de drogas de lo que dice y hace. Un quehacer muy cercano a su irresponsable manera de comercializar armas, a la ineficaz forma de combatir el consumo interno de drogas, a su negativa a reconocer que también sus ciudadanos comparten tareas en la actividad del narcotráfico y, por no mencionar muchas más, a la hipocresía y doble discurso de sus políticos.
Pero hasta hoy no conozco a nadie con la tremenda ingenuidad que se necesitar para creer que las cosas habrán de cambiar.
luisma27@yahoo.com
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Hola! es la primera vez que leo su articulo y la verdad me parecio muy interesante, vivo en el estado de washington en un area en que la agricultura predomina y la educacion de la gente es muy limitada, la mayoria de las personas en en area donde me encuentro no saben gran cosa de lo que pasa en mexico y estados unidos, lamentable pero cierto. Gracias por tomarse el tiempo de informarnos, me gustaria compartir esta informacion con un grupo de padres en el cual soy voluntaria nos reuinomos cada jueves para tratar temas de interes como la educacion y comunicacion con sus hijos, pienso que seria de gran interes para lo padres. Gracias nuevamente por toda su labor.
Luis, se trata de un tema formidable. He tenido, entre colegas, debates sobre exactamente el punto que señalas. Hasta surgió una iniciativa de comenzar a investigar el tema, que decayó ante la enormidad de la tarea y la desaparición casi completa de nuestros recursos periodísticos.
Sin embargo, en algún momento busqué fuentes; por ejemplo, el gobierno de California (la Legislatura) publica cada año, por ley, un informe sobre la distribución de la droga en el Estado, un informe elaborado por el procurador estatal de justicia, que hasta ahora era como sabes el presente gobernador Brown.
Si bien el informe menciona la existencia de mafias europeas y, creo, asiáticas involucradas, habla más que nada de extensiones de los cárteles mexicanos en nuestro territorio. En otros lugares se detalla la cooperación entre éstos y las pandillas más importantes por un lado y los grupos criminales en las cárceles por el otro. Casi siempre con afinidad hacia grupos del hampa de mexicoamericanos, pero no en todas las ocasiones. En otras partes leí sobre colaboración de grupos neonazis y supremacistas blancos en las cárceles.
Un segundo punto que escuché es una queja: que los autores mexicanos tienen una perspectiva peculiar por la que ven Estados Unidos con el mismo prisma que consideran su propio México. Esto es: que «tiene que ser» (por fuerza, es imposible de otra manera) un país corrupto, quizás porque en el propio la corrupción ha decimado la sociedad y la economía, como reconocen. ¿Qué piensas?
En suma: creo que es un tema que merece desarrollarse.
Señor Ortíz. Si en algo coincido con usted es en el cierre de su artículo. Estoy totalmente de acuerdo en que aquí hay carteles internos y capos y nunca se habla de ellos. ¿Será la mafia italiana?¿O el crimen organizado sabrá dios con quien? claro, sin excluir a los carteles que se ramifican y entran en los Estados Unidos. Ahora, su artículo, y con todo respeto es parcializado porque parecería que el único culpable es mi país. Sí, este es, al menos mi país adoptivo y con sus defectos también tiene cosas muy buenas. Y los pecados son de ambos, digo, sin coletillas religiosas. Porque tan culpable es quien consume como quien vende el producto. Y una cosas no excusa la otra. Yo no estoy de acuerdo con el ejercicio ciudadano del norteamericano de comprar casi libremente las armas pero tampoco eso exonera a los mexicanos, adonde es ilegal, no controlar el mal. Si acá se vende la droga ilegalmente, y de algún modo se consiente, allá se venden esas armas ilegalmente y si no se consienten por qué las tienen como no intervienen las propiedades de los sospechosos. La corrupción y el mal no es sólo norteamericano sino y mucho de allá. Por favor, seamos más objetivos.