Nacionalistas se preparan por si Trump pierde elección

Muchos se han preguntado qué pasará en 2020 si los demócratas triunfan en las elecciones nacionales y Donald Trump no reconoce la derrota. ¿Habría una insurrección armada? ¿La derecha nacionalista saldría a las calles? ¿Cuál sería la respuesta de la izquierda?

Hablan de insurrección

Con el arribo de Trump a la Casa Blanca se han exacerbado las tensiones ideológicas en los Estados Unidos. Algunos, como el exasesor presidencial Steve Bannon, han llegado a compararlas con el clima político que existía antes de la Guerra Civil.

Roger Stone, el leal aliado del presidente, ha sugerido que si se lo tratan de remover a través de un juicio político podría haber una insurrección. “Simplemente traten. Habrá un brote de violencia… una insurrección como nunca han visto”, dijo desafiante Stone.

Michael Cohen, el ex abogado de Trump, también piensa que si “pierde las elecciones del 2020, no habrá una transferencia pacífica del poder”.

Ven en Trump un aliado

Las milicias nacionalistas, que reciben su inspiración del Trump que dijo que los mexicanos son criminales, que ridiculiza a las mujeres y a los incapacitados, han interpretado muchas de las palabras del presidente como un apoyo tácito a sus agendas y, como es de imaginar, han redoblado sus actividades de reclutamiento y se están armando hasta los dientes.

Esto ha redundado en un incremento considerable de los actos de agresiones racistas y terrorismo doméstico.

Fue realmente intimidante ver como en el primer año de la presidencia de Trump, miles de neonazis y supremacistas raciales sintieron la suficiente confianza y respaldo para marchar con sus antorchas, banderas con esvásticas y rifles semiautomáticos en Charlottesville, Virginia, gritando “Los judíos no nos reemplazarán”, en un evento que terminó con el trágico asesinato de la joven Heather Heyer y con 19 personas heridas.

Irracionalidad derechista

Con las elecciones en el horizonte y la polarización incrementándose, están dadas todas las condiciones para que un fósforo haga estallar el polvorín. No hay dudas que los grupos del nacionalismo extremo de derecha van a defender a la presidencia de Trump a cualquier precio.

Su nivel de fanatismo cuasi religioso es espantoso. Ahí está como ejemplo Matt Shea, un legislador estatal de Spokane, Washington, que el año pasado aportó sugerencias de cómo construir un “ejército sagrado” que debería ejecutar a todos los varones que se opusieran a cumplir las leyes bíblicas. En referencia a un potencial nuevo gobierno en la era post-Trump, dijo que matar a un tirano no es un asesinato, sino que algo justo.

Poca atención al terrorismo doméstico

Después de Septiembre 11, las agencias de inteligencia estadounidenses están concentradas en el terrorismo internacional y no le dan la debida atención a los terroristas domésticos que con su odio racial causan muertes en sinagogas, mezquitas, en contramarchas, atacando a afroamericanos, judíos, islámicos.

El año pasado, como comentó en CNN Fareed Zacaria en la Historia de la Supremacía Racial, solamente una persona murió en Estados Unidos como consecuencia de los actos de terroristas islámicos, mientras que 49 murieron a manos de terroristas domésticos.

Sin embargo, cerca del 80 por ciento de los recursos del FBI están orientados a investigar al terrorismo internacional y solo 20 por ciento al doméstico.

La izquierda también se prepara

Ante la inoperancia de las instituciones estatales y el incremento de la violencia racista, ciertos grupos de izquierda, que históricamente se han opuesto a las armas y al NRA, comenzaron a revisar sus posiciones.

Corey Pein  recientemente advirtió, en The New Republic, que muchos izquierdistas han llegado a la conclusión que es necesario estar preparados para resistir a la derecha terrorista y se están sumando a organizaciones como John Brown Gun Clubs, Pink Pistols (LGBTQ), Liberal Gun Club y Socialist Rifle Association.

Esta gente tiene diferentes ideologías progresistas, pero todos tienen en común que es hora de armarse y entrenarse. Algunos piensan que representan una alternativa a la amenaza de la derecha y que harán que los republicanos piensen dos veces antes de aventurarse a apoyar una masacre.

Precedentes resueltos pacíficamente

Ya hubo otros momentos delicados en la historia estadounidense en que los resultados de las elecciones fueron disputados y se generó una tensa expectativa. Fue el caso de las elecciones de 1960 entre Richard Nixon y John F. Kennedy y las de Al Gore y George W. Bush en 2000.

En todos los casos, la sensatez prevaleció y hubo una transferencia del poder pacífica. Pero vivimos tiempos anómalos y ahora la pregunta es si Trump, el mismo que nunca admitió que Hillary Clinton le ganó la elección popular por casi 3 millones de votos, va a aceptar el resultado de las urnas.

Y la otra pregunta, que nunca deberíamos estar haciéndonos, es ¿cómo van a reaccionar los grupos nacionalistas extremos que marchan agitados y provocadores por las calles de América con sus armas y banderas raciales intimidando a nuestra ya debilitada democracia?

Al margen de diferencias políticas, la gente decente, los que mantienen principios democráticos, los que promueven tolerancia, los que se enorgullecen del multiculturalismo de nuestra sociedad, los que se horrorizan cuando ven a familias separadas y a niños en jaulas, los que defienden el derecho de una mujer a controlar su cuerpo, los que se preocupan por el calentamiento global, la desigualdad económica, deben denunciar a estos paramilitares fanatizados que con su odio racial representan todo lo opuesto al contrato social de la democracia estadounidense.

El FBI, el Departamento de Seguridad Nacional y los departamentos de policía locales deben neutralizar a estos forajidos del nacionalismo de derecha antes que sea demasiado tarde.

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