Nobel de la Paz: presidencial deseo en clave latina
Nuestro actual presidente ha sugerido que él podría ser un buen candidato al premio. Sería el quinto en recibirlo, si llegara a ser propuesto

El premio Nobel de la Paz es uno de los cinco premios que concede el parlamento noruego. Es un reconocimiento a personas e instituciones que se distingan por su contribución a la promoción de los acuerdos de paz, y a la abolición o reducción de las fuerzas armadas. Los premios fueron instituidos por Alfred Nobel y se otorgan anualmente desde 1901.
Nuestro presidente actual ha sugerido que él podría ser un buen candidato al premio. En el anterior mandato (2017-2021) ya estuvo propuesto por su contribución a la normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos. El pacto estipulaba el cese de la anexión del territorio palestino. Algo falló si nos atenemos a las noticias actuales.
Trump sería el quinto presidente en recibir el premio caso de que llegara a ser propuesto para el galardón.
Los mandatarios galardonados
El primero de la lista en la tradición presidencial fue Theodore Roosevelt en 1906. Entre sus méritos latinos se halla la invasión de Cuba de 1902, la ocupación de Guantánamo (1903) y la “Enmienda Platt”, limitación constitucional que permitiría a EE.UU. intervenir la isla a voluntad. También apoyó la intervención de Europa contra Cipriano Castro, presidente de Venezuela en 1902 y ordenó la invasión de la República Dominicana en 1905. No sería, a lo que parece, el Nobel de la Paz más destacado para el latino. El discurso oficial dice que medió entre Rusia y Japón.
El siguiente fue Woodrow Wilson, que lo recibió en 1919. En su mandato se firmó con Nicaragua el Tratado Bryan-Chamorro: un acuerdo similar a la Enmienda Platt. En 1915, Wilson ordenó la intervención militar de EE.UU. en Haití. Por 18 años, el país estuvo en una situación colonial. Ocupó también la República Dominicana en 1916 al igual que su antecesor. Tampoco queda a su alcance el premio “Lo nuestro”. El discurso oficial habla de su esfuerzo para terminar la Primera Guerra Mundial y crear la Liga de Naciones.
Aunque no fuera presidente, Kissinger, secretario de estado de Richard Nixon, recibió el premio ex aequo con el vietnamita Le Duc Tho. Sus méritos: apoyar las violaciones de los derechos humanos en Argentina; la organización, dirección y financiamiento del golpe de estado contra Salvador Allende en Chile en 1973 y el apoyo a la dictadura de Pinochet. Le Duc Tho rechazó el premio, Kissinger lo aceptó.
James Earl Carter (2002) recibió el Nobel por sus esfuerzos por la democracia y la defensa de los derechos humanos. Barak Obama recibió el Nobel en el 2009 sin ningún merecimiento concreto. Por no haber hecho nada cuando recibió el galardón no se le puede criticar nada.
¿Y Trump?
Nuestro presidente quiere hacer una colonia veraniega en Gaza, pero no para los gazatíes. Para contribuir a la paz mundial quiere anexionarse Groenlandia, Canadá, y exigir la devolución del canal de Panamá. La ayuda militar ilimitada a Israel deja dudas de cómo ello podría mejorar la paz en la región. De Gaza, dudamos que el presidente vea imágenes. Si las viera, la palabra “paz” se le atragantaría.
Los estándares originales para optar al premio se han expandido a otras formas de promover la paz: derechos humanos, trabajo humanitario y negociaciones de paz. Con estos añadidos, el trato humanitario (¿?) a los emigrantes, complementado con el despliegue en Los Ángeles de la Guardia Nacional y los Marines, no parece que beneficie la candidatura del Presidente ni “un tantito”. La paz en Ucrania, por la que se ofreció a mediar, no está ni de lejos en vías de solución. La prohibición del acceso a la universidad de Harvard de estudiantes internacionales proyecta mala imagen e intromisión en la educación. Sin olvidar la detención de manifestantes que claman por la paz en Palestina.
El Presidente pierde fuelle en su candidatura, aunque todo es posible.
A veces los premios tienen sabor a política y juegos de salón. Para que se hagan una idea del oprobio, en caso de recibir el premio haría compañía a la madre Teresa de Calcuta y a Rigoberta Menchú.