Patrones de desesperanza y mala fe
El origen del conflicto en Oriente Medio no es la creación del estado de Israel, sino intereses calculados a muchas millas de distancia
Leemos que una manera de resolver el problema palestino consiste en proclamar que en Palestina no había palestinos. Así, el problema se reduce a que lo que no estaba allí no tiene derecho a estar. Este tipo de mensajes son para personas que carecen de la habilidad de leer una enciclopedia e informarse mínimamente sobre Oriente Medio. Todos sabemos que, en un principio, nadie estaba allí, ni aquí. Pero para el lector o lectora interesados, el primer resto humano que se ha encontrado en la zona fue en el valle del Jordán. Es de hace 1.5 millones de años y procedía de una migración africana.
El mundo Levantino o Mashrek
Es reconocido por haber sido intersección y superposición de poderosos imperios durante milenios, amén de haber sido foco señero de cultura –de nuestra escritura, por ejemplo–, o por ser Tierra Santa para judíos, cristianos y musulmanes
El origen del conflicto en Oriente Medio no es la creación del estado de Israel, dicho así tal cual. Su origen apunta directamente a intereses calculados a muchas millas de distancia. Es revelador el hecho de que geográficamente haya sido identificado como Oriente Próximo. ¿Próximo a qué, o a quién?
Si se habla de Leyenda Negra para desprestigiar la historia del Imperio español, la de Oriente Medio no tiene aún color que la describa. De España surgió una cultura uniforme en un espacio gigantesco que recorre de norte a sur todo el continente americano; en comparación, en Oriente Medio lo único que se dejó fue un mapa caprichoso y maltrecho carente de lazos culturales ni afectivos con la metrópoli. A esta geografía “a tijera” se le aplica perfectamente aquello de “de aquellos polvos vienen estos lodos”.
No es que sea mentira que en Palestina no hubiera árabes, lo desesperanzador es que se presenta como una forma de desvirtuar la Historia moderna. Es muy similar a cuando se dice que la mitad de México, la que fue anexionada a Estados Unidos tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), estaba despoblada y no poseía ningún valor per se. ¿Los nativos americanos y los mexicanos serían los palestinos?
Considérese este pensamiento solo como puro ejercicio intelectual.
Hay que hacer constar que en Oriente Medio no hay británicos. Es por lo que se ha hablado de descolonización. En Latinoamérica, no hubo descolonización. Hubo independencia. Antes de la Independencia, Latinoamérica participó de todo derecho en la redacción de la Primera Constitución Española: la de Cádiz de 1812. El 19 de marzo de 1812, los “latinoamericanos todos” pasaron a ser españoles desde su nacimiento. El artículo primero de la Constitución dice: “La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”.
Descolonización es lo que está pendiente con Gibraltar. Cuando apetece, se sigue el mandato de las Naciones Unidas (ONU). O, si viene a cuento, se hace todo lo contrario. Observamos que Estados Unidos, sin justificación alguna, sorprendió al mundo mundial reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el antiguo Sáhara español, contraviniendo así lo aprobado en la ONU.
Posteriormente, nos enteramos de que era una componenda del entonces presidente Trump a cambio de que Marruecos y otros tres países árabes reconocieran a Israel (Acuerdos de Abraham, 2020). En paralelo a este contubernio, los saharauis estaban y siguen aún en el desierto esperando su referéndum de autodeterminación. Este tipo de amaños, a espaldas de los implicados, recuerda fielmente los tejemanejes que dieron origen al conflicto de Palestina que hoy contemplamos horrorizados por televisión en directo. Las cosas mal hechas, antes o después mal acaban.
Condenados por eXetear
(término acuñado para el nuevo tuitear)
La desesperanza acongoja. Algo tan cotidiano como enviar un triste tuit, cuando concurre que se crítica al monarca de Arabia Saudí, puede costarle al infractor o infractora desde un mínimo de 45 años de cárcel hasta la pena capital. La libertad de escribir sin censura se convierte para los súbditos saudíes en arriesgada expresión de riesgo. Obligado es comentar que en el encabezamiento se introduce el término “eXetear” en un intento de nombrar la comunicación por “X”. Nos sorprende grandemente, como lingüistas, que una agencia de registro de marcas de la propiedad mercantil haya aceptado formalmente el nombre “X”. Como denominación, ya puestos, se nos ocurre también probar el término “tuiXear”, en homenaje al nombre original.
Un escalón tanto o más desolador: el premio Nobel de la Paz de este año se concedió a la activista iraní Narges Mohammadi, condenada a diez años de cárcel por potenciar un movimiento en defensa de la mujer persa. El punto de partida: la muerte de Mahsa Amini, mujer acusada del insólito delito de llevar mal puesto un pañuelo en la cabeza. Con la unión de este caso al anterior, el de los “eXeteos”, se amplía la lista oficial de trabas al trasvase público de ideas.
Oriente Medio se ve lejano desde América, pero considérese por un momento el asesinato de periodistas en México y Centroamérica. Es escribir como condena: el grado de Compromiso mayor que se le puede pedir a la profesión.
En este punto, es necesario recapacitar sobre el uso hiperactivo que se hace de las redes, aunque solo sea por un mínimo de respeto a lo que en otras latitudes puede ser brutalmente penalizado.
La oposición al estado
El periodista saudí Yamal Jashogyi, muy crítico con el gobierno saudí, fue asesinado y descuartizado cuando acudió a la embajada saudí en Estambul (Turquía) en 2018 para solicitar los documentos requeridos para casarse con su prometida turca. Un comando de 15 personas lo apresó, torturó y convirtió literalmente en pedazos que en bolsas salieron de la embajada. La valentía de ser críticos tiene un coste, especialmente para el señalado.
Occidente no debe dar lecciones, sino ejemplo.
La libertad de expresión se mide de forma distinta en occidente. Un periodista adscrito a una publicación con una línea editorial bien definida evitará a toda costa ir contra el que le paga. Parece sentido común, pero aceptemos que la verdad se resiente porque se juega con la veracidad de la información. Les preguntaban a unos periodistas en una tertulia televisiva del Canal 1 en Madrid (España) si la dirección de sus empresas les condicionaba lo que tenían que escribir, y rotundamente lo negaron todos. Se le llama comulgar con ruedas de molino: autocensurarse.
Hay canales en EE.UU. que viven exclusivamente de y para criticar al presidente Maduro y a todo lo que venga de Cuba. El que paga manda. En este caso se utiliza la prensa para crear antipropaganda panfletaria. Es legal.
El periodismo requiere (para el que lo puede financiar) de un nivel de alejamiento emocional –que no es equidistancia– sin el cual no es posible informar de forma rigurosa ni responsable.
Vamos terminando. En cuanto a los implicados en actos de violencia bruta, a menudo provenientes de segmentos de población de efervescente devoción, se les debe exigir, por coherencia, no traspasar el umbral de un templo religioso. Es incompatible el odio con el rezo. Cuando la vida no tiene ningún valor, la religión no puede aliviar la pena de vivirla.
Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.
This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.